Yung guns

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El mar de Auradon era un lugar tranquilo muy tranquilo, la gran Bahía era alumbrada por los pequeños faroles que relucían vibrantes e iluminaban todo en la negra noche, se escuchaba las pequeñas olas remolcar y chocar contra el casco de los barcos, se deshacían en espuma y las pocas personas que se encontraban ahí lo disfrutaban.

El gran castillo del rey estaba iluminado, el salón principal con una gran cena y uniendo a los nuevos reinos que ahora parecían ser uno, la gran foto del rey y la reina del Auradon se alzaba en el mismo salón con detalles que los hacían parecer tan reales, más allá de él, la servidumbre se movía de un lado al otro, las habitaciones de los invitados también estaban iluminadas, todo era luz, tranquilidad y un calor agradable en el castillo, se sentía como un hogar.

Al final del pasillo, en una ala del castillo con vista al mar se encontraba nuestra reina de la isla, la bruja de mar, miraba incansablemente a lado de la bahía, un barco en específico, el que sobresalía por los demás por ser de piratas. La Jolly Roger tan deslumbrante, tan hermosa se movía en un ligero vaivén con las olas, el camarote del capitán estaba iluminado y sabía bien quién estaba ahí, esperando por ella. Sus últimas palabras resonaban una y otra vez, una y otra vez en su mente haciendo un gran agujero en su pecho, no quería que se fuera pero tampoco se podía quedar, él no pertenecía a Auradon, lo sabía perfectamente.

Miro a la cama una vez más, el vestido Aquamarine con algunos toques dorados resaltaba en las blancas sábanas, había sido confeccionado especialmente para ella, aquella tela simulaba un mar negro con estrellas doradas que se movían de un lado al otro siempre y cuando diera muchas vueltas bastantes como para perder la cabeza de nuevo y caer, caer pero no en sus brazos como siempre así, tomo un respiro antes del collar se iluminará y pidiera regresar a dónde pertenecía, su hogar.

Del otro lado de la ventana justo en esa camarote del barco se encontraba el capitán, esperando paciente tenía hasta la medianoche como cenicienta para que volviera, volviera y fuera de él de nuevo, que escaparan de ahí y rompieran el pequeño trato que deberían de mantener con el rey pero a él no le importaba sabía que al rey tampoco, podría ser muchas cosas pero ante todo defendía sus ideales acerca del amor. Entendería bien porque la pequeña bruja del mar iba a regresar con él a sus brazos y le haría el amor una y otra y otra vez hasta que pudieran estar en la isla. Miraba atento a la ventana que daba a su habitación y aunque no necesitaba una catalejo para verla mejor sabía que lo hacía, se debatía internamente si sus palabras habían sido las correctas, habían compartido la cama sin embargo había sido claro, no podía quedarse con ella y ella tampoco tarde o temprano harían algo tan malo que tendrían que regresar pero su contestación fue otra, la necesitaban ahí y por el bien de la isla.

El fuerte estruendo sonó por todos lados, expandiéndose por todo Auradon, haciendo el mar, el bosque y el cielo vibrar proveniente del castillo, un rayo había iluminado por todo el lugar, se esparcía una clase de humo negro y verde por todos lados que dejaba mareados a todo aquel que se atreviera a olerlo, no duraría mucho pero si lo suficiente como para que corriera con la capucha negra encima de su cabeza y cubriendo todo su cuerpo con la capa del mismo color, el collar vibra y destellaba en su pecho, golpeaba fuerte contra el y era llamado solo a un lugar a una persona.

Se abrió camino por el gran jardín de los Rosales, rosas de todos los colores, de todos los aromas, cogió una con sus dedos una roja y el otro del mismo color de su cabello, aquamarine, miro por encima del hombro los guardias la perseguían, podía escuchar el golpeteo de los cascos de los caballos contra el suelo, respiro profundo dejando caer una pequeña gota de sangre causa de una espina en la tierra y susurro una sola palabra lo siento seguido otro destello, una gran barrera de espinas se alzaba no permitiendo el paso, miro más allá de ellos en el pequeño balcón los ojos verdes mirándola y luego asentando, sabía lo que haría.

La tela se desgarraba con cada paso que daba, se le hacía tarde cada vez más tarde, no tenía un reloj en donde ver qué ahora era y mucho menos pensaba utilizar más magia, no quería hacer más daño de lo ya hecho. Su torpeza la hizo caer contra la arena estaba a pocos centímetros de llegar con él, hundió sus dedos en esta fría, húmeda y suave, tan suave como la recordaba, miró hacia el frente, otra vez el correr de los guardias con las armas en mano, la cena no había terminado bien, habían hecho el trato sí, había disfrutado de su última comida sí

¿Entonces qué había salido mal? Cuando el humo se empezó a expandir por todo el castillo alguien la señaló, si el collar brillaba pero no había sido su culpa, era algo de poca cosa y ella solo quería salir, recordaba al rey levantarse de su lugar y apuntarla con la daga que siempre cargaba, desde la última pelea, con él, su risa se había escuchado, la mano de la reina en su muñeca y luego alguien llamándola traidora, había sido más rápido que ellos dos pero aún así, en su acto se había encontrado a la reina, cruzaron un par de palabra y ella entendió todo, no sabía si la promesa que había hecho se cumpliría pero sus palabras la hicieron reconfortarse.

Echó la cabeza hacia atrás una última vez para ver a sus cazadores antes de tocar el agua, quitarse la capucha y la capa negra de ella, tirando de la tela del vestido y de los tacones que ya no aguantaba, empezó a nadar su piel ardía y la primera campanada se escucho, cerró los ojos y las olas empezaron, llevándola cada vez más cerca, la segunda sono cuando estaba a un par de centímetros sus manos desgarraba la madera llena de moho del barco justo cuando pensaba que lo había logrado la tercera sonó dando aviso que la media noche llegó y con ella que debía de abandonarlo.

Dejó salir un suspiro, miró una vez más al cielo las lágrimas picaban tanto y el ardor en todas las heridas eran más, el collar seguía brillando intensamente, tomo este entre sus manos y cerró los ojos al momento sintió sus brazos, el aroma tan peculiar de Hook que la llenaba y la hacia sentirse en casa, como su respiración chocaba contra su cuello y de nuevo sus labios en los suyos, en un beso casto, en un beso más suave que cualquier otro, cargado de amor, de esperanza, de fe, de un nuevo comienzo para ambos. Abrió poco a poco los ojos esperando estar con él, los ojos azules mar la miraban y su pecho resplandecía a la altura del corazón, una sonrisa se posó en sus labios, sus manos en sus mejillas y sus frentes juntas.

Estaban juntos, estaban juntos en un nuevo comienzo, una vida libre y solo mirándose, amándose, siendo libres, con el gran mar de fondo y el cielo estrellado, huyendo lejos de Auradon, de la isla, de todos, solo ellos dos.

A Descendientes one shot's Donde viven las historias. Descúbrelo ahora