Dominación [II]

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Algunos golpes a la puerta interrumpen el curso de mis reflexiones.

- ¿Hoseok? ¿Todavía estás enfadado?

- ¡Sí, todavía!

Él se aclara la garganta.

- ¿Tú... no quieres abrir la puerta?

Yo me levanto, giro el picaporte, abro el batiente. Él está de pie en el marco, con una rosa en la mano. ¿Quiere hacerme ceder?

- Es para ti, me dice tendiéndome la rosa. Para que hagamos las paces.

A pesar del nudo en la garganta, logro conservar un rostro indiferente.

- Gracias.

- ¿Sigues molesto conmigo?

- Sí, sigo molesto.

Al mismo tiempo, mi corazón gritó « ¡No, no estoy molesto contigo! », pero me cuido mucho de
no dejarle ver lo que siento en el fondo de mí, podría aprovecharse de esta debilidad e imponerse de nuevo. Por el momento, todo en su expresión indica que se está cuestionando, que tiene dudas. Eso es lo que yo deseo, su indecisión es conmovedora; no piensa en acomodar el mechón rebelde que le cruza la frente. Su mirada ansiosa me interroga ávidamente.

¡Ya está! ¡Voy a ceder!

Él se inclina hacia mí, roza su boca con mis labios. Aliviado, me agarra por la cintura, me presiona contra su cuerpo, durante algunos segundos, intercambiamos un beso apasionado. Es suficiente con que me toque para que yo me derrita. ¿Cómo podría resistírmele? Pero, antes de ceder,
me interesa poner los puntos en las ies. Retrocediendo un paso, me desprendo.

- ¡No te equivoques, aún estoy enojado!

Y retomo nuestro beso, ahí donde lo dejamos. Después de un breve instante de estupor, es él quien rompe nuestros tiernos preámbulos, él también retrocede. La incomprensión más completa se lee al fondo de sus ojos.

- ¡Espera, Hoseok! ¡Ya no estoy entendiendo! ¿Estás molesto conmigo o no?

- ¡Sí, estoy molesto contigo, pero de cualquier forma tengo ganas de ti!

Intercambiamos una mirada inequívoca, una mirada cargada de deseo.
Desconcertado, me mira un momento sin decir nada, luego, un brillo se enciende en sus ojos, mientras una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. Yo jalo su rostro al mío, pero, en lugar de retomar nuestro beso, él me abraza ardientemente, tratando de arrastrarme hacia la cama.

- ¡No, así no!, exclamo yo, desprendiéndome.
Él me interroga con la mirada. Acercándome de nuevo, me presiono contra él y pruebo delicadamente su boca.

- ¡Esto está mejor!

Visiblemente, se está cuestionando, pasa nerviosamente una mano por su cabello.
Su incomodidad lo vuelve más cercano aún.

- No veo la diferencia, intenta bromeando con una pequeña sonrisa.

- ¡Siempre eres tú quien dirige! ¡Así que, el día de hoy, déjame hacer lo que yo quiero!

Él me observa como si fuera un animal extraño, luego se da cuenta de lo que tengo en la mente y su sonrisa reaparece. Sus ojos se ponen a brillar de nuevo.

- De acuerdo. ¡Con la condición de que no sigas enfadado conmigo!

- No me chantajees, ya veremos después...

- Eres duro.

- Déjame probarte lo contrario.

Yo desabotono su camisa, deslizo mis manos a lo largo de su pecho. ¿Cómo puede tener una piel tan suave? A pesar de las ganas que tengo de un encuentro ardiente, me esmero por acariciarlo ligeramente, sin apuro. Saboreando el terciopelo de su piel tibia y suave, la flexibilidad de su
musculatura, respirando su aroma.
La camisa se abre ampliamente en su torso, que parecería estar esculpido en mármol. Pecho lampiño y abombado, vientre plano, contraído; las minúsculas bayas rosadas
de sus pezones. Un escalofrío fugaz corre por su piel cuando los beso. Torpemente, él intenta deslizar
el tirante de mi camiseta; yo empujo su mano.

Prisoner Or Guest? > Yoonseok [Segunda Temporada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora