Capítulo 6: Víbora.

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Nota del autor:Chicos y chicas que me leen, en primer lugar quería agradecerles por su apoyo y advertirles que agregué imagenes a los capitulos anteriores por si desean irlas a ver, siento que da una sensación distinta y mejora la experiencia. Un agradecimiento especial a Karinits, que tanto en Fanfiction como aquí me deja miles de fuerzas para continuar. Besos <3


— La aldea está desierta hoy. — comentó Shikaku soltando una bocanada de humo.

—Así es siempre después del festival. Ya sabes. — contestó Yoshino, distraída, sumida en sus propias divagaciones.

La mujer permanecía de pie junto a su esposo, observando como caía la fina capa de lluvia. Ella acomodó un mechón de su cabello café por detrás de su oreja y se sentó junto a su marido.

— Sabes... Esa chica del desierto debería venir a comer. No creo que encuentre un lugar abierto hoy. — musitó

Shikaku movió su rostro y la observo, alzando una de sus cejas. Demostrándole lo confundido que estaba con esa espontanea idea que le había surgido a su amada.

— Es de buena samaritana o... solo quieres asaltarla con tus preguntas. — acusó el hombre, estudiando cada detalle de la mujer.

Ella fingió inocencia y ofensa a la vez, llevó su diestra hacia su boca y la cubrió intentando lucir como víctima de las crueles palabras masculinas.

— Cariño ¿Tan mal catalogada me tienes? — se defendió, usando un tono exageradamente dramático.

El líder Nara sonrió tenue, bajó la mirada y suspiró.

— No mujer, todo lo contrario. — murmuró volviendo a mirarla a los ojos. — Te conozco muy bien. — sentenció.

• • •

Él apareció por el pasillo, llevaba en su torso una playera de un solo tono gris, el cabello le colgaba libre y una toalla blanca yacía sobre las negras hebras para así quitarle cualquier exceso de agua que aún tuviera. Se aproximó en cuanto su madre le llamó y se sentó cerca de ambos.

— Quiero que vayas a buscarla y la invites a comer. —

En sus piernas el joven vestía un bombacho simple de mimetismo militar el cual combinaba con los tonos verdes del paisaje. Al oírla, Shikamaru levantó su vista y miró atónito a su madre.

— ¿Qué? — soltó, sin poder comprender bien cuál era la intensión de aquella propuesta, ni menos que se traía entre manos esa desquiciada mujer que le había dado la vida.

Yoshino no lo repitió, permaneció con los ojos sobre un pergamino que leía mientras que Shikaku, quien fumaba junto a ella, observó la reacción de su hijo y se mantuvo apacible como siempre.

— Uhm... ¿Es buena idea? — cuestionó hacia su padre, esperando que este le brindara el apoyo necesario o al menos una respuesta decente.

— Tú eres la mente brillante. ¿Qué crees? — expuso Shikaku. Corto y preciso. Sin contradecir a su esposa ni dar la razón a su hijo.

— Absolutamente no. — se apresuró a responder el joven con toda la convicción que poseía.

— Es un mejor plan que se quede sin comer nada en todo el día ¿No crees hijo? — Yoshino que permanecía calma, anunció con ese tono característico suyo, haciendo que ambos hombres le dirigieran la vista.

Shikamaru lo pensó por un momento. La imagen de Temari con una pisca de malestar, hambre, frío o cualquier cosa que le afectara de algún modo le resultó catastrófica. No tenía otra opción.

Todo florece en primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora