—¿Puedo pedirte algo?— pregunté tomando mis manos y apretándolas.
—Claro.
En el parque había varios niños corriendo y jugando a lo largo de este, una pareja se encontraba casi en la entrada del lugar. El cielo era un poco azul con nubes grises en su mayoría; pero esta vez no parecía que habría lluvia. Había pequeños rayos de luz escapándose a través de los cuerpos esponjosos en el cielo.
—Dahyun, mi hermana, le habló a mi madre acerca de nuestros encuentros. Mi madre estaría encantada de que pudiera invitarte a cenar a nuestra casa. Sería muy descortés el no hacerlo, bueno aunque tecnicamente no te...
—Me encantaría— dijo interrumpiendome — sería todo un honor estar allí— esbozó una sonrisa cálida.
—Te avisaré el día que acuerde mi madre antes para que puedas arreglarte. Aunque no lo necesitas, ya eres exageradamente hermosa— se escuchó una pequeña risa proviniente de Lalisa ya con sus mejillas sonrosadas. Asintió con la cabeza gacha. Un gesto muy habitual en ella pero muy tierno.
Lalisa estaba mierando a un lugar fijo con una semblante triste, pero antes de que pudiera preguntarle al respecto, habló.
—¿Has tenido novia Jeongguk?
—Si, a escondidas de mi madre,— recorrí el lugar con la vista —a ella no le gusta mucho la idea de que este con alguna chica. Pero no quise seguir escondiendome y terminamos
—Algun día vas a querer tanto a alguien que vas a tener que aceptar el hecho de estarte escondiendo.— la miré e inevitablamente pensé en ella. En que tal vez llegaría un momento que tendría que esconder mis sentimientos por ella de mi madre.
Los niños fueron llamados por su madre. Sus pantalones estaban llenos de lodo y sus abrigos mojados. Su madre al verlos se sorprendió, los infantes reían a pesar de que ella los miraba enojada con las manos colocadas en su cintura. Negó con la cabeza, los tomó de las manos y los llevo casi corriendo hasta una casa del otro lado de la avenida.
—Ven— Lalisa extendió su mano para que yo la tomara. Mi atención estaba en los niños que no me había percatado que ella se había levantado. Tomé su mano delicadamente y me levante.
Lalisa caminaba por enfrente mio, dandome la espalda. Su cabello castaño rojizo caía liso sobre su vestido en tono rosa francés de mangas largas y un lindo cuello blanco con un moño azul prusia. Sus zapatillas eran de color beige con un poco de tacon. En su mano izquierda llevava un paraguas trasparente.
Llegamos a los culumpios que antes habían sido ocupados por los niños. Cada quien ocupó uno.
—Hace años que no me siento en uno de estos— su mano recorria con cautela un de las cadenas que sujetaba la placa de metal en la que ella estaba sentada. Sus pies tomaron impulso y comenzó a mecerse. Extendía sus piernas cuando iba hacia el frente y las contraía cuando regresaba. El aire movia su cabello llevando los mechones que estaban al frente totalmente hacia su espalda. Sus ojos estaban cerrados disfrutando de la ventisa chocar contra su rostro.
—Entonces disfrutemos de esto.
Me puse detras de ella y cuando estuvo cerca impulse su espalda con mis manos dandole más vuelo. Escuché su risa y me sentí bendecido. Era un angel.
—Sabes— llamó mi atención— siempre he querido brincar estando en movimiento. Cuando era pequeña siempre lo hacía pero terminaba en el suelo.
—Intentalo
Caminé hasta estar delante de ella a una longitud razonable para que no fuera golpeado.
—¿Qué?
—Intentalo— repetí —estaré aquí por si llegaras a caer, te atraparé.
Sus ojos brillaron y no titubeó un poco en asentir con una sonrisa.
Se balanceó para tomar más impulso e inicié la cuenta regresiva para uqe saltara.
—Bien, uno... dos... tres!— Lalisa saltó. No hice muy bien mis calculos en la distancia así que ella, por tratar de equilibrarse, dio pasos sin control y tropezó conmigo quedando yo a escazos centimetros de su rostro. Sus manitos estaban en mis hombros y las mías sosteniendola por los brazos.
—Caíste de pie— susurré algo anonadado por la mínima distancia entre nosotros. Ella asintió con la mirada perdida en algún punto de mi cuello. Mi corazon palpitaba ferozmente amenzando con salirse de mi pecho.
Lleve mi mano hasta su mentón inclinandolo un poco hacía arriba para que pudiera mirame a los ojos. Cuando lo hice me perdí en sus orbes cafés. Miré sus labios entre abiertos y regresé mi vista a los ojos de Lalisa.
—¿Puedo?— pregunté. No podía hacerlo sin su consentimiento.
—Si— su voz salió en hilo.
Me acerqué hasta sentir nuestras respiraciones juntarse rozando ligeramente nuestrso labios.
Besala ya.
Terminé de unir la distancia para sentir sus suaves labios sobre los míos. Sus belfos abultados ran calidos y esponjosos, brindando dulzura al beso. Mi mano se deslizó a lo largo de su mandíbula hasta llegar a su cuello y acariciar suavemente esa zona. El viento moviia su cabello desprendiedno su perfume de vainilla dándole un poco más de dulzura al entorno.
Leí que cinco fases ocurrían durante un beso en apenas unos segundos, y como miles de pensamientos surgían durante. Para mí, un beso no tiene cinco fases, sino una; y es eterna.
Separamos lentamente nuestros labios y la miré. Sus ojos aún estabn cerrados pero en sonrisa se exntendía en su rostro. Sus orbes me miraron.
—Gracias... Por darme este bello recuerdo.
—Habrá más— sustuve sus manos entre las mías —habrá más siempre y cuando tú me lo permitas.
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1995 | Liskook
Teen Fiction"Donde Lisa justo a las 7:00 am comienza a tocar el piano y Jungkook admira el espectáculo desde su ventana"