Capítulo 7: Extraño

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Rayos de sol entrando por las hendiduras de las ventanas. El calor, el olor de las sábanas. ¿Realmente había pasado? ¿Fue real esa noche maravillosa? Maxine abrió los ojos casi convencida de estar en un sueño, uno muy vergonzoso e inconfesable. Como lo sospechaba, Michael no estaba a su lado; sin embargo, el ruido de la puerta al abrirse devolvió su atención al mundo real. Allí estaba él, vistiendo una bata de seda morada y con una bandeja de plata en las manos.

- Ah, Maxine, ya despertaste- dijo Michael con una gran sonrisa en el rostro- Mira, te he traído el desayuno.

Maxine ahora se mostró increíblemente tímida. Desvió la mirada con el rostro enrojecido, abochornándose al observar pequeñas manchas rojas sobre las sábanas, únicas prendas que cubrían su desnudez. Michael dejó la bandeja sobre la cercana mesita de noche y se sentó a su lado.

- ¿Qué pasa?- preguntó al tiempo que le arrebataba la sábana, cosa que la hizo agitarse nerviosamente.

- Michael...- murmuró Maxine al verse desnuda ante él nuevamente- Nadie me ha visto desnuda desde que era bebé, ni siquiera mi abuela. La gente dice que soy una mojigata, pero simplemente soy muy vergonzosa.

- ¿Ves? ¡Después hablan de mí!- bromeó Michael de una forma simpática, ella rió- Pero tú no tienes razones para avergonzarte. Eres más bella que el amanecer, perfecta y deseable- le susurró al oído con esa voz varonil y sensual que solo había usado con ella.

Sin pensarlo, le acarició con ansias los pechos y la besó con ternura.

- No es justo. Ya me has visto desnuda de arriba a abajo y yo no te he visto a ti- dijo Maxine, mitad en broma y mitad en serio.

- La próxima vez, dejaré que me veas- prometió Michael- Ahora, toma el desayuno. Lo preparé para ti.

Tomó un panecillo untado en mantequilla y se lo puso en la boca como si fuera un pajarillo hambriento. Maxine lo aceptó de buen grado y desayunaron juntos, tras lo cual terminaron haciendo el amor otra vez.

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Así transcurrió un mes. La relación existente entre Michael y Maxine no era clara; podía parecer extraña. Ellos se encontraban casi todos los días, cenaban, se contaban sus cosas y hacían el amor. Pero no había una petición de noviazgo ni nada por el estilo. ¿Qué eran ellos? Se amaban, eso era sabido; pero, ¿y qué más? Maxine prefería que fuera así. Estaba segura que darle la publicidad que conlleva un noviazgo o un matrimonio a su relación con Michael solo perjudicaría su carrera periodística. A él, por su parte, no le importaba que supieran la relación que había entre ellos, pese a que la mantenían en secreto. Solo sus mejores amigos lo sabían.

- ¡Estás loca, Maxine! ¡Loca!- había dicho Tanya al enterarse- ¡Por Dios, piensa un poco! Michael Jackson es un artista extravagante, uno de esos que hoy te usa y mañana te desecha. Él solo quiere exhibirse contigo para quitarse esa mala fama de gay que tiene. ¡Tu padre no aprobará esto!

- ¡Ya basta, Tanya!- contestó Maxine hecha una furia- No puedo creer lo que dices. Eres mi mejor amiga, se supone que deberías apoyarme.

- Exacto, porque soy tu mejor amiga te digo la verdad por mucho que te duela. Estás jugando con fuego y te vas a quemar. ¡Ay, Max, piensa en tu carrera, por la que tanto has trabajado! ¡Esto la arruinará!- dijo Tanya con acento pesaroso.

- Tú no conoces a Michael- dijo Maxine entre dientes- Él jamás me haría daño.

- Esto te va a pesar un día- advirtió Tanya para finalizar.

Maxine sabía que no podía contar con su aprobación. Tanya era muy rígida cuando se trataba de valorar a las personas. Se dejaba llevar por las apariencias. También tenía el gran defecto de intentar decidir por los demás y guiarlos hacia lo que ella creía que era el camino correcto. En sus percepciones, una periodista podía involucrarse con cualquier hombre, excepto con un artista; corría el riesgo de ver el mundo artístico desde una perspectiva menos objetiva. Así eran las cosas.

Price of fame [Michael Jackson- Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora