La tristeza manchada sueña en la muerte, con tedio...

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Su voz me ha parecido como una melodía, como aquello que esperé escuchar por muchos, muchos años pero que solo veía como una utopía de esas que, entre tardes lluviosas o días de cielos con pétalos de cerezos volando llevas a tu mente, pero que nunca te crees que van a suceder. 

Y no sé que responder, no cuando lo único que quiero es gritar todo lo que en mi pecho está a punto de explotar...

No cuando sus ojos se reflejan en los míos, y la lluvia, cesando, hace que le escurran gotas de sus cabellos, mientras que apenas y puedo respirar. 

—Eso... —digo, si apenas porque, de repente, me suelta de su lado derecho y usa sus dedos para secar mis lágrimas. Lo odio tanto, porque estoy a punto de morir...

—Ya no llores, por favor... Y escúchame — me pide, con su voz que me hace sentir que todo estará bien. 

—No puedo, no sé si quiera escucharte ya. Ahora eres feliz, ¿no? y eso es lo único que te debería importar. No deberías incluso de estar aquí, no cuando, somos rivales... —contesto, haciendo a un lado mi rostro, porque soy tan estúpidamente débil que si lo sigo mirando, diré algo de lo que me arrepentiré seguramente. 

—Pues no estás en posición de no escucharme —expone y con su mano derecha, toma mi barbilla, y dirige mi rostro al frente, donde vuelvo a quedar expuesto a él, mientras que me sujeta fuertemente, y se agacha a mí un tanto—. Y quiero decirte tanto, pero, solo me conformo con que sepas que...

—¿Qué? —cuestiono, lo más rudo que puedo, e intento alejarlo de mi cuerpo, pero es inútil. No sé si quiero escucharlo, pero quiero tanto hacerlo.

—Chuuya —enuncia, y me logro soltar al forcejear y avanzo hacía el balcón, dándole la espalda, caminando como si no me importara, pero siento que el corazón me va a explotar, quiero huir, quiero correr a su lado, solo—... Te amo...

¿Qué? ¿Qué acaba de decir? Me detengo, casi en el barandal de la terraza, mirando de frente la rueda de la fortuna, brillante, que se pierde entre lo que no me creo que acabo de escuchar. No puedo voltear porque, tengo miedo. Mi estómago se siente revuelto, y, mi cabeza parece que va a explotar. 

No sé ni lo que siento. 

Escucho sus pasos, lentos, acercándose. 

Podría aventarme al vacío y huir como él lo hizo en el ayer. 

—¿Me escuchaste, Chuuya?

—Claro que te escuché, pero, no sé para que me dices eso —contesto, severo, porque, ¿y si todo es un juego?—. Si lo que quieres es burlarte de mí o jugarme una broma, ya es suficien...

—¡¿Acaso crees que bromearía con algo así?! — me grita, estando a mis espaldas—. Anda, dame la cara y dilo.

—¡Si lo creo Dazai! —exclamo, volteando al unísono, solo para encontrarme con su rostro del que mi corazón se niega a dudar, perdiendo contra él, como siempre... Una vez más.

—¿Alguna vez te he mentido, Chuuya? 

—No...

—Entonces, solo...

—Entonces, ¿qué? ¿Quieres que te crea?, ¿es lo que me quieres decir? Pues perdona, pero, ¿cómo puedo creerte, cuando te marchaste un día, sin más, de quienes se supone eramos tu familia? Dime, ¿cómo te puedo creer eso que dices? —le interrumpo y suelto eso que me ha quebrado desde hace cuatro años. 

—Yo, ya no podía quedarme más, solo, escucha...

—¿Escuchar qué? ¿Por qué demonios no me dijiste hace cuatro años tus razones? ¿ah?; ¿por qué pretendes venir como si nada después de tantos años a decirme esto, como si el tiempo no hubiese pasado y tuviéramos aún dieciocho años? —agrego, agitado, ya que no puedo controlarme en este momento. Él me ve, sin despegar sus ojos cafés de los míos, con una expresión ¿arrepentida?

—Sé que el tiempo ha pasado, pero, no lo que siento... 

—¡DÉJATE DE ESTUPIDECES DAZAI!

—¿Por qué te resistes tanto a creerlo? Dímelo Chuuya —me pide, acortando el espacio entre los dos, tomando mi mano izquierda, la cual, alejo de golpe, y, sintiendo como las lágrimas vuelven a desbordarse, ahogo mi temor y dejo que hable mi corazón... O que cada fragmento que él rompió, se desahogué y le exprese lo que siento...

—Porque, cuando amas a una persona, haces todo lo posible para estar a su lado, y no la dejas a la deriva, para que cada día se pregunte si fue su culpa tu no adiós, o para que en cada momento desee que el milagro de encontrarte en algún espacio de esta ciudad se haga realidad; porque, no dejas que ese ser al que amas pase el tiempo en soledad mientras ve pasar cada estación en la lastimosa espera de que regreses y pueda volver a ver tu sonrisa, tal cual apenas y y la recuerda, haciéndose borrosa conforme pasan los días vacíos, sin sentido, y sin la esperanza de que la vida tenga un significado al vivirla así. Porque si me hubieras amado, habrías un día venido a buscarme, para detener las rasgaduras que le hacía a mi alma este dolor que a ninguno otro se compara. Tú, no sabes cuantas noches lloré, y cuanto quise morir antes de seguir sintiendo esto que me quema tanto, porque, yo, ¡yo a ti si te amaba Dazai!, tanto, que hubiera dado lo que fuera, ¡lo que fuera!, con tal de que, aquella noche que Mori-san me dijo que te habías marchado, poder regresar unas horas el tiempo y cambiar aquello que a esa decisión te hubiera orillado. Pelear con el mundo entero con tal de que todo fuera diferente; morir por ello. Poder expresarte lo que sentía, para que, quizás así no te fueras.

—Chuuya... —susurra, conmovido, y, sigo, desquitando mi frustración al pegarle en el pecho con mis puños, mientras no paro de llorar.

—Porque no sabes lo que es temer acercarme a donde trabajabas pensando que probablemente me odiabas y por eso te habías ido. Tener que vivir en dudas, en lágrimas, en dolor, mientras tu reconstruías tu vida y la mía quedaba partida, porque, ¡nunca sin ti fue lo mismo!, porque odié esta ciudad como te odié a ti a cada día, como me odié a mí, y odié estar vivo, y haberte conocido —Dazai ¡está llorando! Pero...

Lo cierto es que yo tampoco puedo detener mi llanto...

—Lo siento, Chuuya, lo siento... —confiere, acercándose a mí y tomando mis muñecas, abriendo el espacio entre ambos, con lo que solo puedo agregar, cegado por el dolor.

—Te odié tanto por no poder odiarte porque sin importar lo que hiciera, siempre seguía amándote, amándote de esta manera que solo duele, Dazai...

Se hace un silencio entre ambos, con nuestras respiraciones agitadas, y el viento que corre en lo alto. Entonces percato que acabo de decirle, prácticamente, que lo amo. Como si no fuera a darse cuenta, con lo perspicaz que es...

—Entonces, si me odias, no tengo ya nada que perder... —dice, y, veo que se aproxima a mí. Sus ojos se cierran. Se va agachando. No puedo moverme. No quiero moverme. Solo, dejar que...

Él, me bese... Y, eso es justo lo que hace.

Lo que esperé una vida...

Besarnos...

¿En serio me está besando?

Si.

Es lo único que puedo ya pensar antes de cerrar mis ojos y entregarme al momento...


Continuará...


Solo puedo confesarles que lloré al escribir una parte de este capítulo imaginando a Chuuya diciéndole todo eso a Dazai. Au :,/


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For the tainted sorrrow... Soukoku Bungou Stray Dogs FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora