Aquél día que Dazai dejó la Port Mafia, fue cuando Chuuya descubrió en su interior cuanto podía odiarlo, pero también, todo lo que lo amaba...
Soukoku +18 DazaiXChuuya
[COMPLETO]
*fanfic actualizado cada miércoles después de mediodía hora de México. =D
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Recuerdo bien esa noche hace años donde descubrí que Dazai se había marchado de la Port Mafia...
Lo recuerdo como un sueño vivido entre las rasgaduras de mi alma, desde donde entonces lo he querido arrancar... Lo recuerdo como el dolor más grande que he sentido y que no se compara ni a la pelea más febril en la que haya estado a punto de morir... Lo recuerdo como aquello que nunca podré olvidar por el simple hecho de que, yo mismo me impido poder olvidarlo, como si aferrarme a ese hecho pudiera cambiar un día algo...
Esa noche, donde el diluvio fue el único que pudo abrazarme cuando salí corriendo de la oficina de Mori-san, tras conocer lo que Dazai había elegido para su futuro.
—Dazai-kun ha dejado la Port Mafia... Desde ahora, tú te encargarás de su trabajo y tomarás su posición, Chuuya-kun.
Al inicio, creí que era una broma, pero el rostro severo de Mori-san y el saber que él jamás bromearía con algo así, le dieron la respuesta a la creencia estúpida que por unos segundos pasó por mi mente. Me limité entonces a escucharlo sin responder nada, porque, simplemente, no podía creerlo. No veía más que un negro dentro de mi mente donde no concebía que eso estuviera pasando. La única manera en que veía a Dazai dejando la Port Mafia era... muerto.
Salí en el más completo silencio de su oficina sin prestar atención a todo lo demás que el Jefe me expresaba. Y una vez afuera del edificio me interné en la lluvia infernal, corriendo tras un rumbo sin mayor destino que el olvidar, pero en el cual comencé a recordar todo lo que había vivido a su lado justo después de conocerle; como pasé de detestarle y renegar tener que trabajar con él hasta, esa noche, suplicar que no se fuera de mí.
No quería aceptar que eran mis lágrimas las que caían por mis mejillas y no las gotas del diluvio como me hacía creer. No quería pensar ni sentir... No quería vivir...
Quería huir. Quería verlo. Quería decirle lo que sentía en ese momento, pero quizás todos esos pensamientos y sentimientos absurdos surgían del valor de saber que, justamente, ya no podría decírselo...
Cuando me detuve de correr, en la madrugada de una noche sin luna y donde la lluvia se había detenido, me senté a la orilla del mar e intenté aceptar que era en ese momento en el que debía matar las esperanzas de que esto fuera una pesadilla y aceptar, que el hombre que amaba se había marchado de aquel lugar que se suponía, era su hogar.
Parecía que mi vida estaba destinada a eso, a solo sufrir. Un pequeño atisbo de dicha a su lado me había demostrado que la felicidad no era para mí. Pero tal vez, estaba tan maldito que justamente la felicidad desde siempre estaba negada a que el destino me la regalara.
Y lo odié. Lo odié por ser tan cobarde como para dejarme sin siquiera una explicación. Lo odié por haberme hecho feliz tiempo atrás y ahora, desear que me arrancasen el corazón por tanto dolor. Odié no poder odiarlo y me odié por amarlo tanto y nunca habérselo siquiera insinuado, aunque tampoco podía hacerlo, porque lo hubiera perdido antes de tiempo... irónico porque, sin tampoco haberlo hecho le había ya perdido en esos momentos.
Y así pasa el tiempo... Olvidar puede parecer fácil cuando tienes mucho que hacer y poco tiempo para pensar, pero también puede ser un suplicio cuando cada espacio compartido te trae a la mente imágenes tan ciertas del pasado que crees que con levantar tu mano, lo puedes tocar... En ese en el que daría todo por quedarme, para, quizás, acercándome un poco más, tus labios que solo podía contemplar, esta vez sí podría besar...
Ahora, años después, no puedo evitar que, al pasar por los lugares que compartimos un día, esos espacios que solo a nosotros nos pertenecían, la añoranza venga a mí sobre esos tiempos felices y perdidos, que me refuerzan dos cosas en el interior infeliz que tengo desde tu no-adiós: querer verte de nuevo... y querer poder decirte esta vez lo que sentía, o siento... No lo sé.
Pero, aunque sé dónde puedo encontrarte, no he tenido el valor de acercarme y verte, siquiera de lejos. No porque seamos de bandos diferentes, ni por temor a que tú seas el bueno ahora y yo siga siendo el malo, sino porque no puedo verte, no cuando solo pensarte me hace recordar que... sigo enamorado de ti.
Dazai, ¿Por qué te fuiste así?; ¿es que acaso no era yo solo lo suficiente para ti? Te odio. Te odio a ti y odio a quien te hizo tomar esa decisión y también me odio a mí por esa noche no salir corriendo tras saber que te irías para buscarte y pedirte, rogarte que no te fueras.
Te Amo...
Te necesito...
¿Qué necesitaría para hacerte cambiar de opinión?, ¿qué tengo que hacer para que regreses? Aunque más bien, ¿para qué quiero que regreses si, tú no sentías ni sientes lo mismo por mí?
Si hubieras sentido amor por mí, en todo este tiempo me habrías buscado, ¿no?
Si hubieras sentido amor por mí, yo...
Osamu, te extraño...
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Gracias por leer la primera parte. He estado mega triste desde que terminó la temporada 3 de BSD y tengo que reconocer que aunque shippeaba a algunos antes, me duele haber llegado tan tarde al Soukoku. Pero ahora es mi shipp del momento y creo que es un amor que no se desvanecerá tan fácil considerando que ha venido a tomar un lugar tan importante como mi favorita desde hace ya varios años: Otayuri.
Así que aguanten la oleada de fics que seguro seguirán a este sobre BSD y sobre esta pareja. Y aguarden al final de este pequeño fic donde mi Chuuya nos dice lo que le duele de que Dazai se haya ido de la Port Mafia ( y un poquito más).
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* ¿Por qué dejaste a la Port Mafia, Dazai-san? (#shinsoukoku #odazai y otras shipps) Actualizado martes y viernes.
