12. En la jaula del tigre

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Todo a su alrededor estaba oscuro las tupidas matas de plantas le impedían ver más allá del claro donde se encontraba, aun así sentía claramente la mirada de su depredador, estaba rodeado, lo veía desde todas partes y desde ninguna, no sabía de donde saldría, siguió observando a su alrededor para poder encontrar a el dueño de esa amenazante mirada, entonces lo vio. Porte soberbio y elegante, preciosas franjas en negro, profundos ojos verdes que veía lo que había en su alma, un gigantesco tigre de bengala lo asechaba desde las sombras, el tigre podía oler su creciente miedo, estaba listo para atacar, aun así, sabiendo que no tenía ninguna oportunidad de escapar frente a semejante bestia, decidió seguir el primer y más primitivo instinto del ser humano... correr. Correr por su vida, por sus sueños aun por conseguir, por simple orgullo, aun cuando intento con todas sus fuerzas salir el tigre fue más rápido y cuando sintió las fauces del animal apunto de rasgar su piel... Despertó sentía el sudor recorrer su cuerpo, su respiración agitada, y lo primero que vio fue a un rubio aterrador mirándolo atento.

- Estúpido cerdo tus horribles gritos me despertaron, te juro que si vuelves a tener otra de tus pesadillas vendré por la noche a asfixiarte – el chico le aventó una almohada a la cara y salió sin más del cuarto

- Aun desubicado el pelinegro inspecciono su habitación notando el vaso de agua que seguro había traído el rubio gruñón.

Para ambos el hecho de vivir juntos era una situación casi irreal aunque posiblemente lo era más para Yurio que paso tantos años atormentando y evitando a su pareja destinada para terminar viviendo bajo el mismo techo que él.

La historia de cómo llego a vivir en el mismo departamento que el cerdo era desconocida para él, aun si él había presenciado el momento en el que sucedió semejante desastre, en pocas palabras su abuelo decidió que él no podía vivir solo y que la mejor persona para supervisarlo era el vecino, entonces al regresar de Rusia se lo hizo saber al cerdo y su familia con una oferta que nadie podía rechazar, ni siquiera el rubio aunque más que oferta se podría decir que fue un chantaje.

Después de explicar lo doloroso que era ver al único miembro de su familia partir y sufrir por no poder acompañarlo en la siguiente etapa de su vida, comenzó a alabar a Yuuri, a destacar lo brillante, responsable, amable y buen cocinero que era. Entonces sin más pidió que el fuera quien cuidara de su nieto, Nikolai compraría un bonito departamento para que ambos pudieran vivir y proporcionaría todas las herramientas (por no decir que cumpliría todos sus caprichos) necesarias para que vivieran cómodos, al recibir varias contrarias el solo pudo utilizar su último recurso. Hizo una reverencia completa ante Yuuri pidiéndole que cuidara al malcriado de su nieto, el no pudo decir que no, lo único que quería era que un hombre mayor como Nikolai se levantara y dejara de hacer algo como eso, ya que esa clase de respeto solo se mostraba ante personas muy importantes no ante simples mortales como el, el abuelo se levantó cuando Yuuri prometió cuidar de Yurio los 4 años que durara su carrera, nadie se atrevió a decir más. Nikolai mostro una bonita sonrisa de victoria, al ser ruso una reverencia como esa no significaba lo mismo que para los demás presentes, para el solo fue un recurso para acomodar las cosas tal y como él quería.

Después de las vacaciones el abuelo acompaño a ambos Yuri a escoger un bonito departamento muy cercano a la universidad advirtiéndoles que los mantendría vigilados para asegurarse de que ambos cumplirían su palabra de vivir juntos. El abuelo se había vuelto loco o quizá solo sabía más de lo que los demás pensaban.

Aun que parecía una monstruosidad la idea de vivir junto al pequeño cerdo, sería una mentira decir que no vivía a gusto con su compañero que es sumamente servicial, ordenado y atento, cada mañana había algo para desayunar e incluso para llevar a la escuela, aparte de sus trastes y su ropa no debía encargarse de nada más ya que el japonés mantenía todo ordenado y limpio. Todo se estaba volviendo tan agradable que a veces olvidaba la razón por la que evitaba al contrario y eso le inquietaba, le inquietaba que el pequeño bulto guardado en la esquina más oculta de su corazón donde guardaba esta atracción que tenía por el japonés cada vez era más grande, más pesado más difícil de esconder, como podría resistirse ante tales encantos, es más ¿Cómo pudo hacerlo durante tantos años?

Posiblemente fue por Otabek, él fue su salvavidas mucho tiempo y no es que ya no lo quisiera solo porque no estaban juntos pero, debía admitir que desde que su novio entro a la universidad actuaba completamente distinto, al principio no podía admitir el cambio, pensaba que el chico estaba cansado por el desgaste de la universidad pero la realidad era que el comportamiento del contrario era cada vez más desinteresado y distante, sus llamadas telefónicas que parecían no tener fin ahora eran solo unos pocos minutos antes que él o el Kazajo colgaran por que la conversación se volvía sosa y a pesar de que ahora ambos vivían en la misma ciudad y en teoría no deberían tener pretextos para no verse, en los tres meses que llevaba viviendo allí no había visto al otro chico ni una vez, no sabía que pasaba y no quería hacer ninguna conjetura al respecto porque seguramente lo llevarían hacia una respuesta que no le gustaría. Se sentía solo, triste y abandonado, entonces cuando el frio del abismo comenzaba a llamarlo de nuevo, llegaba al departamento el japonés, con su sonrisa boba, su cara redonda y un calor que podía incendiar el mudo pero que en lugar de destruir, era cálido y acogedor. Entonces como podía evitar que el bulto se volviera más grande si vivía en el mismo lugar que el mismo bicho que lo alimentaba.

Tenía tantos sentimientos contrarios que lo hacían dar mil vueltas por la noche, en la locura de la noche lo llevan a uno a pensar cosas estúpidas y a considerar todo tipo de escenarios, unos felices otros... no tanto, unos extraños y más ocultos donde se comenzaba a preguntar cosas estúpidas como ¿cuantos lunares tendría el chico japonés?, ¿Qué tan fácil será marcar su delicada piel?, ¿a qué sabrán sus labios?, aun si eran pensamientos que desechaba al instante comenzaba a ser recurrentes, por el otro lado no podía dejar de pensar en el Kazajo en la rara mueca que hacia como sonrisa, su bonita piel apiñonada o los obscuros ojos brillantes que solo se encendían para él.

Según yo las reverencias son algo de suma importancia para los japoneses usualmente solo se hacen inclinaciones completas ante situaciones o personas muy importantes. Además ellos creen en la Jerarquía según la edad entonces que Nikolai siendo un hombre mayor que en teoría es de mayor rango que Yuuri es algo impactante por eso nadie se atrevió a decir nada, ni siquiera Yurio ya que aun siendo ruso comprendía el impacto que tenía esa acción para el entorno cultural japonés. por otro lado se que es un poco cliche que vivan juntos pero tiene una razón de ser(amenos eso creo) ademas que serian los fanfics sin un poco de cliche.

Sin nada más que decir Aruchel se despide, te manda un abrazo y de da las gracias por leer.

*** Eres un sol ***  

El lazo que nos uneWhere stories live. Discover now