Capítulo 8: Bree, Reina de los lobos

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Ambas nos vestimos a todo velocidad y salimos de la tienda. Kate ya había desenfundado su arma y yo había sacado mis garras y colmillos. Un lobo había tropezado con una olla junto al fuego. James se encontraba agazapado mostrando sus colmillos. El lobo gruñó. Por su tamaño era un licántropo. —Transformarte. —Exigí con mí voz de alpha. A este punto todos estaban fuera de sus carpas y listos para atacar. El lobo siguió gruñendo. Fruncí el ceño. —Que te transformes. —Volví a hablar. Volvió a gruñir y saltó sobre James. En un ágil movimiento me transformé, tirándome sobre él. Luego de unos segundos de lucha tuve acceso a su garganta y la mordí con fuerza. Noté como se empezó a ahogar con su propia sangre. Se volvió humano, ya que estaba por morir. Me transformé con el. Sus ojos parecían tener una estela blanca encima. Como si usara lentes de contacto. Me transformé con él. Lo puse sobre mi pecho mientras se ahogaba. 

—Shhh… todo está bien.Todo estará bien. Lo siento. —Susurré en su oído. Apoye mi mano sobre su corazón mientras con la otra acariciaba su cabello. Con fuerza metí mi mano y arranque su corazón, porque al paso que se estaba ahogando se iba a desangrar y sufrir durante horas. Acaricie su cabello unos segundos hasta que se quedó inmóvil. Cerré sus ojos. Me levanté. Estaba cubierta de sangre. —Voy a… voy a ir al río a limpiarme. —Todos asintieron. Entre sorprendidos y apenados. Me transformé y corrí al río. Primero me metí como lobo y una vez dentro me volví humana. Me froté los brazos y el pecho para quitar todo resto de sangre.

 —Hey. —Me saludó Matt cuando ya estaba saliendo. Extendió sus brazos estirando una toalla para que pudiera secarme. Le sonreí y me acerque. Puso la toalla sobre mis hombros. Pasó su mano por mí espalda. —¿Estas bien? —Le sonreí.

—Claro que sí. Te recuerdo que no soy la misma que consiste por primera vez. Y esta no es mi primera muerte. —Le mostré mi brazo dejando ver las 12 marcas de muerte. Sonrió con pena. 

—Lo sé. Estuve en todas tus ceremonias. —Le sonreí tiernamente. 

—Lo sé. —Le dí un beso en la frente. —Vamos. 

Al entrar al campamento improvisado, Kate me dio una mirada significativa. Le asentí con ojos tranquilizadores. Devolvió el gesto. Me metí a mí carpa que compartía con Matt y me vestí. Volví a salir. Llamé a Matt y Katherine. 

—Merece un entierro de lobo. —Ambos asintieron. Hicimos un colchón de hojas y flores. Entre los tres lo pusimos sobre este, intentando no mancharnos. Le dí un beso en la frente. —Con la bendición de tu reina, todo lo bueno te esperará después de la muerte. —Acaricie su pelo una última vez. Con mis poderes lo prendí fuego. Según las tradiciones, nos fuimos antes de que estuviera consumido en su mayoría. —Cuando volvamos, necesito mi marca. —Kath asintió. 

—¿Estas bien? —Preguntó Alaia apoyando la mano en mi hombro. 

—Seguro. —Sonreí. —Tendríamos que empacar y seguir. —Asintió alejándose. 

Todos empacamos bastante rápido. Seguimos nuestro camino. Una hora más tarde estábamos cerca de llegar. Empecé a oler sangre. Miré a Matt quien me vió alarmado. Al llegar no fue una linda escena. Todo estaba cubierto con sangre y cuerpos. Era una real masacre.

Empezamos a recorrer la aldea. Eran lobos y brujas. Rastros de magia en todos lados. Había niños y ancianos tendidos en el piso. Todos con la misma película blanca sobre sus ojos. Todos nos fuimos acercando. Olí sobre un cuerpo. No había nada anormal. 

—No tiene sentido. —Susurré. 

—No creo que sea casualidad. —Dijo Genevieve. 

—No. No debe serlo. —Dijo Kate observando un cuerpo. —Recuerdas lo que dijo Tyler. Estas son grietas. 

—No son grietas, son malditas fosas. —Dije observando el cuerpo de un niño de unos tres o cuatros años. Suspiré. —Vamos a darles un funeral digno. 

—Bree, son una tribu entera… —Me habló Matt. 

—Entonces le daremos un funeral digno a una tribu entera. —Grité con mi voz de alpha. En los ojos de cualquier otro hubiera visto miedo, pero en los suyos veía comprensión mientras asentía. 

—Si me dejas ayudar. —Dijo Genevieve. Levantó la mano. Variedad de enredaderas y flores crecieron, haciendo nuestro trabajo mucho más fácil. Asentí en forma de agradecimiento. Arrancamos las hojas y las flores, formando un gran, gran colchón de hojas. 

Cada uno traía un cuerpo y le daba sus bendiciones. 

—¿Necesitan ayuda con los cuerpos? —Preguntó James con Alaia a su lado. Kate estaba ayudando a Genevieve. Me alejé un poco inconscientemente.

—No. No se ofendan, pero si alguno de ustedes tocará el cuerpo, contaminaría su paz eterna. Lo condenarían. Por favor, apártense de los cuerpos. —Ambos asintieron compresivos. Seguí con mi tarea.

Había algunos cuerpos que ni siquiera tenían cabezas o extremidades. 

—Con la bendición de su reina, todo lo bueno les espera después de la muerte. —Susurré. Con mis poderes los prendí fuego. —Vamos. —Les dije. 

—¿Como estás? —Me preguntó Kate caminando a mí mano. 

—No los conocía. No puedo estar mal. 

—Eran tu pueblo. Sé que te afecto.

—No ahora. Tenemos cosas más importantes. 

—Hey. —Me detuvo del brazo. —No voy a permitirte que te alejes de tus emociones. Ahora no tengo tiempo para lidiar con eso.  

—Estoy bien. Lo tengo bajo control. Solo estoy siendo eficiente. —Me miró con desconfianza. —Confía en mí. —Suspiró, bajando la vista. 

—Lo hago. —Le sonreí. Me soltó. Noté que James y Gen hablaban por teléfono. 

Mi celular sonó. Era una videollamada de mi esposo. 

—Hey. —Saludé a Issac. 

—Dios, Bree. ¿Como estás? —Dijo preocupado. 

—Estoy bien, ¿qué pasa?

—Ha habido reportes en todo el mundo. Bree… en todo el mundo hubo un masacre. No solo de los nuestros.

—¿A qué te refieres?

—Dos manadas hasta ahora. Lo reportaron testigos. Todos han muerto. 

—Tres. —Lo corregí. Escuché un suspiro.

—Te estoy mandando las ubicaciones. —Dijo una tercera voz. 

—Isaac y yo nos podemos hacer cargo. No es necesario que te ocupes, Jesse. 

—Ya soy un adulto, Bree. —Dijo despreocupado. 

—Eso los controla. 

—¿Que?

—El ente. Los controlaba. —Los escuché suspirar a ambos. —Hablamos en un rato, ¿Sí? Necesito poner a los demás al tanto. 

—Claro. Te amo. 

—Yo igual. —Dijo Jesse a lo lejos. 

—Yo también los amo. Bye. —Corte. Todos estaban libres. 

—Adivino. Más muertos. —Dijo despacio Alaia. Ella siempre hablaba tan calma. Era un poco estresante. 

—Sí. —Dije metiendo mi celular en el bolsillo. 

—Así que, tenemos criaturas incontrolables, que se atacan la una a las otras. 

Larga vida a la reina U.C.A#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora