Blood

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Cassandra condujo hasta el apartamento de Zoe. Al salir del coche, su bolso se precipitó al suelo. Todas sus cosas se esparcieron por el suelo de la acera. Al recogerlas, un cristal roto de una baldosa le hizo un considerable corte en la mano derecha. Cassandra soltó un grito ahogado. Para parar el sangrado, cogió un pañuelo de tela de su bolso y envolvió su dolorida mano en él. Cerró el coche y se dispuso a timbrar el el piso de Zoe. ¿Cuál era? No lo recordaba. Le envió un mensaje:"Estoy en tu portal. No recuerdo tu piso. ¿Puedes abrirme?" La respuesta no tardó en llegar: "Te abro".

Una vez arriba, Zoe abrió la puerta y Cassandra no pudo evitar desviar la mirada hacia el suelo:

-Vengo... a por mis cosas... ya sabes...- dijo tímidamente.

-Por supuesto - contestó Zoe. En ese instante reparó en la mano mal vendada de Cassandra - ¿Qué te ha pasado? ¿Te has hecho daño?

-Ah, no - se apresuró a decir la morena - Me he hecho un cortecito de nada con un cristal de la acera... No es nada, no te preocupes.

-¿Que no es nada? ¡Pero si estás sangrando! Pasa, por favor, te lo vendaré bien para que no se te infecte.

-No es necesario, de verdad, puedo hacerlo yo en casa -

Zoe arqueó una ceja antes de decir:

-¿Te das cuenta de que tu te lo harías con solo una mano? En cambio, yo puedo hacerlo con las dos y quedará más seguro. ¿Qué te cuesta?

A Cassandra no le quedó más remedio que aceptar. 

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