Sin Condiciones || Argentina x Perú

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Nota preliminar: mención a la Guerra de las Malvinas, narrado desde un punto de vista más bien "argentino", así que por favor compatriotas, no se me ofendan ):

Leve ArgentinaxChile.

Leve ArgentinaxChile

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SIN CONDICIONES

Después de regresar al continente Martín fue capaz de entender aquel viejo refrán que Antonio muchas veces le repitió: "La guerra la escriben los que triunfan". Antonio sabía mucho sobre esas cosas, pues los europeos escribieron mucho sobre guerras. Gran parte de su desarrollo como países y Estados soberanos se escribió sobre sangre y carne. Él, así como todos sus vecinos, eran naciones demasiado jóvenes como para llegar a comprender a cabalidad lo que una guerra entre tantas potencias significaba. Antonio, aquella vez, ensombreciendo su mirada verde, tomó el hombro del muchacho y se retiró dando media vuelta, regresando al único lugar que, a principios del siglo pasado, le destinaron sus ex colonias al volverse independientes de él.

Cuando pone ambos pies en puerto, con el Atlántico rugiendo furioso tras su espalda, la lluvia y la tierra mojada le devuelven el alma y sus ojos lloran, su voz grita; la derrota le escoce la garganta y el honor se desmorona como castillo de arena tras lo que ha vivido. Es la primera vez que siente la derrota, él, quien dirigió aquella tan exitosa campaña en Latinoamérica, la que todos recordarían como la heroica liberación del continente del yugo europeo, salida de sus manos hacia la cordillera y el norte. El prócer de la independencia llora, ahora, una amarga derrota. La que más ardería en sus recuerdos como ninguna otra. Ardería por siempre, porque Martín, así como quien le puso el pie encima de manera inmisericorde para restregarle su error de juventud al querer enfrentar a una potencia como él, poseen almas eternas e inmortales, cuyo pasado repercute en el espíritu no sólo de sus propios cuerpos, sino en el de una nación entera.

Arthur. Aquel que, para los demás, no sería otra cosa distinta que el peor error de Martín.

El ejército baja del barco también, así como él lo hizo hace unos minutos. Los pocos que sobrevivieron sólo desean regresar a casa, abrazar a su familia y decirles que el horror ya terminó. ¿Para Martín también terminó ahí?

La memoria de las naciones resulta peligrosamente eficiente, y sólo eso basta decir para saber que su propio tormento no terminaría jamás.

Una vez más se ve solo. La orilla del mar jamás le había parecido tan monstruosa. Al levantar la mirada un poco, nota unas botas negras militares que han llegado hasta allí. Se siente feliz por no estar totalmente solo, pero está tan agotado que no le alcanzan las fuerzas para sonreír.

—Martín, soy yo.

El argentino reconoce su voz inmediatamente. Realmente quiere mirarlo y agradecerle su compañía, pero, en lugar de eso, el cansancio lo abruma y por primera vez en días enteros, siente que puede confiar en alguien y se deja caer de rodillas al suelo.

APLH: Si somos americanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora