– Capitán – dijo una voz en su oreja.
Chris abrió los ojos y Piers le dio los buenos días con un beso en un su cuello y un plato de huevos fritos con tostadas en su regazo.
– Te he hecho el desayuno.
– Un detalle. Muchas gracias.
Se incorporó y atacó su desayuno, mientras Piers se sentaba frente a él con las piernas cruzadas y lo observaba mientras comía.
– También hay café, si quieres. ¿Te traigo una taza?
– Mmm, sí, por favor.
El chico casi saltó de la cama, feliz de haber conseguido un «muchas gracias» y un «por favor» de Chris Redfield en menos de un minuto después de dos años de órdenes. Sabía que a Chris le gustaba el café negro y con poco azúcar, y sabía también que no se imaginaba que se acordase, lo que lo hacía sentir cierto orgullo por poder sorprenderlo con cualidades ajenas al trabajo.
Dejó la taza de café en la mesita de noche y recuperó su asiento de primera fila en la cama. Esperó a que Chris se terminara los huevos y dejara el plato a un lado antes de sentarse a horcajadas sobre él.
– ¿Podemos hablarlo ya?
Chris sonrió. Había sospechado que tanta amabilidad tenía un porqué.
– Por tu interés, deduzco que no quieres que esto sea algo informal.
– Correcto.
El capitán bajó la taza y se inclinó hacia delante, sujetando la barbilla de Piers con la mano libre y atrayéndolo hacia él para darle un beso amargo de café.
– Entonces creo que no tenemos nada de qué hablar.
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Strangela's Nivanfield Day
FanfictionPor el aniversario de la muerte de Piers, un fanfic en el que no se muere. Final arreglado. Yay. Podría escribir más sobre el fanfic pero entonces el resumen quedaría más largo que los capítulos.