ⅷ 。You Know.

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Tu sabes.
ScarletWidow.


—Natasha, ¿Qué sucede? —Wanda cruzó los brazos por encima del pecho con preocupación.

La agente observaba a través del ventanal hacia el jardín del modesto recinto, la lluvia caía sin cesar en el atardecer obstruido por las nubes grisáceas. La rusa suspiró, horas atrás recibió una llamada de Steve, advirtiéndole que la zona bajó de seguridad, posiblemente, una cámara pública los detectó o un ciudadano habló con las autoridades, cómo fuese debían abandonar ese acogedor hogar para volver a repetir el patrón, por poco, semanal en los meses recientes.

—Me gustó este lugar —justificó melancólica, acariciándose el dorso del antebrazo.

En ese espacio encontró una casa a la cual volver, donde vivía sin restricciones con la compañía de la flamante hechicera, se halló en una rutina agradable, totalmente soñada. Un sueño que nuevamente se quebraba debajo de los pies, escogió ese sendero, no puede nombrar culpables de la situación, en algún momento juzgó a Stark de la separación, no duró mucho, porque Rogers delató el verdadero desencadenante de la tragedia; el gobierno actuó a favor de los más débiles, y aún amando a Wanda, sabe que como ella es una joven agobiada por sus habilidades, también sabe que había jóvenes que no escogieron morir, con mirada analítica cada quién tenía un punto a favor.

En el principio de la travesía estuvo con Anthony, barajó las cartas durante la batalla decisiva quedándose con Steve, Clint, Wanda, Sam y el resto de amistades auténticas, la mayoría de la familia, dolió pero en el fondo no se arrepiente del bando que eligió, porque...

—Tu corazón lo siente correcto, estás con tus seres queridos y es suficiente para seguir con esta odisea, despidiéndote de lo material, conservando lo importante, dándote la oportunidad de renacer, escribir bellas vivencias en los recuerdos —habló Wanda de manera telepática. La divagación de Natalia había sido demasiado fuerte para salir desapercibida, terminó con respuestas profundas, el honesto tormento que alimentaba el insomnio de la espía.

Maximoff rodeó la esbelta silueta de Romanova con los brazos, haciendo de su espalda un refugio para ella.
Anhelante de mostrarle su apoyo incondicional, el amor inconfundible, la comprensión arrolladora, Natalia merecía estar cubierta en la felicidad que le privaron desde su uso de razón, la felicidad que le arrebataron a la hora de quitarle todo.

Quizás, ella sea la representación del caos, con un dolor en la consciencia y la culpabilidad en las venas, sin embargo, ella le enseñó el sufrimiento a Natasha, le demostró hasta el rincón más oscuro. Esa ocasión, reservaron las palabras, guiándose por las genuinas manos escarlatas sin filtros, mostrándose mutuamente; mostrándose como a nadie lo hicieron.

—También me gustó este lugar pero, encontraremos uno nuevo. Ha pasado un año, continuaremos, Steve dijo qué cuando la situación se vuelva crítica, tendremos un sitio totalmente seguro con las puertas abiertas, confío en él, confío en que saldremos de lo que sea, cómo equipo, cómo familia.

—Siempre ha sido así, huir, esconderse, refugiarse, escapar... creí que con los chicos me tocarían años de descanso, de poder despreciar una rutina hogareña, saborear la monotonía, cansarme de los mismos rostros, los mismos chistes estúpidos, los mismos saludos, creí en la familia problemática que me prometieron, creí que seríamos así hasta el final, y me equivoqué. Sólo siento que seré la marioneta de los demás, qué moriré siéndolo, qué lo que alguna ocasión fui se perderá, y yo... —se mordió el interior de la mejilla, guardando silencio.

Wanda sabía esa pausa suspensiva sin concretar: miedo. Natalia tenía miedo de lo que deparará el futuro en su vida, y no puede mentir, el futuro es la incógnita más grande de la humanidad, nunca sabrás con que te golpeará o premiará a lo largo de la existencia.

—Yo sólo te siento a ti. A Natalia, a la mujer que amo, a una estupenda amiga, una leal compañera, una extraordinaria consejera, una tía sensacional, una novia envidiable. Una persona atenta, divertida, sencilla, honesta, que quiere el bienestar de sus allegados, la Natasha que entregaría la vida por otros. A quién siento, a quién sostengo, a quién considero vital y fundamental, eres tú, sólo tú.

—Wanda... gracias —es lo único que logró formular con una media sonrisa adorando su rostro.

—No agradezcas. Mi corazón estará contigo, siempre. Lo bueno de mi, te pertenece a ti.

—Lo bueno de mi, te pertenece a ti —imitó Natasha, asintiendo reiteradas veces, convenciéndose de lo dicho.

—Hasta el final —agregó, secundada por la rusa, inhalando el aroma a frutos rojos de su cabellos.

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Una mano frotó su espalda con cariño y pesadez, en un fallido intento de consolarla, a kilómetros podía deducirse el nivel de destrucción que nació dentro de la joven. Ella veía el lago; como si este tuviera las respuestas escritas en las aguas.

—La extraño —murmuró Wanda, armándose de valor para enfrentar al hombre, sintiéndose comprendida, al percibir el inminente dolor en él.

—Yo también la extraño —contestó con el mismo hilo de voz.

—Ojalá supiera que ganamos...

—Ella lo sabe, lo sé —corrigió sin titubeos, abrazando a la menor por los hombros.

—Hizo lo correcto, está en paz... —murmulló, escondiéndose en el pecho del arquero: quién la envolvió con fuerza y contención.






Notas:
No sé si me pasé pero, no quería excluirlas, espero te agrade y no te haya hecho llorar, porque no era la intención. (?)

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2019 ⏰

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