Claus
Después de haberme despedido de Gabriel subí tranquilamente las escaleras rumbo a mi cuarto. Me sentí algo mal de haber ayudado a Gabriel, no porque no quiero que sea feliz ni nada pero lamentablemente su felicidad pone en riesgo su salud. Las Madres me rogaron que no dejara que por ningún motivo vaya otra vez a ese lugar, que era por su bien pero no pude, el tan solo imaginarme a Gabriel odiándome y llorando por no dejarlo visitar el lugar me ganó. Ya ha pasado de que muchas veces de que no pudo ir a esa casa, se la pasaba llorando, rogando e histérico en su cuarto. Las madres quieren hacer que deje ir a su hermano de una vez por todas pero en mi opinión creo que mas bien eso le haría más daño.
Entré a mi cuarto y cerré las puertas y ventanas para así comenzar a cambiarme. Dejé en una mesita el papel que encontré en la Iglesia y me quité mi túnica negra dejando mi cuerpo blanco expuesto, sentí un leve escalofrío, hacía mas frío de lo normal. Me apresuré en ponerme la túnica que debemos usar en la ceremonia. Era una túnica blanca con una cruz dorada por delante y otra cruz por detrás.
Me fui a mi cama para así agacharme y ver la caja que guardaba debajo. La saqué y la abrí sentado en el suelo. No guardaba mucha cosa la verdad, una pequeña libreta, un lápiz y el collar de mi mamá. Al sacarlo me lo quedé viendo por un rato, era una cruz blanca con un hilo negro, no era la gran cosa pero era lo único que tenía de ella. Suspire, es algo triste saber que la única familia que tenías es tu mamá y que ya no la tengas a tu lado, agregando el hecho que solo tienes vagos recuerdos de ella. Solo tengo un par de recuerdos de ella, nada importante o algo así, solo la recuerdo sentada en un sillón viendo por la ventana y otro de ella vestida con su túnica negra hablando con una señora hasta que se voltea a mí para despedirse.
De ahí me tuvieron que contar todo, madre Imelda era de ayudar a mi mamá a cuidarme ya que ella era de irse a trabajar y no tenía con quien quedarme. Pero su enfermedad hizo que se la llevaran a cuidarla y a mí me dejaron en el orfanato. Poco tiempo después ella no tenía salvación y la llevaron a que le hagan la unción de los enfermos. Ese mismo día murió.
Y yo me quedé aquí, solo.
No me dí cuenta que pequeñas lágrimas salían de mis ojos hasta que tocaron mi puerta haciéndome reaccionar. Me limpié mi cara rápidamente, me puse el collar y corrí hacia la puerta.- ¿Quién es?- pregunto sin abrir la puerta aún tratando de arreglarme un poco y no verme tan mal.
-Hola Claus, soy yo- Dice una voz femenina que reconozco al instante, era Fiona, una de las mayores por parte de las mujeres. Con cuidado abro levemente lo suficiente para salir y no dejar ver lo que hay dentro de mi cuarto.
- Ummm, ¿Se puede saber que haces acá?- Pregunto con una leve sonrisa nerviosa apoyándome en la puerta. No podía hacer de que viera que Gabriel no está conmigo, sino las madres me matarían. Literalmente.
- Pues solo quería saber cómo estabas.. Además que madre Isa me mandó a ver si es que Gabriel está contigo, la veo algo preocupada por no verlo.- Me dice confundida y tímida. Rayos, sabía que algo iba a pasar, Gabriel si es que me descubren te juro que antes que antes de que me maten iré a confesarme a algún padre e iré a matarte.
- Gabriel está ah..- digo tratando de pensar algo rápido. - En mi cuarto cambiándose, todavía no está listo ya que no encontraba lo que quería llevar- digo tratando de sonreír convincentemente. Dios, lo siento por lo que le voy a hacer a Gabriel cuando lo vea.
- Oh esta bien, ¿puedes decirle que se apresure? C-claro que si no es una molestia.. - dice nerviosa al parecer y bajando la cabeza- Es que tengo órdenes de tener que bajar con él.- Dice casi en un susurro. ¿Por qué no puede verme a los ojos? Creo saber de que hay rumores de que a esta chica le atraigo pero no creo que haya que exagerar con el hecho de poder ni siquiera verme el rostro.
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¡Oh dulce pecado~!
Fanfiction"Déjame saborear el dulce pecado, déjame morder del fruto más jugoso y maldito que ni Dios quería que Adán y Eva la probaran. Arrástrame a la locura, a esa deliciosa y dolorosa locura que nos hace comernos a nosotros mismos. Muéstrame tu mundo pecad...