Reminiscencias (Parte I)

8 1 0
                                    

Cuando estás en las manos correctas, cuando por fin coincides con alguien a quien has esperado toda la vida el tiempo se torna en contra, las horas pasan como arena entre las manos y así, como en un abrir y cerrar de ojos pasé toda la tarde junto a Athalia. Fue la enfermera que nos irrumpió abruptamente cuando mejor la pasábamos informando que la hora de visitas había culminado. Después de casi siete años, sentí de nuevo el temor al abismo de la soledad; fueron mis ojos quienes me delataron ante mi hermosa, ante mi dulce, ante mí aún desconocida Athalia.

- Le prometo volver el día de mañana, luego de culminar con mis labores cotidianas, -me dijo, como leyendo mis pensamientos y calmando la ansiedad que de pronto invadió mi alma.- Le sonreí e hice un gesto de salvedad.

- Mis ojos serán benditos si vuelven a coincidir con su mirada, pero no se ocupe, sé que usted tiene compromisos y yo soy ajeno a su cotidianeidad. Si encuentra algún espacio entre su horario, seré feliz, muy feliz y si no sucede así, comprenderé de igual manera.

- Perdone si le suena atrevido, -dijo ella- pero voy a tratar de robarle minutos al tiempo para tenerlos a su lado.

- Bueno, si esa es una promesa, - le respondí- yo prometo alargar los momentos que esté junto a mí. Gracias por la visita de este día.

- Procedo a retirarme, Sebastián. –En ese instante soltó un leve suspiro, imperceptible ante casi cualquier persona; casi, porque yo si lo noté.

- Váyase con cuidado, por favor, que de momento se me dificulta salvaguardarla del terror nocturno.

La enfermera volvió a irrumpir con su melodiosa voz (nótese el sarcasmo) y de esta forma culminó nuestro primer encuentro mágico. Esa noche, mientras leía, como era habitual, me detuve un instante para escribir algo en mi libreta, en el momento en que sostuve el lapicero, una sola idea recorrió todo mi encéfalo y todo mi sistema nervioso: "Athalia".

Escribí su nombre quizá unas cincuenta veces, fue en ese instante que supe que su sonrisa había hecho efecto en mí. No recuerdo si la soñé esa noche, pero de algo estoy seguro, dormí pensando en ella. Su imagen no la podía sacar ya de mí, su voz la tenía marcada en mí ser.

Al día siguiente, la esperé desde las ocho de la mañana, aunque era evidente que ella no llegaría sino pasadas las dos de la tarde. Pero no llegó. Recuerdo preguntarle a la enfermera unas ocho veces, si había algo para mi persona (fuera una carta, un recado o una visita), pero no supe de ella. Así pasaron dos días más, al tercer día vi el cielo gris y pude sentir como el atardecer conocía las nubes en mi corazón. La lluvia se hizo presente, fui quedándome dormido con un desasosiego total.

Aún recuerdo ese sueño con tal vehemencia debido a lo vívido que fue, más bien... fue una pesadilla. El sueño inició con un haz de luz, iba caminando en línea recta pero no sabía bien a donde, después de unos segundos intenté ver como estaba vestido y me advertí que usaba un traje negro, con corbata y camisa (quizá vaya para una fiesta, pensé). Al avanzar escuché el murmullo de la gente:

- Por fin llegó el día. –Comentó una señora.

- Se ve muy elegante con ese traje. –Agregó un señor, que estaba al parecer a su lado.

Seguía sin poder mirar nada a mi alrededor, solo un cuarto blanco. Hasta que detrás de mí se escucharon unos pasos, entonces pude ver y la habitación se tornó en una especie de catedral; sí, estaba en una iglesia y al alzar mis ojos la volví a ver. Olvidé que era un sueño, volví a ver a Allison, ella vestía de blanco, de novia, iba vestida de color tuang. Acompañada de su padre, no pude evitar caer de rodillas y dar gracias al cielo, la veía acercarse más y no lo podía creer, iba a casarme.

Se acercó hasta el altar y no pude evitar sonreír y llorar al mismo tiempo, estando cerca de mí me tomó de la mano y con su sonrisa tan característica dijo su frase icónica: "Estoy nerviosa". Pude sentir sus manos frías como hielo, entre tanto mis manos temblaban, linda pareja, ¿no creen?

El padre dio un discurso breve y conciso, pues en unos instantes llegamos al momento más esperado:

- Amados hermanos, después de estas palabras ha llegado el momento de culminar el anhelo entre Sebastián y Allison, quienes han decidido unir sus vidas por siempre y siempre. Como parte del protocolo debo decir lo siguiente: Si hay alguien que decida interponerse en esta boda que hable ahora o calle para siempre. -Expresó-.

¡Yo me opongo! –dijo una sombra a la distancia.-

AthaliaWhere stories live. Discover now