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White estaba de pie en el jardín de la mansión, mirando el paisaje.

-Debería sembrar algunas rosas.

Por un segundo, se imaginó a un Black Hat molesto negándose con algo como "No vas a modificar mi mansión, menos si son horrendas cosas como rosas blancas."

Un pesado suspiro salió de sus labios.

-No perderé mucho con intentarlo.

Y emprendió camino a la oficina del jefe de aquella mansión.

Una vez frente a esta última, tocó tres veces, oyendo el "adelante"

Abrió y entró cerrando tras de sí, para después sentarse frente al de negro, el cual miraba unos documentos.

-Oye, Black.

El de negro levantó la mirada y sonrió, dejando los documentos en el escritorio.

-Dime.

-He mirado tu jardín, y está muy vacío y sin vida.

-No le veo sentido a tener algo a lo que no le daré atención, ya tengo a 5.0.5

El de blanco vaciló un segundo, seguramente Black ya sabía lo que insinuaba, pero quería oírlo directamente.

-Quiero sembrar algo, como, ya sabes, un rosal.

Black Hat solo lo miró en silencio.

-No voy a hacerme cargo de ello.

-Podría venir una vez a la semana a atenderlos, y tal vez visitarte.

White se asustó un poco por lo mismo que acababa de decir, ya que en el fondo, si quería seguir viendo a Black Hat.

-Bien, siembra el rosal donde quieras y del color que quieras.

El de blanco guardó silencio.

-¿Enserio? ¿No te vas a negar diciendo que es horrible?

-Me parece horrible, pero a ti te gusta, así que hazlo.

White se ruborizó levemente.

-B-bien, g-gracias.

Y así, comenzó a replantearse si odiaba tanto al de negro, y si valía la pena rechazarlo así.


¿Me odias? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora