Doce

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Elena

Nicolás está enfermo, no ha parado de vomitar ya desde hace una hora, creo que comer pizza tan tarde le ha caído mal, de solo mirarlo me da pena, se ve tan mal y decaído.

—Trata de dormir un poco -le digo, haciéndole cariño en su cabello.

—Quizás es mejor llevarlo al medico Elena -me dice León, si, él ha tratado de ver que se puede hacer con Nicolás.

—Van hacer las cuatro de la mañana, no creo que nos atiendan.

—Podemos llevarlo a la clínica, lo van atender si o si.

—No tengo dinero para pagar una clínica León -mis padres sí, pero no quiero decirles lo que está pasando, me tildaran de irresponsable, porque si, a qué adulto responsable se le ocurre que es bueno cenar tan tarde unas pizzas.

—Yo lo puedo pagar.

—No, gracias, déjame esto a mi.

—Puedes dejar de ser tan orgullosa por favor, es tu hermano y esta enfermo. -me dice León molesto. —Además, de las ya veinte veces que me has dicho que esto es mi culpa, de darle pizza tan tarde, me corresponde pagarlo.

No digo nada, sé que él no es responsable de nada, pero la verdad los nervios de ver ha mi hermano de esta forma, sin saber que hacer, nunca he lidiado con un niño de diez años enfermo.

León manejo lo más rápido que pudo hasta la clínica, a Nicolás le subió la temperatura en el camino, cuando llegamos estaba delirando un par de cosas, así que León lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta la entrada de la urgencia pediátrica, explicamos lo que pasaba y todo el mundo corrió en nuestra ayuda, hace media hora que Nicolás fue hospitalizado los doctores me dijeron que le harían un par de exámenes para descartar algunas enfermedades y nos dejaron un rato en la sala de espera.

—Ahí viene el doctor Elena -dice León que a estado en todo momento conmigo, me tiene de la mano porque yo no he dejado de maldecir y estar nerviosa.

—Elena buenas noches, los resultados de los exámenes que le hemos tomado a Nicolás ya los tenemos, y tu hermano está presentando un cuadro de apendicitis, por lo cual necesitamos llevarlo de manera urgente a pabellón -me congelo solo al escuchar lo último. —No queremos que te asustes, pero si no vamos de inmediato con el a pabellón, esto puede empeorar y estamos a tiempo de que eso no pase. -no soy capaz de decir nada, que van a decir mis padres porque Nicolás le a dado apendicitis a mi cargo.

—Esta bien doctor, hagan todo lo que necesiten, pero déjeme pasar a verlo antes por favor, debe estar asustado -digo sin poder procesar nada más.

Siento como León apoya sus manos en mis hombros y me siento segura, el doctor me dice que pase a la sala donde esta mi hermanito y León me toma de la mano para acompañarme, lo agradezco porque no puedo más con mis nervios.

Hace una hora que Nicolás ha sido llevado a pabellón, hace un rato he llamado a mi madre para avisarle lo que paso, me ha llamado hace 5 minutos avisando que vienen en el avión privado de la empresa de mi padre.

Mis nervios están a flor de piel, por más que el doctor me haya dicho que una apendicitis es algo muy común y que no es la culpa de nadie, yo se que para mi padre yo soy la responsable de todo y verlo después de tantos años se me revuelve el estómago.

León se a ido al departamento a buscar algunas cosas para mi y unas cosas que nos han pedido para Nicolás, le dije que aprovechara de dormir un par de horas, aunque ya son las seis de la mañana y se tiene que levantar a las ocho para preparar todo para poder ir a su oficina.

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Mi celular empieza a sonar con una llamada de parte de Inés, justo cuando voy a contestar veo caminar por el pasillo a mi madre y detrás de ella al hombre al cual debo llamar padre, en su rostro pudo notar su enojo, en sus facciones, hace cinco años que no lo veía hasta hoy. Y puedo ver el mismo rechazo que sintió por mí el día que salí de su casa.

INEVITABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora