ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴄᴀᴛᴏʀᴄᴇ: ¿ᴇʟ ꜰɪɴᴀʟ?

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Malorie y Leonardo estaban en el aeropuerto; ella se iría a su casa de nuevo y su madre estaba dispuesta a hacerlo. Pese a las peticiones del asiático, la mujer estaba tan segura que ejecutó su plan lo más pronto posible. No le avisó a nadie y dejó a un Wonka desolado viendo la ventana de siempre, en espera de verla llegar en su fábrica. Willy le habló y la intentó localizar, pero no lo logró.

Ella no quería decirle adiós y al igual que lo hizo con su madre, se largó de su hogar sin despedirse, para que no fuera más difícil hacerlo.

—Leonardo.

El hombre la miró, él estaba muy inquieto. Esperaba con ansías que la mujer no se fuera. Él haría lo posible para que no lo hiciera y Malorie lo sabía, y a pesar de que ya era tarde, decidió enseñarle una foto que ella guardaba con mucho amor de su familia. 

En esa foto ella era una niña y estaba su papá y su mamá.

—Esta es mi familia —dijo mostrándole la foto, dejando que esta la sujetara con sus manos.

El asiático la sujeto en sus manos observándola con una enorme sonrisa mientras sus ojos parecían comenzar a llenarse de lágrimas.

—Es mi pequeña familia —murmuró en un suspiró.

Leonardo contempló con pasión la imagen sin creer que Malorie todo este tiempo tenía esa foto. Él alzó la mirada y le sonrió a su amiga.

—Malette... eres la mejor persona qué he conocido.

El que él le haya dicho eso, provocó que el corazón de Malorie se estrujara. No quería apartarse de él, pero cuando el llamado de su vuelo sonó. La mujer tomó con fuerza a su amigo, pero él sabía que ya era momento y se apartó de ella, para darle un beso en la frente.

—Sabes que te aprecio mucho, ¿verdad? —susurró y ella asintió tratando de limpiar sus lágrimas con una sonrisa en el rostro, mientras escuchaba a su amigo—. Y sabes qué no haría algo para dañarte o hacerte sentir mal, ¿verdad? —asintió Malorie de nuevo viéndolo confundida—. Alguien quiere despedirse —dijo señalando atrás de Malorie y ella volteó confundida encontrándose a Wonka y a Charlie.

Leonardo, antes de llevar a Malorie al aeropuerto, buscó al chocolatero y le contó todo. Wonka, como el egoísta que es, decidió no ir por venganza. Sin embargo, Charlie escuchó aquello e insistió mucho y al último momento logró convencerlo, por ende, estaban ahí.

—¡Malorie! —exclamó el pequeño corriendo a abrazar a la mujer y ella le correspondió al instante, asombrada de que ellos estuvieran aquí.

—Los llamé —aclaró el asiático—. Ellos también merecen despedirse de ti.

Malorie se sintió tan cohibida y apenada, tan arrepentida que sentía su rostro arder. Con pena, soltó al niño y observó al extravagante hombre que estaba frente a ella, el cual lucía tan diferente. Seguía luciendo igual de vestuario, pues mantenía el sombrero de copa y el corte de cabello peculiar, pero tenía un traje un tanto normal y común quitándole sus aires impresionantes, mientras su mirada no era la típica arrogante y egocéntrica que cargaba día a día, ahora tenía una mirada melancólica y caída, observando fijamente el piso. Era extraño mirarlo así. Y aunque a Malorie le daba pena hablarle y más después de haberlo rechazado y haber quebrantado su ego elevado, tenía que hacerlo.

—No creí verte de nuevo —susurró la mujer apartando un mechón de su cabello sin saber que más decir.

—¿Por qué te vas? —preguntó inmediatamente el hombre viéndola confundido y ella suspiró sin saber cómo expresarse con él.

—Es lo correcto, Wonka, yo... Simplemente no puedo con todo eso de las cámaras, rumores, entre todas esas cosas. No nací para esto, y agradezco darme cuenta a tiempo —dijo viéndolo fijamente—. Y, aunque tú estés siempre dentro de tu fábrica y casi no tengas que meterte en estos líos tan seguido, yo no quiero estar encerrada toda mi vida en un mismo lugar.

—Dentro de mi fábrica me siento bien, además, ahí me siento libre de cualquier conflicto o relaciones que se pueden establecer allá afuera —aclaró el hombre con sus cejas un tanto juntas mirando a la mujer con detenimiento—. Te sentirás bien ahí, llegaras a...

—No estoy lista.

—Ya he pasado este tipo de situaciones, las estoy pasando en estos mismos instantes. Pero todo eso no será por siempre, tarde o temprano se tendrán que olvidar de eso, superar o aceptar —dijo con media sonrisa tratando de convencer a la mujer en quedarse.

Wonka estaba desesperado, básicamente le estaba rogando a alguien quedarse cuando toda su vida había esperado que la gente se alejara de él. La primera vez que quebró esa ley fue cuando buscó a Charlie en su depresión, después cuando Charlie lo obligó a hacer las pases con su papá y ahora, estaba allí, rogando que Malorie se quedará de una u otra forma. Y Charlie y Leonardo esperaban con ansías que el chocolatero lo logrará.

—Si me voy, podrás ser un chocolatero libre —declaró Malorie esperando que él dejara de insistir.

—Creo que ese concepto de libertad quedo en el pasado desde hace unos días, en realidad.

Ante ese comentario, el corazón de Malorie no paró de bombardear y comenzó a pensar en los cientos de oportunidades que se venían en el futuro. Estaba tan ilusionada que no pudo evitar sacar toda esa emoción.

—Wonka... ¡oh rayos! ¿de verdad...? —soltó sin creer—. ¿Qué tal si esto... llegará a más? —preguntó y él la miró confundido—. Y sí tú y yo terminamos juntos, ¿qué pasará? —dijo relamiendo sus labios mientras cruzaba sus brazos en su pecho, esperando no quedar como estúpida por lo que diría—- Tendremos hijos, ¿y la fábrica de quién será? —preguntó de inmediato—. Ya tendrías más herederos de los que creías, ¿y sí ellos no sé llevan bien?

Malorie comenzó a delirar del futuro, cosa que dejó helado al hombre. Él recordó mucho a sus oompa loompas hablando de hacer su propio heredero, y, a pesar que a él ya no le desagradaba la idea, era cierto que aún temía de aquello. No se imaginaba él estando con un bebé y realizando aquellos actos para procrear.

Poco a poco el chocolatero se estaba abriendo para más, pero tampoco estaba listo para tanto y de una manera tan rápida.

—Yo no pienso tener hijos. Nunca lo he pensado, es absurdo pensar...

Wonka sabía que estaba siendo cruel, que estaba rompiendo sus ilusiones, pero era lo mejor.

—¿De qué hablas, Malorie? —preguntó el hombre confundido mientras Malorie trataba de evitar sus lágrimas.

—Sólo... olvídalo. Son cosas mías.

—¿Pensabas...?

—¡Sólo olvídalo! Me voy a mi casa.

Wonka colocó su rostro de manera neutra. Era claro que no había cumplido su objetivo de hacerla quedarse, pero pese a que sentía algo por ella, no entendía bien lo que era. Y tenía miedo del futuro, y quizá lo mejor era esto.

Malorie por su parte estaba herida y avergonzada. Leonardo y Charlie fueron parte de su humillación que cómo pudo, tomó sus cosas, lista para irse y no volver durante mucho tiempo.

—Gracias por todo —susurró Malorie haciendo qué Wonka la mirara fijamente—. Hiciste qué mi vida fuera más dulce con todas las cosas que me dijiste.

Wonka sonrió al instante con sinceridad, caminando hacia ella para abrazarla de una forma un tanto peculiar, dándole pequeños golpes en la espalda como si no conociera lo que era un abrazo. Entonces, de repente, el hombre se apegó más a ella, apartando un mechón de cabello de su oreja para poder hablarle ahí.

—Fuiste una pésima espía —susurró provocando que la piel de Malorie se erizara mientras sonreía por su absurdo comentario—. Pero, aun así, tú hiciste que sintiera la dulzura de mis chocolates.

Y se apartó de ella dándole una leve sonrisa un tanto tierna, dejándola con el corazón latiendo cada vez más rápido y totalmente confundida.

Ella comenzó a llorar y el hombre le ofreció un pañuelo igual que el de la otra vez, ella lo tomó y dio la vuelta antes de que su vuelo diera la última llamada. Ella ya no quería despedirse más y con su corazón todo destrozado y humillado, se fue.

Nota: Ya solo falta un capítulo más y el epílogo, ¿qué creen que pase?

En lo dulce de la vida, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ʟᴀ ʀᴇᴘᴏʀᴛᴇʀᴀ ʏ ᴇʟ ᴄʜᴏᴄᴏʟᴀᴛᴇʀᴏ 🍫ᴡɪʟʟʏ ᴡᴏɴᴋᴀ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora