Wait for me, Alpha [Larry Stylinson]

Capítulo Diez: ¿Humanos?

Louis conducía tranquilamente hasta llegar al sitio en donde su pequeño y él comprarían la decoración, comida, regalos y lo necesario para cuando Harry vuelva a casa. 

—¡Y también mucha comida! —su pequeño daba sus ideas para recibir a su padre— tendrá mucha hambre cuando regrese ¿no es así, papi?

—Así será, cariño. —El Omega veía a su pequeño por el retrovisor del auto, quien estaba siguiendo balbuceando y dando varias ideas.

Solo habían pasado una hora y media desde que Frederick lo llamara. Era claro que había intentado llamar a su alfa, pero no parecía responder por lo que supuso estaba ocupado.

Quería escuchar su voz, sentir su toque, sentir seguridad.

No era el único que se sentía así, Louis imaginaba que muchos omegas y algunos betas, también estarían sintiendo lo mismo.

—Papi —Elliot llamó la atención de su padre.

—¿Sí, cariño?

—¿Por qué papá se fue mucho más tiempo? —escuchó susurrar a su pequeño hijo, quien estaba realizando un pequeño puchero— Antes cuando se iba, solo pasaban días y luego volvía con tío Gibby. —Así llamaba Elliot a Gibson.

Louis sabía que algún día su pequeño sabría la respuesta, pero hoy no era el día.

—Cariño, si fuera por tu padre, elegiría nunca irse de casa pero es parte de su trabajo.—explicó Louis viendo como su hijo aun así fruncía el ceño— sé que se perdió de tu fiesta de cumpleaños pero te felicitó, ¿verdad?

—Papá lo hizo —afirmó con seguridad.

—Cuando lo recibamos, tal vez traiga consigo un regalo, mi vida. —observó claramente cómo a Elliot se le iluminaba la cara.

—¡Es cierto, papi!

—Muy cierto, Elliot —su padre sonrió y dirigió al auto al estacionamiento del gran lugar, en donde comprarían todo.

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—¿Por qué estás ahí? — preguntó seriamente Frederick a su omega, Clara.

—No todos los días tu alfa te revela que tiene un búnker secreto bajo tierra —se excusó, podía escuchar el suspiro que Frederick daba mientras hablaban por teléfono—  aparte que...me siento más segura y tranquila aquí.

—Solo mandé a construirlo en casos de emergencias, Clara —frotó sus dedos contra sus ojos— ve a casa, linda.

—Este es mi hogar hasta que vuelvas, Frederick. —dijo con voz firme.

—Dios, te comportas como una adolescente —se rio— Bien, de igual forma el búnker está cerca de aquí así que luego de que los alfas vuelvan a sus hogares, estaré ahí.

—Me parece bien —Clara sonrió triunfante a pesar de que su alfa no la viera.

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—Buenos tardes, Louis. Buenos tardes, Elliot—saludó sonriente el gerente del lugar. 

—Muy buenos tardes, señor Carlos —dijeron Louis y Elliot al unísono, mientras ingresaba al mercado de gran variedad.

Directamente fueron al pasillo de Dulces con un carrito de compras que previamente habían recogido antes de ingresar.

Louis podía ver cómo a su hijo se le iluminaba el rostro por la cantidad y variedad de dulces que veía a lo largo del pasillo. 

Era el paraíso.