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Estábamos en una casa vacía sólo con tres maletas de Carlisle y cuatro mías

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Estábamos en una casa vacía sólo con tres maletas de Carlisle y cuatro mías. Mire a Carlisle divertida y camine por la sala vacía viendo las rosas del jardín.

-Quiero que decores tu casa como gustes.

-Es nuestra y no la voy a decorar sin ti.

Carlisle empezó a subir las maletas a la única habitación habitable, la nuestra. Habían pasado cuatro días desde que dejamos el hotel y Carlisle decidió quedarnos mas tiempo en Venecia. Era una cuidad hermosa y a mi me gustaba sus bosques y a pesar del sol Carlisle se las arreglaba para trabajar.

-No quiero que me dejes sola, da miedo.

-Hunter tengo que trabajar.

-No lo tienes, además estoy enferma.

-¿Si? A ver -dijo acercándose y tocando mi frente -Estas ardiendo en fiebre.

-Te lo dije -le dije subiendo a ver la habitación. Las maletas estaban al frente de la cama matrimonial y las cortinas estaban corridas.

-¿Te gusto la casa? -me pregunto recostandose de la puerta.

-Es hermosa -dije mientras me sentaba en la cama. -Pero sigo insistiendo en que estar sola no es buena opción, acabamos de llegar.

-Trabajare solo algunas horas Hunter, antes del atardecer estaré aquí -dijo mientras besaba mi frente -Busca algo para entretenerte y mañana empezamos a amueblar la casa.

Asentí y tome una de las maletas para empezar a desempacar. Escuché la puerta principal ser cerrada y luego el auto acelerar por la silenciosa calle. Vivíamos en un pequeño bosque alejado de la cuidad una casa pequeña y muy linda. Acomode la ropa de Carlisle y la mía entre el closet y las gavetas para luego bajar a mirar la cocina. La casa tenía una sala, el comedor, la cocina, un baño en la planta baja y en la planta superior habían tres habitaciones sin contar la habitación principal y todas tenían baños. El jardín era hermoso y lleno de flores amarillas y rojas.

Ya empezaba a oscurecer así que estaba aburrida, sola tenía ropa y eso me empezaba aborrecer por el aburrimiento. Me acosté en la cama y empecé a jugar con mis piernas y a cantar como si fuera Avril Lavigne mientras cantaba Complicated.

-Why do you have to go and make things so complicated? I see the way you're acting like you're somebody else gets me frustrated -mi canto fue detenido cuando escuché un auto ser aparcado así que me levanté de la cama y baje rápido las escaleras para ver a un Carlisle entrar con unas rosas y unos chocolates.

-Si sigues así me harás engordar -dije con una gran sonrisa.

-Bueno no me importaría unas libras de más -dijo acercándose a mi y dejando un beso casto en mis labios y juntado nuestras frentes.

-¿Cómo estuvo el día? -pregunte en un susurro tomando las rosas y los chocolates.

-Agotador, ¿Y el tuyo? -le sonreí y tome su mano guiando lo a la cocina.

-Necesitamos libros, luego de desempacar me aburrí.

-Entonces mañana madrugaremos y vamos de compras -dijo mientras me veía poner las flores en un jarrón. -¿Comiste?

-No e tenido hambre, Carlisle Cullen quita esa cara no moriré por no comer -dije abriendo la cara de Ferreros y comiendo chocolates. -Mmm..

Lamí mis labios saboreando el chocolate y subí a la habitación con los chocolates en la mano sabiendo que el me seguía. Deje mis chocolates los cuales me comería y tome una blusa de Carlisle y unas tangas y me metí al baño. Sali luego de varios minutos y me lance a la cama donde Carlisle estaba acostado mirando a la nada.

-¿Qué sucede? -le pregunté abriendo otro paquete.

-Creo que Edward tiene problemas con Bella.

-Te preocupas demasiado, abre la boca y come. -dije mientras lo obligaba a morder del chocolate.

-Esto sabe terrible -dijo mientras masticaba y pasaba su brazo por mis hombros recostando me en su pecho.

-El chocolate es gloria, deja de quejarte -dije mientras lo obligaba a comer más.

-Solo a ti se te ocurre llenarme de chocolate el cual vomitare cuando me vaya a bañar -me separe de el cruzando mis brazos. -¿Qué?

-¿Desperdicias mis chocolates? ¡Carlisle es chocolate! -dije en tono de reproche -Tú estómago debería ser tolerante a la gloria.

-Mejor come eso tú y déja de intentar matarme -dijo burlón y pasando sus manos por mi cintura.

-Va a bañar y más vale que pienses algo que mejore mi humor contigo antes de que duermas con el perro.

-No tenemos perros -dijo mientras se reía.

-¡Carlisle! -le grite lanzando le una almohada.

Deje la caja de chocolates en la mesa y me recosté en la cama poniendo mi rostro en la almohada que usaba Carlisle mientras me veía dormir como un lunático y para no dejarme sola. Cerré los ojos cansada, a los segundos las frías y fuertes manos de Carlisle me alzaron quedando recostada de su pecho.

Hunter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora