Capítulo 5: Alaia, reina de las sirenas

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Nuestra súper rapidez nos permitió nadar hasta muy abajo muy rápido. La presión empezó a lastimarnos a ambos. Mis pulmones eran aplastados haciendo que soltará el aire. Por suerte no podía morir ahogada. Pero la falta de oxígeno me mareaba. Requirió toda mi concentración lograr disminuirla usando mis poderes. James me miró y asintió en forma de agradecimiento. Al parecer la presión lo afectaba también. Seguimos nadando. Fuimos rodeados por criaturas que supuse eran sirenas. Nos apuntaban con arpones. Eran raras. Tenían cola del mismo color de la piel normal. Se extendía por todo su cuerpo y estaba entre sus dedos. Tenían varias filas de dientes. Eran aterradoras.

Ambos levantamos las manos. No pensé esto demasiado. Nos esposaron. No nos resistimos ya que podía interpretarse como un acto de guerra. Esperamos que nos llevarán con su reina o rey.

Nos guiaron por el agua. No sabíamos a dónde nos dirigimos hasta que vimos una fuente de luz a lo lejos. Al acercarnos noté la maravillosa arquitectura. Y un domo que parecía rodear la ciudad. A medida que nuestros escoltas entraban, sus colas cambiaban a piernas y aparecía ropa PP ir sobre sus pieles. Cuando nosotros lo atravesamos noté que no se sentía mojado. Hice el intento de respirar mientras me empujaban para que caminara. El oxígeno se sentía mejor de lo que recordaba.

—¿Que idioma hablan? —Pregunté.

—Cállate. —Dijo en un idioma que me sonaba familiar pero no terminaba de recordar.

—Latín. —Pensé en voz alta unos segundos después. —Debemos ver a la reina.

—Silencio.

—Mi nombre es Bree White. Soy la reina de los lobos. Exijo ver a la reina. —En un rápido movimiento posicionó el filo de su arpón en mi cuello.

—Dije silencio. —Aún más rápido, rompí las esposas y quite el arpón de mi cuello.

—Y yo dije que exigía ver a la reina. —Torné mis ojos a amarillo. Miró a sus compañeros y asintió. Se dió la vuelta y nos guió. James rompió sus cadenas. Nos guiaron a un palacio similar al mío. Atravesamos muchos pasillos hasta que finalmente abrieron una puerta. Parecía que hubiera algún tipo de raras computadora en todo el cuarto.

—¿Qué es tan importante como para que interrumpan? —Dijo una mujer de pelo oscuro irguiéndose.

—Disculpe su majestad, estas dos personas estaban cerca…

—Me presento por mí misma. Mi nombre es Bree White. Reina de los lobos. Y este es James, rey de los vampiros. Y tenemos…

—Shh… —Dijo interrumpiendome. Se acercó a mí. Me aleje un poco pero terminó por apoyar sus manos a los lados de mi cabeza. Sus pupilas se pusieron de un color casi blanco. Con un poco de celeste. Unos segundos después se separó. —Oh, pobre desgraciada. —Respondió en mi idioma lo cual me sorprendió.

—Pensé que solo hablabas latín.

—Lo hacía. Hasta hace cinco minutos. Aprendí de ti.

—Bueno. Eso es útil. —Admitió James.

—Y también aprendí de esa criatura. Sí me dan hasta mañana, volveré con ustedes. Son bienvenidos a quedarse en el castillo hasta entonces. —Asentimos en forma de agradecimiento.

(...)

—¿Lista? —Le pregunté. Asintió. Los tres salimos del domo al mismo tiempo. Ella nado a la superficie, mucho más rápido que James y yo. Cuando finalmente la alcanzamos ya estábamos en la superficie.

—Ahora estamos muy lejos de la costa. —Suspiró James.

—Déjenmelo a mí. —Dijo Alaia, la reina de las sirenas. Nos tendió una mano a cada uno y ambos la tomamos. Antes de que me hubiera dado cuenta ya había empezado a nadar. En menos de lo que esperaba nos encontrábamos a unos metros de la costa. Alaia bacilo nerviosa.

—Esta bien. Nada va a pasarte.

—Lo sé. Es solo que soy la primera sirena en más de quinientos años en salir a la superficie. Solo son nervios. —Asentimos comprensivos. Salimos James y yo primero. Nos aseguramos de que nadie pudiera vernos. Luego de asegurarnos, Alaia salió y su cola se cambió por piernas. Miró a su alrededor y sonrió. Camino un poco por la playa. Frunció el ceño.

—Mis pies… duele.

—Supongo que no es lo mismo. —Negó con la cabeza. —Ven, hasta que te demos calzado puedo cargarte. —Asintió y se acercó a mí. Pasó su brazo por mi cuello y yo la sostuve en el aire. Nos dirigimos al auto que habíamos alquilado, aparcado en el estacionamiento. Subí a Alaia al asiento trasero. James y yo buscamos nuestros zapatos que estaban en unos lockers. Yo me subí en la parte del conductor y James se sentó en el asiento del copiloto. Conduje a nuestro hotel. Con precaución de pasar con super velocidad en los espacios concurridos llevamos a la sirena a nuestras habitaciones. Los tres nos metimos en mi habitación.

—Ten. —Le dije dándole un traje, que era uno de los únicos cambios que tenía. Le señale el baño para que se cambiara alli. Unos cinco minutos después salió. Le quedaba algo grande pero estaba bien. —Usa estas. —Le dije dándole las zapatillas que yo llevaba. No iba a darle tacones. —¿Listos para irnos? —James se fue con su súper velocidad y volvió unos veinte segundos más tarde. Asintió. —Andando.

(...)

—Entonces… ya que todos estamos aquí, es momento de abrir esta puerta. —Dijo Genevieve con una sonrisa en su rostro. Me sentó en una silla.

—¿Disculpa? —Preguntó Kate.

—Bueno, es la zansta. —Dijo empezando a sacar líquidos y libros de una bolsa y acomodando los en una mesa a mí lado.

—Sí, explica eso. —Pidió James. La bruja suspiró.

—Las brujas obtenemos nuestro poder de los espíritus. Nos comunicamos, los entendemos. Lo que nos hace especiales es que estamos tan cerca de la muerte que estamos unidos a ella. La vida es como energía. Los vivos la tienen, los espíritus solo un poco. Pero Bree… la zansta, está tan llena de energía que puede compartirla. —¿Cómo caben tantas cosas en esa bolsa? Pensé.

—¿Cómo?

—Estás tan viva que puedes dar un poco de eso a otros. Tu eres el medio y la puerta. Gracias a ti los espíritus podrían ir y venir, y también nosotros. Pero al mismo tiempo, la energía funciona como cárcel. Eres el limbo. Donde no estás muy vivo… ni muy muerto. Y ahora, lo usaremos para conocer más de este… ente. —Hubo una pequeña explosión de humo violeta. —Está listo. —Lo dividió en dos pequeños frasquitos. Le tiró otro líquido transparente a uno de ellos. —Toma esto. —Dijo dándome el primero.

—¿Que es? —Pregunté viendo el líquido.

—Necesitamos que tu luz se apague lo suficiente para que el espíritu salga. Es veneno. Este es el antídoto.

—Ella no tomara eso. —Dijo Kate adelantándose unos pasos.

—¿Es seguro? —Pregunté ignorando a la cazadora.

—¿Quieres que sea honesta? —Suspiré.

—Esta bien. Lo tomaré.

—Bree… —Intento desacordar Kate.

—Estará bien. —Gen asintió. Sacó su cinturón y lo uso para atarme a la silla. Me dió el líquido y yo lo tomé de un sorbo. Todo se puso borroso.

Larga vida a la reina U.C.A#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora