Capítulo I

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"Dolor"

Tiempo después de lo acontecido con el ex-jefe de Passione, Diavolo, el equipo podía respirar tranquilo. Afortunadamente y gracias a la ayuda de Giorno Giovanna, no hubo ninguna baja. Al volver a Nápoles, se dió la noticia de que Diavolo había sido derrocado por el equipo del mismísimo Bruno Buccellati. Ya que el ojiazul era el superior del equipo, la confianza que el resto de la organización le tenía al joven hombre y por su arduo trabajo en la organización desde que era muy joven, fue él quien ocupó el puesto de Jefe de Passione

Todo cambió en la organización; su equipo se convirtió en su guardia de élite, teniendo a Pannacotta Fugo como líder de esta, A Leone Abbacchio como su consigliere y el joven Giorno Giovanna como su sottocapo. Con la llegada de Buccellati, las drogas dejaron de ser vendidas por las calles de Nápoles. Todo marchaba bien en Passione, o al menos así aparentaba, ya que dentro del corazón de Bruno todo seguía igual.

Siempre tenía la costumbre de mirar el mar, se le hacía algo relajante, pacífico. No obstante, al mirar fuera de la ventana de su ahora oficina de jefe, y observaba el bello mar a lo lejos, le recordaba esos momentos tan hermosos que pasó con su padre cuando era niño, cuando era jovén e inocente. Cuando su corazón aún no estaba intoxicado con la oscuridad y dolor que lo atormentaba día y noche desde que los trabajos sucios de Passione formaron parte de su vida.

El joven de ojos azules aún tenía sentimientos que reprimía en lo más profundo de su ya lastimado corazón, aún moría lentamente como el ya estaba acostumbrado.

Enfrascado en sus pensamientos, apretando sus puños de manera inconsciente mientras sentía como sus ojos ardían, como de su garganta un nudo surgía. Las ganas que tenía de desahogarse llorando no sonaban mal, había estado reprimiendo tanto dentro de si que a este punto le causaba un inmenso dolor en su cabeza. Era tan enorme la tormenta que había dentro de su cabeza que no notó que una silueta se asomaba por la puerta. Se trataba de su consigliere, Leone Abbacchio quien llamaba su nombre, mientras golpeaba la puerta suavemente para llamar la atención del jovén jefe. Al percatarse de los sonidos provenientes de la puerta Buccellati tragó saliva, reprimiendo una vez más su dolor con una suave sonrisa para indicarle al mayor que podía entrar a su oficina.

Espero no haberte molestado, Jefe — dijo Abbacchio adentrándose al lugar.

Esta bien, Abbacchio — respondió el pelinegro suavemente.

Leone hizo una reverencia frente al jovén jefe y besó los nudillos de este con delicadeza. Bruno sonrojó muy levemente ante tal acción, aún no se acostumbraba a ese tipo de atenciones por parte de su antes equipo. No obstante, viniendo del albino, hacia que su corazón palpitara más rápido.

No te preocupes por las formalidades, Abbacchio... dijo el pelinegro entre leves risas — Sabes que aún no me acostumbro a este tipo de atenciones por parte de ustedes.

Tendrás que acostumbrarte — respondió el albino con suavidad — Después de todo, ahora eres nuestro jefe.

El jovén pelinegro asintió lentamente, mirando hacia otro lado con un ligero semblante de disgusto. Caminó un poco y tomó asiento en la enorme silla de su escritorio. Leone caminó hacia la ventana de la habitación y miro fuera de esta con curiosidad.

{ Deep Blues } (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora