CAPITULO 5. LAZOS QUE UNEN

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Serena se encontraba en su pequeño despacho, había fotografías de sus padres, los extrañaba tanto, pero sobre todo a Sammy, ellos no habían querido tener la longeva vida que su hija les brindaba gracias al cristal de oro y plata, ella y Seiya les habían confesado la verdad de todo tan pronto habían regresado aquel fatídico día en el que Chaos había sido eliminado. Aun podía recordar la cara de dolor de Sammy al saber sobre la muerte de Hotaru, nunca se habría repuesto de ello. Una noche, ya muy tarde, Serena y Sammy estaban viendo las estrellas en casa de su abuela, ella estaba por terminar la universidad y con ello comenzar su vida con Seiya, a pesar de estar casados, ellos seguían viviendo por separado hasta después de la universidad que fue cuando su vida juntos comenzò.

Ahí, gruesas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de su hermano, Seiya estaba con ellos, sentados en las tranquilas aguas termales, Sammy les hizo prometer que lo ayudarían para volver a encontrarse con ella cuando Hotaru decidiera regresar.

Serena y Seiya se habían quedado viéndolo con dolor, no estaba en sus manos haces algo asì; años después, Seiya habría logrado convencer a la guardiana madre de hacerlo, como un favor especial al rey, uno que no hablaba más que del gran corazón que tenía, pero sobre todo, del anhelo de ver amor en la tragedia, ambos merecìan ser felices.

Había sido difícil para Serena el despedirse de su familia para subir al trono en el Nuevo Milenio de Plata, pero habìa sido un golpe terrible para Serena cuando fallecieron, había sido demasiado doloroso, pero como siempre, es sus momentos màs difíciles y dolorosos, su brillante estrella estaba con ella, alumbrando su camino y su vida, llenándola de calor y de amor.

A Serena se le humedecieron sus ojos, Hotaru ya tenìa demasiado tiempo con ellas, pero hasta ese momento no habían tenido indicios de Sammy o de dónde se encontraba, cosa que ponía a Serena bastante nerviosa, dudando en ocasiones de si en verdad su amor era real.

La puerta sonó con un sonido claro, Serena dejò de acariciar aquel retrato con desgana, dejo ir aquellos recuerdos para volverlos a guardar en su memoria y en su corazón.

–Pasa! Decía Serena sentándose mejor en su silla.

Kousagi abrió la puerta y entró con timidez y miedo.

Serena sintió que el tiempo retrocedía, recordaba a su pequeña hija con lágrimas en sus ojos llorando tímidamente por alguna travesura enorme que hizo junto con su hermana.

Aquellos cabellos negros color azabache que enmarcaban su bello rostro que heredaba de su padre la hacían realmente adorable desde niña, nunca dudó que su belleza alumbraría a cualquier ser, Diamante había caído rendido ante su belleza y aquella mirada llena de amor y devoción con la que siempre la veía era inigualable.

Kousagi tomò asiento frente a su madre, tranquila y calmada por fuera, pero retorcía las manos en su regazo.

Serena sonrió maternalmente. –¿Como sigue Diamante? Decía Serena tranquila.

Kousagi abrió los ojos con sorpresa. –B-bien...con un poco de dolor de cabeza...el golpe fue algo fuerte...sería una excelente jugadora de softball...Decía con ironía Kousagi al recordar cómo a su padre le encantaba ese juego.

Serena comenzó a reír fuertemente. –Si...esos golpes son duros, tu padre también me golpeó en la cara con una pelota, pero el no me dio tiempo de llorar o ir a la enfermería...nos enfrentaríamos a la presidenta del club de softball...Decía Serena recordando aquel entrenamiento hace ya cientos de años.

–¿Tu jugaste softball en tus años de estudiante? Creí que no eras nada buena en los deportes...Decia Kousagi incrédula, su madre siempre se resistía a jugar, pero terminaba cediendo ante los deseos de su padre, aunque no siempre atinaba a las jugadas.

Luna Nueva (PENDIENTE HASTA NUEVO AVISO)Where stories live. Discover now