Quince

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Elena

Llegamos a su habitación y me deja de pie al frente de él, puedo ver cómo sus facciones se endurecieron, como traerme hasta aquí lo ha agitado, su pecho sube y baja para poder regular el ritmo de su respiración, me mira como si estuviera buscando las palabras perfectas para decirme, pero en vez de hablar se acerca y me acorrala contra la pared, pone sus dos brazos uno a cada lado de mi cabeza y al fin habla.

—Mierda Elena. -me dice con la respiración acelerada, alarga su mano para tomar la mina, pero yo me corro, no quiero que me toque ahora, estoy muy enojada con él.

—Aléjate León. -se pasa una mano por su cabello y se aleja.

—Que ha sido toda esa mierda de abajo Elena, has estado coqueteando con mis amigos delante de mis narices todo el puto rato. -su mandíbula está tensa, puedo notar como está tratando de no gritarme, ¿cómo se atreve a cuestionar lo que estoy haciendo, después de lo que vi?

—¡QUE! -le gritó. —¡Me trajiste hasta aquí para pedirme tú explicaciones a mí, eres un imbécil León! El que tenía a otra tía con su lengua en tu garganta eras tú, no me jodas. -le digo, sé que mi tono de voz no ha bajado en lo absoluto.

—Elena, necesito explicarte lo que paso con María, no es lo que tú crees.

—¿Explicar qué?, lo vi todo León, si piensas que voy por la vida siendo plato de segunda mesa, estas equivocado, me gusta ser siempre la prioridad de las personas, no una opción de mierda, para eso hubiera seguido mi noviazgo con Lucas, deja de jugar conmigo. -el alcohol y la rabia son las que hablan en estos momentos.

León se acerca y me toma por la cintura, su agarre no es flojo, por el contrario, es firme y seguro, me apoya contra la pared.

—No estoy jugando contigo y lo sabes, si hubiera sido así, te hubiera follado ese día que quedamos solos en mi cuarto y no te hubiera buscado más. -me dice eso en mi oído y su voz es ronca.

—Aléjate. -trato de sonar segura pero mi voz no me quiere acompañar.

—No, quiero que hablemos, no quiero seguir como estamos ahora el resto de la noche. -me mira a los ojos y eso me va debilitando un poco, el alcohol en mi cuerpo hace que no pueda pensar muy bien en estos momentos.

—Pero yo no quiero hablar contigo. -trato de empujarlo, pero mis manos quedan atoradas en su pecho, puedo notar los latidos de su corazón, paso mis manos por sus hombros, solo tocando lo firme y fuerte que es y eso hace que instintivamente me muerda el labio. —Aléjate de mí. -digo esto, pero lo sigo tocando.

—¿Estas segura que eso deseas? -me pregunta, agarrando mi mentón y obligándome a que lo mire directo a sus ojos, estoy segura que se oscurecieron algunos tonos. Y puedo sentir como mi corazón se me dispara, el deseo, un deseo caliente e intenso, me invade el vientre y cada parte de mí.

Y ahora es mi cuerpo el que habla, lo tomó del cuello de su camisa y lo tiró un poco más a mí y besarlo, no es un beso tierno es un beso con rabia, fuerte, duro y firme y sé que tengo el control, mi lengua busca la suya como si necesitara demostrarle a quien debe besar, nuestras lenguas bailan al mismo compás, como si ambas pelearán para adentrarse más, para entregar más a este beso.

Nuestras respiraciones son agitadas y yo he envuelto mis manos en su cuello, el me a tomado por la cintura y me a apegado a él, puedo sentir cómo se está poniendo cada vez más duro, siento su erección, me separo y buscó su cuello, lo lamo, muerdo un poco y beso eso hace que León gima y se mueva para tomar mi cara y volver a besarme con la misma fuerza.

—Elena, si sigues así, terminaremos follando. -me dice después de unos minutos rozando mi boca con la de él, como si no quisiera separarse, pero lucha por hacerlo.

INEVITABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora