Capítulo IV (Editado)

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Terrenos de Hogwarts, Hogwarts

El ejército de Voldemort descansaba después de su victoria en la batalla que tuvo lugar hacía menos de dos horas. Las tropas hablaban entusiasmadamente, algunos dormían y otros recogían los cuerpos de los caídos. 

Entre ellos estaba Regulus Black, quién cargaba el cuerpo de su amada esposa. Ambos habían luchado codo con codo durante la gran parte de la batalla, hasta que se separaron, debido a que uno de los troles de Voldemort había muerto, e iba a caer encima de ellos. Desde ese momento, no se volvieron a encontrar hasta la muerte de ella.

~OoO~

2 horas antes

Aunque hacía menos de media hora que Regulus no veía a su esposa, para él había pasado una eternidad, estaba realmente preocupado. Empezó a moverse por los terrenos, esos que hacía menos de 15 años había pisado como estudiante y, que hasta ese momento no había vuelto. Dio una vuelta sobre sí mismo, asegurándose de que nadie le estuviese apuntando y lanzó un hechizo de invocación, su varita se levantó por los aires, apuntó hacia donde se encontraba su amada y volvió a caer en su mano.

Se dirigió corriendo hacia donde la varita había apuntado, lanzando maldiciones a cualquiera que se cruzase en su camino, aliado o no. Regulus era presa del pánico, no sabía qué haría con su vida si su esposa moría, no sabía si podría soportar esa terrible pérdida. No sabía si estaría cualificado para cuidar de un niño sin ella a su lado. 

Corrió, y siguió corriendo hasta donde la varita había apuntado. Y allí estaba ella, luchando como una diosa de la batalla, rodeada por 5 aurores y Dumbledore, quienes no dejaban de hostigarla a base de hechizos y maldiciones. Ella se defendía exitosamente, y lograba atacar, derribando a uno de los aurores. Regulus gritó su nombre, y ella se giró, y lo vio con una sonrisa en sus labios.

Y recibió una maldición de Dumbledore.

Cayó al suelo, y sus atacantes se marcharon, creyendo que ya estaba muerta. Regulus se dirigió a ella, a una velocidad vertiginosa. La agarró de los hombros, y se desapareció; la barrera reconociéndolo como mortífago. Era peligroso aparecerse con una persona herida, pero en ese momento, Regulus no podía pensar con claridad. Ya en la casa Black, Regulus depositó a su mujer en el sofá. No había herida visible, por lo que podía suponer que ella no iba a sobrevivir. La abrazó, y se dio cuenta de que el calor de su cuerpo iba menguando, poco a poco, como si la vida en su interior desapareciese. Efectivamente, era así. Ella moría lentamente, y aparentemente sin dolor. 

Cuando expiró su último aliento, Regulus gritó como nunca antes lo había hecho. Le habían arrebatado de los brazos a una de las personas más importantes de su vida, si no la que más. Era divertido como la vida era injusta, ¿Qué había hecho él para merecer esto?

Su familia y sus ideales le habían obligado a entrar en un grupo de psicópatas asesinos, a entrar en una guerra sin sentido; y por eso, había perdido a su esposa a manos del supuesto "Líder de la Luz". Ahora tenía que criar a su hijo, huérfano de madre. ¿Cómo se suponía que iba a hacerlo, cómo le diría que su madre había muerto de esta manera? Simplemente no podía. 

Decidió dejar a su hijo en manos de su madre, ella le criaría, sin duda, mejor que él. Ella podría darle el afecto femenino que él no podría darle jamás. 

𝕃𝕠𝕣𝕕 𝔻𝕒𝕣𝕜 (𝔼𝕟 𝔼𝕕𝕚𝕔𝕚ó𝕟)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora