Welcome Home (Sanitarium) || Paraguay x Chile

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Nota aclaratoria: El nombre del fic es el de una canción de Metallica, así que no me corresponde crédito por eso. Tampoco por la idea original, que pertenece a Julio Cortázar y su cuento "La Salud de los Enfermos".

Iba a ser una suerte de ArgChi, pero terminó siendo un ParaChi, o algo así... En fin. Creo que es el oneshot más largo que escribí de este fandom y merece justamente su reedición. Espero que lo disfruten.

WELCOME HOME (SANITARIUM)

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WELCOME HOME (SANITARIUM)

«Sleep, my friend, and you will see that dream is my reality»

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Manuel mira los dedos que debe sostener desde hace varios meses. Los ve amarillentos, resecos, con grietas que simulaban la tierra en plena sequía así como los labios partidos, la lengua seca, inquieta tras los dientes, que suplica por un poco de agua y que, por reflejo, comenzara a nacerle saliva para humedecer la boca. El dolor de cabeza parece derretirle los ojos, opacos, ahogados entre el calor del brasero y la humedad del interior; el viento frío se colaba entre las paredes mal terminadas de la casa, por entre las ventanas, y la neblina se filtraba como un gas venenoso haciéndolo quejarse en silencio.

Es Manuel quien, como tantas otras veces, sostiene su mano. Busca desesperadamente un poco de vida en la suya propia, pero su deteriorada salud hacía de su agarre apenas un roce. Manuel se ve en una complicada ironía, con la cordura tan al límite como la salud física de Sebastián y ya casi a punto de ponerse la soga al cuello.

No iba a ser capaz de decirle a Martín que a Sebastián no le quedaba mucho tiempo.

Maldijo por lo bajo, sin que el enfermo lo escuchara. Ya no sabía qué medidas tomar para que el dolor no siguiera extendiéndose por la carne. La respiración adolorida sonaba a esfuerzo, agudo e inconsciente. Jamás, en el resto de su vida, olvidaría ese sonido, los intentos de inspiración y expiración que acababan en tos seca y el color amarillento de los dientes de Sebastián luego de escupir sangre.

Frunció el ceño de repente y Manuel lo miró extrañado, levantando las cejas.

—¿Querí' algo? —Pregunta, con la desesperación brotándole por la boca—¿Tienes hambre? ¿Sed? ¡Puedo traerte algo altiro...!—insiste sin siquiera escuchar el real pedido. Estaba tan alterado que cualquier gesto de él lo ponía a la defensiva;  producía en Manuel un ácido en su garganta que no podía hacer bajar por la impotencia de saberse incapaz de anestesiar su enfermedad.

Sebastián negó con la cabeza sonriéndole a duras penas. Miró su mano sostenida firmemente en la de Manuel, quien interpretó el gesto como un intento de apretar más. Lo hizo él en su lugar sin autocontrolarse.

Los párpados entrecerrados vibraron por el desvío de sus pupilas hacia la fotografía que mantenía en su mesita de luz. Una foto de los tres, Martín, Sebastián y Daniel.

APLH: Si somos americanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora