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Lobo era Lobo, y eso no le agradaba. Él quería ser como Mariposa, diminutamente perfecta para ocultarse del resto del mundo. No era consciente de que Mariposa a veces quería ser como Lobo, enormemente temible.

Pero es que ninguno de los dos se conocían a fondo. Ninguno sabía lo que sufría el otro. Al final no eran más que una misma alma repartida en dos cuerpos.

Y quién podía decirles que no fueran como querían ser. Estaba más que claro que nadie, solo ellos mismos. Pero no era fácil. No era nada fácil ver cómo el barranco se desmoronaba con cada paso que daban para cruzar al otro lado, no era nada fácil ver cómo los reflejos del agua se inundaban amenazando con traspasar la línea de tierra que los mantenía lejos de la superficie. No era nada fácil ver cómo aquella que logró ser la manada perfecta para Lobo era justo de la que debía alejarse.

Lobo no quería contagiarles su color, pero eso no lo entendían. ¿Estarían tristes? ¿Enfadados? ¿Decepcionados? Así es justo como Mariposa se sentía.

Incluso en sus mejores momentos sentía que sus alas entristecían a su reflejo, enfadaban a sus antenas y decepcionaban a sus extremidades.

.•Le Papillon•.

Historias de Lobo y MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora