Freud y compañía

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-Gracias por la venda - dijo Cassandra - ¿Podrías darme lo que venía a buscar?
Zoe cogió una bolsa azul de papel que contenía el dichoso sujetador y se lo tendió a la morena.
-Gracias... - se lo pensó dos veces antes de decir - ¿Por qué no vienes a mi casa mañana? Podemos preparar las clases de la semana que viene...
-Claro - contestó la pequeña rubia - ¿A las diez te parece bien?
-Perfecto.

Justo cuando Cassandra se fue, el móvil de Zoe empezó a sonar. Era Eric.
-Hola, Eric. ¿Ha pasado algo?
-Hey, hermanita. Me ha dicho un pajarito que anoche te fuiste con una chica de un pub. Me parece de alta traición que no me lo hayas contado tú y tenga que llamarte yo para informarme...
-Primero - cortó la chica - No me llames "hermanita" porque te recuerdo que, aunque seamos mellizos, yo nací primero. Segundo, no veo por qué motivo debo contarte con quién voy o con quién vuelvo de X sitio. Es una compañera de trabajo. ¿Entendido?
- Bufff - resopló Eric - Menudos humos te gastas... En fin, cuando te calmes, si quieres hablar, llámame.
Acto seguido, colgó.

Al día siguiente, Zoe llegaba a casa de Cassandra sin desayunar y con un frío importante metido en el cuerpo.
Entró en el salón acompañada de Cassandra.
- Por favor - dijo la morena, señalando los sillones - toma asiento. Iré a preparar café.
Salió de la estancia y la rubia empezó a observar todo lo que allí había. Se sorprendió. Había pensado que encontraría obras de grandes pensadores, pero no. En esas estanterías reposaban toda la historia de la psicología y el psicoanálisis: Carl Gustav Jung, Melanie Klein, Hermann Hesse, Donald Winnicott, Jacques Lacan... Una inimaxinable cantidad de documentos sobre el estudio de la mente humana completaba está más que admirable colección.
Justo cuando hojeaba una de las obras de Klein, "Relaciones madre-hijo", Cassandra entró en el salón con una bandera rebosante de pastas y dos tazas de café.
-¿Melanie Klein? - preguntó - Su obra es magnífica. Dió fundamentos científicos a sentimientos universales como la envidia y los celos.
-¿Cómo es que sabes tanto sobre el psicoanálisis? - inquirió Zoe - es realmente asombroso.
- Estudié psicología antes que filosofía - respondió Cassandra - En verdad son carreras que van prácticamente de la mano.
-  Definitivamente - aseguró la rubia - eres toda una caja de sorpresas.

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