Una vida juntos.

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Retomaron su destino original. El ambiente se sentía tranquilo entre ambos.

El rubio tenía planeado dirigirse a un restaurante, tuvo que reservar con antelación para pasar un momento agradable con su omega, sin gente que perturbe su momento.

Para el joven ruso esta sería una noche muy importante, donde de definiría una parte esencial en su relación y su futuro. Quería que todo fuera como había planeado.

Aparca el auto en el estacionamiento del elegante lugar. El predominante alfa baja del vehículo para ayudar a su omega. Toma la delicada mano de Yuuri dejando un beso en sus nudillos y entrelazando sus manos siguen su camino, siendo recibidos cordialmente por los empleados del lugar.

El interior del restaurante sorprendió gratamente al japonés, el lugar era enorme y desprendía una sensación acogedora. Un empleado los guió a un lugar apartado para la comodidad de la pareja.

Era una pequeña habitación decorada con velas aromáticas que provocaban un cosquilleo agradable en la nariz de Yuuri. Había una mesa colocada en el centro con platos y utensilios perfectamente alineados.

Yuuri pensó que su alfa se había esmerado en conseguir llevarlo ahí, y aunque era muy lindo de su parte, a él le gustaría estar recostado en un sofá envuelto en los brazos del rubio.

Complacer al japonés era demasiado sencillo. Pero no desaprovecharía una oportunidad de pasarla bien con el ruso.

Katsuki se acerca para besar la mejilla de su alfa y ambos se sientan en sus lugares, esperando que regrese el camarero con la comida que habían pedido con anterioridad.

Sus manos se tocaban sobre la mesa, el pulgar de Yuri acariciaba la tersa piel del su omega e inevitablemente sonríe por el agradable y simple momento que pasaban con solo un roce de piel.

El rubio contemplaba el rostro alegre y entusiasmado que expresaba el azabache cuando hablaba de la situación de su amigo tailandés. El moreno les había contado que pronto serían los padrinos que su primer cachorro. Yuuri, como mejor amigo del chico, había explotado de la emoción al enterarse que pronto seria tío y no había momento donde no hablará sobre el bebé que pronto estaría con ellos.

Plisetsky podía decir que estaba celoso de la emoción que sentía su omega. Se alegra por el moreno, sí, pero deseaba que la conmoción en los sentimientos del japonés fuera por razones diferentes. Anhelaba que la sonrisa del chico correspondiera a la llegada de su bebé. De ellos dos, un cachorro de ambos.

Los dos omegas siempre les había gustado los niños y no dudaba que el tailandés y Seung serían unos padres increíbles. Ambos chicos se aman demasiado y habían esperado mucho para formar una familia. El coreano es un alfa inexpresivo con la mayoría de personas, increíblemente cuando conoció a su actual esposo este fue la excepción, aquel chico hiperactivo domo su corazón completamente, desde el principio estuvieron destinados a encontrarse.

Yuuri sonreía cuando hablaba sobre que deberían hacer para ser unos buenos padrinos, no conocía al bebé, pero ya era su ahijado favorito.

El rubio toma la mano de su omega despertándolo de sus pensamientos y es cautivado por los brillosos ojos del azabache. Y recuerda la razón tan importante por la que están ahí. Sus palmas se sienten sudorosas e inconscientemente las frota en su ropa, siente la humedad en su espalda baja y decide retirarse el saco y colgarlo en el respaldar de la silla.

Un mesero llega con la comida y una botella de sake tradicional. Acomoda todo rápidamente y preguntando a la pareja si todo estaba correcto, se despide con una rápida inclinación saliendo de la habitación.

-Yuuri, yo quería decirte...- el rubio observo la mirada ilusionada del japonés y eso solo lograba ponerlo mucho más nervioso-. Y-yo... ahora regreso.

Plisetsky se levanta rápidamente con dirección a los sanitarios para relajarse un momento. No sabía que podía ser tan difícil, solo le pediría que se casara con él... era simple.

¿Entonces por qué estaba frente a un espejo preguntándose como hacerlo? ¿Por qué simplemente no se lo pedía y ya?

Era Yuri Plisetsky siempre había conseguido todo lo que se proponía. Pero aquel hermoso japonés que estaba esperando, era mucho más de lo que jamás había deseado. Lograba alborotarlo y emocionarlo en sobre manera.

Habían planeado esta noche con Otabek y Phichit, nada podía salir mal. Todo estaba sucediendo como lo habían planeado hasta ahora. Solo tenia que asegurarse de tener lo necesario en su mano y todo estaría bien.

Palmea su costado buscando una cajita aterciopelada. Recuerda que estaba en su saco. Aquel donde había dejado con Yuuri.

Toma bocanadas de aire tratando de relajar su respiración.

Todo estaba bien mientras no entrara en pánico. Solo haría una llamada a Beka para sentirse seguro, su amigo había estado mensajeándole constantemente durante la noche. Necesitaba escuchar que no había hecho ninguna estupidez.

Busca en su bolsillo su móvil y al no encontrar nada suspira rendido.

Estaba jodido.

Claro que no todo podía salir bien, seguramente su omega estaría preguntándose por que su celular no dejaba de sonar. Decide regresar rápidamente antes que el azabache sospeche algo.

La gente lo miraba extraño por la forma en la que transpiraba, su cuerpo se movía en busca de la habitación en donde debería estar su omega esperando por él. Deseaba que Otabek o Phichit no le hubieran llamado porque entonces Yuuri si tomaría su celular.

Se detiene en el marco de la puerta recuperando la respiración y siente como el calor de la carrera abandona su cuerpo.

Puede apreciar como Yuuri se encuentra sorprendido sosteniendo la cajita en su mano izquierda y hablando con su celular nervioso. Con el celular del rubio.

En ese instante el alfa concluyó que no siempre las cosas salían como planeabas. A veces solo tenias que improvisar.

Se acerca a su omega y puede escuchar su conversación respondiendo a quién estuviera del otro lado con una voz confundida.

-Phichit, realmente no tengo idea de porque me felicitas ¿tenía que pasar algo bueno hoy?-. Yuuri observa la cajita negra en su mano y se sonroja comprendiendo a donde quiere llegar el tailandés-. O-oh creo que...

-Yuuri...-. El azabache salta de la impresión de ser sorprendido por el rubio-. Arruinaste la sorpresa que tenia planeada, bebé.

Me observas nervioso con los ojos vidriosos y tomando el control de la situación me arrodillo y sosteniendo tu mano doy inicio a una de las cosas más importantes que jamás pensé hacer.

-Yuuri, esta noche quiero pedirte que me escuches y que logres comprender todo lo que significas para mi. Deseo que permanezcas a mi lado, quiero poder amarte con libertad y que tú me ames de la misma forma-. El rubio besa el dorso de la mano ajena y continúa-. Cuando te conocí me enamoré de tu fuerza, de tu independencia, amo todo tú ser como no tienes idea. Nuestras almas nacieron para conocerse, lo sé, puedo sentirlo con solo mirarte, se que eres lo que estuve esperando. Quiero ser un esposo en quién confíes. Eres increíble y comprendo que no necesitas que alguien cuide de ti, lo entiendo. Pero como pareja es inevitable proteger a la persona que amo. Dime, Yuuri. Aún sabiendo todo esto ¿me aceptarías como tu compañero? Si me confías tu corazón, juro que lo atesorare toda la vida, mi amor.

El rubio tenía el rostro sobre la mano del azabache ocultando su sonrojo por lo nervioso que se encontraba. El peso del cuerpo ajeno impactando sobre el suyo lo sorprendió, logrando que ambos cayeran al suelo. Yuri pudo sentir los cálidos labios de su omega besarlo con suavidad y como las lágrimas ajenas acariciaba sus mejillas.

-Yuri, te entregaría mi cuerpo entero si eso significa quedarme a tu lado.

Plisetsky comprendió en ese pequeño instante, que apenas era el comienzo de su historia.



Esta Noche  [YuYuu] [Yuri On Ice!!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora