[ POETA ]

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Uno.
Un grito.

Dos.
Dos lágrimas cayendo por cada mejilla.

Tres.
Tres palabras; "No me dañes"

Sí.
Tres era un número perfecto.

Quería que gritara más, deseaba oír esa dulce melodía una vez más antes de matarla. Lo necesitaba.

—¿Sabes?—le hablo a la chica que está amarrada frente a mí.—Además de artista, soy poeta, ¿Quieres escuchar?

Le sonrío intentando parecer amigable, pero creo que fracaso en ello.
En vez de parecer amigable, es más una sonrisa siniestra.

Lo siento, no me puedo controlar.
Es muy divertido.

Ella, con la poca fuerza que le queda, niega con la cabeza.

—Bueno, de todo modos no tienes opción.

»Mi cuchillo por tu piel quiero pasar,
y finos hilos carmesí ver brotar,
tus gemidos quiero callar.
Con un beso de muerte nuestro pacto cerrar.

Lágrimas comienzan a salir nuevamente, algunas se pierden en su cuello, otras se mezclan con la sangre en su rostro.
Me acerco y paso mi lengua por sus mejillas, ella lo único que hace es chillar e intentar alejarse de mí.

Cariño, ¿aún te crees capaz de huir de mí?

Me gusta el sabor de tus lágrimas, me gusta ver el brillo de esperanza abandonar tu mirada.

Tan tranquilizador.

Beso sus labios con furia, a pesar de que no me corresponde. Muerde mi labio inferior con fuerza causando que este comience a sangrar.

Error.

Eso lo único que hace es prenderme más, por lo que la jalo del cabello y la beso con aún más intensidad. Sus lágrimas y mi sangre mezclándose, me llevará a la locura.

Finalmente termina cediendo, por lo que intenta seguirme el ritmo en un dulce compás de roces.

Nos separamos y la miro a los ojos con diversión.

—Estás loco.—dice, su semblante aterrado y lo irónico se sus palabras me hace sonreír aún más.

—Tú fuiste la que insistió en acercase a mí a pesar de todas las advertencias.
—le digo al oído.

Así que ahora hazme el favor de seguir gritando, que tu sufrimiento es mi melodía prefería.

—Bueno, cariño, creo que es momento de que me vaya, no te mataré yo, no sería capaz...—hago una pausa para acomodar su mechón y dejarlo detrás de su oreja.—...de controlarme. Así que te dejaré con un buen amigo.

Él aparece de entre las sombras junto a una sonrisa que algunos tacharían como terrorífica o retorcida.

¿Quieres jugar?

Veo el brillo en sus ojos, la emoción. Parece un niño pequeño en navidad.

Diviérteme.

—Estás en buenas manos.—finalizo dándole una última mirada antes de cerrar la puerta.

Lo último que escucho de ella es su grito.
Su último grito.

Tan divertido.

BlasphemyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora