La tristeza manchada nada desea ni nada suplica...

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Cuando salí a la terraza de mi apartamento, tras llegar a este, pude ver la hermosa vista de Yokohama, llena de luces y con la rueda de la fortuna al fondo.

Y entre las luces, él estaba ahí...

—Dazai...

—Chuuya...

—¿Qué haces aquí?

—Te estaba esperando —me dice, sonriendo de esa manera que le hace confundirse a mi corazón, y que le borra todas las respuestas que se supone, tiene sobre él.

—Te dije que arreglaríamos las cosas después. Gracias por dejarme ir a rescatar a Atsushi-kun.

—No tienes nada que hacer aquí. Si veniste hasta aquí hoy, porque sabes donde vivo, y no lo hiciste antes, entonces no es necesaria tu presencia.

—Vine porque necesito decirte algo —responde, y siento que no miente. 

—¿Ah sí, y qué es? Lárgate si no quieres que te...

—¿Vas a golpearme otra vez? —pregunta, caminando hacia mí, acercándose lentamente, con sus manos en los bolsillos y una seguridad que detesto.

—¡QUE TE VAYAS! —grito, con lo que se me cae el sombrero, con lo que él se detiene.

—No me voy a ir hasta que me escuches. Te lo debo y...

—¡Solo quieres no deberme un favor por haberte dejado ir a salvar a ese chico! Lárgate mejor, hazlo de una vez que es todo lo que necesito —contesto, intentando no mirarlo, sintiéndome tan furioso que de no ser por recordar las palabras de Kyouyou-onee-san, lo habría golpeado ya.

—Chuuya... Perdóname... —expresa, en un color de voz que me hace temblar el corazón. ¿Dazai pidiéndome perdón? No...

—¡DÉJATE DE ESTUPIDECES! —le grito al unísono de lanzarme a golpearlo, pero el detiene mi patada, en el justo instante en que el diluvio se suelta, y le contraataco.

—¡NO VINE A PELEAR!

—¡NO ME IMPORTA!

Comenzamos a intercambiar golpes. Él solo se defiende, pero yo no puedo dejar de atacarlo.

—¡CHUUYA, POR FAVOR!

—¡SI NO PUDISTE VENIR EN CUATRO AÑOS A VERME, NO CREO QUE TENGAMOS AHORA ALGO DE QUE HABLAR! —reclamo. Pero tal parece que eso último lo desconcentra, porque mi golpe a su abdomen entra y el sale volando hasta pegar con una pared.

Está ahí tirado, sangrando de la boca, y mirando el suelo, empapado como yo por la lluvia. Se me hace un vuelco en el corazón verlo así, pero mi ira es tan grande, que...

—Aunque me mates hoy, me vas a escuchar... —responde, poniéndose de pie y subiendo su mirada hacía mí.

Me da mucho miedo entonces. Descubrir que soy tan vulnerable a sus ojos, porque, remueve mi ser entero, y me hace sentir mariposas en el estómago como un adolescente... como lo que era cuando comencé a morí de amor por él...

Y tomo la decisión...

—¿Y si te mato antes y no te escucho? —le digo, sacando mi cuchillo, acercándome hacía él.

—Te detendría hasta que me escuches —contesta, seguro.

Y, su reto, su postura; esa cadena de mi alma al pasado, la busco romper, y me lanzo con el cuchillo para acabar de una vez por todas con todo, con él; conmigo...

Todo pasa muy rápido. Cuando abro mis ojos, estoy a centímetros de él. Su mano derecha sostiene el cuchillo, cortándose, cayendo gotas de sangre que se diluyen con el agua.

Sus ojos, profundos, se posan en los míos.

El corazón se me detiene... La lluvia, de a poco, se va haciendo ausente. Y entre toda esa oscuridad, veo la luz...

—¿Por qué...? —digo, tan decaído porque, justo el día que he vuelto a verlo, tras cuatro años, veo lo mucho que él ha cambiado, me entero de lo que de mí lo alejó, y me doy cuenta que, esos días del pasado, como la esperanza que tenía de vida, no podrán volver.

Suelto el cuchillo y él lo sigue sujetando. Y no evito el llorar.

Ya no tengo nada, solo un amor eterno que está destinado al sufrimiento...

—Chuuya... —enuncia Dazai, conmovido al verme llorar, y me abraza a su cuerpo, sin decir más.

Mi corazón late tan fuerte que duele. Mi respiración se detiene. Su brazo izquierdo me rodea la cintura, y mi rostro está a la altura de su corazón.

Es como si nada de lo antes vivido importara por ese momento...

No sé si tocarlo con mis manos, no sé si decir algo; no puedo dejar de llorar, ni tampoco de percibir el aroma de su cuerpo...

No puedo dejar de amarlo...

La lluvia deja de caer...

Dazai me está abrazando...

—Dazai...

—Esperé este momento por mucho tiempo —confiesa, pegando sus labios al hablar a mis cabellos—... Como esperé mucho tiempo también para poder volver a verte.

—Idiota, si siempre estuve aquí... Solo tenías que venir—contesto, sintiendo el calor que emite su pecho, y como mis lágrimas no dejan de correr.

—No podía solo venir cuando, te dejé solo, sin explicaciones.

—Ya no importa...

—Sí importa —responde, y, alejándose un poco de mí, toca con su mano derecha, que aún sostiene el cuchillo, mi corazón—. Aquí —Mis mejillas se sienten muy cálidas, y miro como él sonríe al verme, lo que me hace sentirlas aún peor.

—¿De qué te...?

—Es solo que quería ver de nuevo tus mejillas cuando te sonrojas...

—Idiota, idiota— digo, y al querer alejarme de él, suelta el cuchillo y me abraza a su cuerpo, impactándome...

—Pero nunca como deseaba el volverme a mirar de esta manera en tus pupilas, Chuuya...   

Continuará...

Hace días vi un fan art de Dazai con sus ojos azules, y se veía muy guapo. Pero sus ojitos café también son hermosos. Gracias por leer. 

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For the tainted sorrrow... Soukoku Bungou Stray Dogs FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora