4. Si no le gustas a un gato te ignora (parte II)

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"cual seria la diferencia si digo que me iré lejos

Cuando yo se que volveré de rodillas otra vez

Porque no importa como sea mi hombre

Yo seré suya para siempre"

Yuuri había soñado toda su vida con encontrar a su pareja destinada, a quien no lo molestaría por estar gordo, por el contrario lo apoyaría, al mismo tiempo que le impulsara a mejorar, el cuidaría de esa persona, se pararía cada día a hacer el desayuno, se amarían a pesar de todo y podrían enfrentar los problemas que se presentaran, pero al final del día solo son cuentos para niños y tu destinado puede amar a otra persona. El pobre japonés al fin se había resignado a que no tendría nada que ver con el chico ruso. Tenía que juntar toda su valentía para seguir con su vida, si lo miraba desde otra perspectiva era estúpido sufrir por alguien a que no conocía. El lunes llego decidido a no buscar más con la mirada al pequeño rubio, su día fue exitoso en ningún momento lo vio y en vez de esperar a Pichit en la salida de la escuela lo hiso en su salón para no arriesgarse. Pero sus esfuerzos fueron en vano cuando de repente la puerta del salón se abrió y dejo ver a un furioso rubio que se llevó arrastrando al pelinegro hasta la azotea.

- Como puede ser que siendo tan pequeño tengas tanta fuerza – dijo viendo el pedazo de su camisa rota

- Cállate cerdo imbécil, voy a dejarte las cosas en claro, así que presta atención porque solo lo voy a repetir una vez, no sé quién eres y tampoco me interesa, no quiero saber que significa esta porquería – dijo alzando la muñeca que tenía conectada con el otro chico por el hilo – quiero que entiendas que entre tú y yo no puede haber nada porque yo amo a Otabek, yo lo decidí y ningún estúpido destino me va a amarrar a un cerdo en dos patas, así que deja de mirarme con tu estúpida melancolía, o como si tuviéramos algo porque entre tú y yo no hay nada.

En el fondo el japonés esperaba que el chico solo estuviera algo asustado por que su pareja destinada era un hombre, que era difícil para el y por eso lo evitaba, que no quería herir al chico con el que salía, pero tras esas palabras ya no había nada que refutar, el chico no quería nada que ver con él, sintió su corazón romperse, pero no podía derrumbarse frente a un desconocido que le odiaba profundamente, y sí le odiaba, lo podía ver en sus ojos aun así reunió lo poco de valentía que tenía, o quizá el dolor acumulado para responder.

- Es bueno que lo menciones, yo tampoco quiero tener nada que ver con un mocoso engreído y desagradable como tú, eres tan extraño con tus facciones extranjeras, así que gracias me quitas un peso de encima – si bien hablo en tono serio y con una expresión fría, sintió como su corazón se desbarataba en cada silaba y se marchó sin voltear a ver al muchacho por lo cual no pudo notar la expresión de dolor que esas palabras causaron en el otro chico que si bien él quería dejar en claro que no eran nada, el rechazo le dolió como si hubiera amado toda su vida al japonés. Lo cual era ridículo porque su rechazo era exactamente lo que quería ¿o no?

Después de eso evito cualquier contacto con el muchacho, al ser vecinos era algo difícil pero no imposible, al principio sentía que le clavaban un cuchillo en el pecho cada que veía al rubio paseado por las calles con su novio, riendo, tomándose de la mano, besándose, con el tiempo dejo de doler o solo acepto que las sonrisas del rubio nunca serian para él, que no podría tocar sus manos o probar sus labios. Para su desgracia Nikolái y Yurio visitaban a menudo su casa así que tuvo que aprender a convivir con el chico, pero nunca intercambiaban más que algunas palabras necesarias.

Un día Hiroko mando a Yuuri a hacer las compras de las cosas que faltaban en el onsen, al escuchar la gran cantidad de encargos que tenía, Nikolái mando a su nieto con él para que lo ayudara, aunque ninguno estaba de acuerdo ambos tuvieron que seguir las órdenes del mayor.

El lazo que nos uneWhere stories live. Discover now