CAPÍTULO 2

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Nueva York, Manhattan.
16:30 hs.

William

Echo la cabeza hacia atrás con la presencia de la lengua perteneciente a la morena que está sobre mí. Sus ojos me observan con perversión mientras me la chupa de arriba a abajo.

Joder.

La rubia que está a mi lado posa su boca sobre la mía y me dejo ir por un momento hasta que mi móvil empieza a sonar sobre la mesita de noche, interrumpiendo mi momento de acción. «Me importa una mierda». Lo ignoro, me pongo el condón bajo la mirada de la rubia y la morena cuyos nombres olvidé pero que tampoco me importa saber. Vuelvo a recibir la boca de la rubia voluptuosa y...

El jodido teléfono móvil suena de nuevo, haciendo que estire la mano para alcanzarlo y coja la llamada sin siquiera ver el remitente.

—¿Qué? —digo, de mala gana.

¡Hasta que te dignas a contestar!

Es Kimberly la voz que se filtra a través de la otra línea. Ya me da jaqueca.

—¿Qué quieres?

—¿Qué quiero? Que vengas a casa hoy, nuestra familia estará ahí...

—Me importa una mierda, Kim —la interrumpo mientras que la rubia a mi lado me besa la mejilla y acaricia mis abdominales—. Si eso era lo que tenías por decir...

—¿Dónde estás?

—Estoy ocupado.

Comparto una mirada perversa con ambas mujeres que sueltan una risita. Oigo el suspiro por parte de mi media hermana.

No puedo creer que estés follando.

—¿A ti te importa?

Will...

Cuelgo la llamada y dejo el móvil a un lado. La morena se acerca a mí, pero soy más rápido a la hora de ponerme de pie. Me quito el condón y empiezo vestirme. Ambas mujeres me miran desnudas desde la cama.

—¿A dónde vas? —interroga la rubia.

—Tengo cosas que hacer.

La morena gatea hacia mí, posando una mano sobre mi hombro.

—Quédate con nosotras, nos divertiremos mucho...

La miro.

—Me encantaría, pero estoy ocupado.

Termino de vestirme y recojo mi móvil para encaminarme a la salida de la habitación de hotel.

—¿Vas a llamarnos? —interrogan a mis espaldas.

—Más tarde —miento antes de salir de la habitación para tomar el ascensor.

La verdad es que no recuerdo nada de lo que sucedió anoche. Tan solo soy consciente de que estaba bebiendo en el bar del hotel cuando ellas se aparecieron y terminamos en la cama. Fue una noche llena de estragos, tengo recuerdos de mí mismo empinándome una botella de Jack Daniels y muchas mujeres acercándose a mí. La verdad es que no quería follarme a nadie, pero se dio y ya pasó.

Las puertas del ascensor se abren en la recepción del hotel y salgo a las afueras, en donde Matthew me espera en la limusina.

—Señor —me saluda con una inclinación de cabeza antes de abrir la puerta del vehículo—. ¿A dónde nos dirigimos?

—Mi penthouse.

Me deslizo dentro del vehículo y dirijo mi atención a mi móvil conforme la limusina arranca. Tengo miles de mensajes y llamadas perdidas de Kimberly y Leanne. El jodido móvil vuelve a sonar y me saca la poca paciencia que tengo en estos momentos. Proviene de la recepción de Haste Corporation.

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