...Fantasmas...

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Es increíble como el ser humano tiende a forjarse una idea sobre las personas que conoce, es tan difícil asimilar el cambio y aunque todo alrededor sea diferente, nos aferramos a lo que alguna vez vivimos, quienes alguna vez fuimos. Cuando nos alejamos de personas con las que convivíamos y el destino vuelve a encontrarnos, sencillamente ni ellos ni nosotros somos los mismos.

Quizá sea por eso que las relaciones que han sido tan fracturadas, sencillamente no pueden volver a funcionar, más aún cuando hay distancias. Cuando por alguna razón se deja de tener comunicación por un largo tiempo... ¿No me cree? Pues bien, intente hablar con alguna pareja del pasado y notará que lo único que queda son vestigios de grandeza, buenos recuerdos y hermosos momentos, pero... ¡Solo hay pasado!

Es frustrante como sin importar lo que se intente, ambos quedan estancados, en un fragmento del ayer y ya no puede continuarse; si se continúa, se verá la sorpresa de que ya no, la relación no puede seguir adelante, porque sencillamente todo cambia. La vida nos cambia, todo lo bueno o malo que nos suceda viene a afectar nuestra personalidad y nuestra forma de ver las cosas, aunque hay metas y sueños que persisten a través del tiempo, quizá nuestros prejuicios y también nuestras creencias y opiniones van adaptándose al paso de los años.

Tal vez eso explique por qué a algunos se les hace tan difícil volver a creer, se les hace tan difícil aprender a confiar; siempre he pensado que el primer amor no se olvida, tan solo se supera. Porque una mente que nunca ha sido dañada puede volar alto, puesto que no hay cicatrices y eso es bueno para la espontaneidad del amor, considero que en esa etapa no se escatiman esfuerzos, se hacen sacrificios que en otras circunstancias serían inconcebibles.

Pero, la realidad es que lo más probable sea que usted y yo ya hayamos caminado por las calles de la melancolía o hayamos caído al abismo de la depresión. Los días dejan de tener sentido, nos movemos por inercia, por el simple hecho de que el mundo no se detiene, aunque las horas pasan más lentas y la habitación se convierte en un lugar dedicado a una lenta agonía que no se detiene y ataca con toda su fuerza al llegar la noche.

Es de admirar como a pesar de estar rotos, pretendemos que las cosas están bien ante los demás, sonreímos, aunque la mirada que no sabe mentir dice que esa sonrisa no es verdadera, las reminiscencias duelen, el tiempo duele, los sueños rotos nos duelen y ya no somos los mismos con cada decepción.

Después de muchas historias sencillamente es casi imposible volver a soñar, después de haber entregado tantas veces el alma, todo se vuelve un círculo, puedes predecir qué sucederá. Un día todo está bien, al día siguiente ya no y las personas se van, una a una y al final vuelves a estar solo; de nuevo en la habitación que ha atestiguado tantas noches de desvelo hablando con quien creías que valía la pena, pero también ha visto las lágrimas que caen de tanto dolor, de tanta frustración.

Y entonces... cuando crees que lo sabes todo, viene alguien y rompe el ciclo al que ya te habías acostumbrado, rompe el círculo y te libera de la oscuridad en donde has divagado por tanto tiempo y hasta te has acostumbrado, esas personas que tienen luz en su mirada, te cambian así de repente, el cielo gris vuelve a recobrar la tonalidad azul, pero hay un problema: ¡Persisten los fantasmas del pasado!

Y no sabes que hacer, no sabes cómo continuar, porque todo parece tan bueno, pero tus heridas allí están y te recuerdan que nada es eterno, así que te preguntas ¿lo intentamos o no? Y así perdemos las oportunidades, porque esa pregunta no se resuelve al paso del tiempo, creemos que un día tomaremos la decisión, nos engañamos diciéndonos: "hoy no, quizá mañana", y para cuando estamos decididos, sencillamente las personas ya no están, es comprensible porque no les pudimos dar aquello que esperaban, todo por nuestro temor.

El transcurso de nuestra historia sigue y nosotros debemos continuar, cargando ahora no solo con los fantasmas que nos hicieron daño, sino además con la culpa de no habernos dado otra oportunidad, hasta que llega alguien que logra descifrar ese nudo en la garganta que se forma, entre un "te quiero" y un "no estoy listo." Y es allí cuando todo empieza a cambiar...

AthaliaWhere stories live. Discover now