ⅱ。 Crush.

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Crush.
Spideynisher.

—... entonces llegó el señor Stark, y me regañó otra vez.

Parker hablaba con Ned, Gwen, Michelle, y Cassie durante el almuerzo, últimamente se quejaba bastante de su tutor momentáneo, llegaron a la conclusión que la responsabilidad golpeó fuerte al egocéntrico héroe, sumándole que Peter ha estado bastante rebelde desde que se enamoró de cierto hombre, obviamente, no en el mal sentido, sino que quería la libertad necesaria para poder encontrarse a escondidas con el anti héroe, una libertad restringida por los protocolos de Tony.


—Al menos no fue el Capitán América —comentó Jones monótona.

—Peter. Llámalo al terminar las clases, dile que vendrás conmigo a cenar. Así puedes ir a verlo —sugirió la rubiecilla con amabilidad, sonriéndole.

—Ni me mires, mis padres casí me ponen un GPS.

—¿Qué? ¿De verdad? —preguntó incrédulo Ned.

—"Para que la estrella no se pierda", es gracioso porque son dos mensos que ni siquiera miran al cruzar la calle.

—Son mensos pero no malos, aparte tu tía los tiene de las orejas —Gwen apuntó, ganándose una risa de Lang.

—Yo sí tengo un GPS —mencionó desanimado el arácnido, deteniendo la alegría de la pulga, quién se inclinó en la mesa para sacudirlo de los pliegues de la camiseta, asustando al resto de amigos a excepción de Michelle, quién infló el globo de chicle.

—Escúchame, Peter, irás a la estúpida cena con Gwen para no levantar sospechas, y luego te confesaras a ese tonto del que me tienes cansada, escúchame, Peter Parker, no lo haces, y te aseguro que me haré pequeña para meterme en tus calzones, tomaré el elástico y me haré enorme, para hacerte el más doloroso calzón chino de tu miserable vida. ¿Entiendes?

Todos tragaron en seco al unísono, asintiendo, aun cuando la amenaza no era para ellos. Cassandra era terrorífica, a veces.

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Después de la escuela, fueron con la rubia hasta su casa, en dónde después de merendar se encerraron a planear la confesión del asombroso hombre araña.
Peter se negó rotundamente a decir palabras sobre lo que le dirá, así que discutieron sobre el obsequio que le ofrecería al final de cuentas.

—Flores definitivamente no.

—¿Un café? Él ama el café.

—Es una opción tentadora pero, no, ¿por qué no lo invitas a comer...? —ella mostró un brillo singular en los ojos. Benjamin la observó mientras ella ponía un extraña expresión de emoción—. ¡Podemos prepararle una cena, una cena simple para ustedes! Ya sabes algo rico, fácil para no estropearlo y que puedan pasar un momento tranquilos.

—¡Sí, sí! ¡Es una estupenda idea, Gwen! ¡Gracias, gracias!

Los adolescentes comenzaron a saltar en la cama con alegría, hasta se tomaron de las manos para girar con inocencia. El amigable vecino sabía que ahora tenía una pequeña deuda con la jovencita de orbes celestes.

—Trata de no ser nervioso al hablarle, Peter, todo saldrá maravilloso, confío en ti.

—¡Espera, espera! ¿Y que haremos? No sé, unas hamburguesas serían muy cliché y...

—Recuerdo que me contaste que le gustaban los sándwiches, ¿no es así? —interrumpió Stacy con una mueca comprensiva.

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Lanzó una telaraña a la pared del edificio dónde pudo apreciar al anti héroe; estaba apuntando con la mirada de su arma a un grupo de maleantes, por primera vez en años, los ignorará para trepar a través de la inmensa estructura, con la mochila colgando en la espalda. Antes de brincar al suelo de la azotea, sonó el famoso sonido del arma siendo disparada, agitó las manos para controlarse, desprecia la ideología de la persona que ama; pero lo ama, y por una noche puede hacer un excepción.

—¡Señor Castle! ¡Señor Castle! —llamó emocionado, viendo la expresión de sorpresa en el marine.

—Niño, ya te dije que no te metas en mi trabajo.

—Y yo ya le dije que no soy ningún niño.

—¿Qué haces aquí? ¿Sales de la escuela? —señaló distraídamente la mochila oscura.

—¡Oh! Tengo una sorpresa para usted, ti, sí, para ti —se corrigió empezando a caer en el efecto de los nervios, siendo perseguido por los hermosos ojos del castigador.

Buscó dentro del bolso el recipiente dónde estaban los tres sándwiches grandes, dos cajas de jugo de naranja y una lata de cerveza. Todo perfectamente divido y delicadamente ordenado.

Quitó el envase con una mano, extendiéndola al mayor con una sonrisa genuina y bonita, con los pómulos carmesí. Frank tomó con ambas manos el taper, asintió al divisar el contenido.

Lo citó a sentarse a los bordes del edificio, quedando las espesas botas militares y las ligeras suelas en el aire, debido a la altura. Peter no perdió la oportunidad de sentarse al lado del hombre, casí, sino fuera por el recipiente.

Castle comió contados bocados perdido en su propia burbuja, el adolescente apenas le dedicó una tímida mordida al suyo, eso sí, movía los pies impacientes.

—Quédate quieto, niño.

Escuchó el bufido del castaño, lo encaró: encontrando a Peter con las mejillas infladas, las piernas moviéndose con intensidad, y con la mirada entrecerrada encima del emparedado.

—Lo ves, te comportas como uno —finalizó con risas el ex-marine, negando con un movimiento de cabeza.

—El mundo entero se empeña en decirme de ese modo, ¡pronto cumpliré dieciocho años! Y si contamos el tiempo en el que estuve en el espacio —hizo garabatos con las manos, sacudiendo al inocente sándwich, lanzando un poco de aderezo y lechuga al suelo, a la calle en conclusión—, ¡tendría unos veintitrés años! Es extraño pero, el señor Stark dijo que sigo teniendo mi misma edad, no lo entiendo. ¡Metafóricamente soy mayor!

—A los veintiún años recién te puedes considerar mayor.

—Pffff, depende para qué.

—Todo a su paso, muchacho —le revolvió los cabellos al joven. Un joven que moría por chillar, sea un acto no tan romántico que digamos pero, es la primera vez que pasan de una palmada en la espalda.

—¿Y cuándo será el paso en el que me dará, bueno, me dará una chance? Digo, me gusta mucho, y quisiera tener una chance de demostrarlo, salir en una cita y cosas así...

El castigador con un rostro inexpresivo, descendió la mano hacía la mejilla del hombre araña, acariciando con el pulgar.

—Quizá, cuando cumplas tus veintiocho años metafóricos, si aún te gusto, y si no es pasajero, quizá, logre ceder.

La emoción de Peter se mantuvo intacta esa noche, el día siguiente, el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, está bien, duró la semana completa. Con la excepción que le mintió a Lang sobre la confesión para no recibir el calzón chino más grande de la historia, y le agradeció todos los días, a todas horas a la rubia que lo ayudó a escoger el presente perfecto.

❥In Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora