Capítulo XIII

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"Entiende"

Por más que Leone quería llegar rápido de vuelta a la mansión, suponiendo que el pelinegro estaría ahí por obvias razones, no pudo hacerlo. No tenía auto ya que estaba en reparación por el choque ocasionado hace algunos días y correr no era una opción. Miró alrededor buscando algún taxi que lo transportara hasta la mansión, en cuento encontró uno, lo abordó sin pensarlo.

Tenía que sacar a Buccellati de ahí como fuera posible, el más que nadie sabe que no estaba bien.

Fueron 10 minutos de trayecto de su casa hacia la mansión de Buccellati, donde se manejaba toda Passione. Una vez frente a la mansión, pagó el transporte y bajo lo más rápido que pudo, entrando a la mansión abruptamente, encontrándose con Mista.

- Hombre, ¿Dónde está...? ¿Estás bien? - preguntó el pistolero alzando ambas cejas sorprendido al observar al albino, en cuál estaba jadeando y desesperado.

- Buccellati, ¡¿Dónde coño está Buccellati?! - exclamó el mayor, tomando al moreno de su suéter.

- ¡¿Eh?! ¡E-Está en su oficina! - se apresuró a decir antes de que Leone lo golpeara contra la pared.

Tan pronto se reveló la ubicación del ojiazul, Abbacchio soltó a Mista y corrió escaleras arriba hacia la oficina del pelinegro, totalmente desesperado.

Una vez frente a la puerta, trató de tranquilizarse un poco, no quería alarmar al ojiazul. Solo entraría y se lo llevaría de ahí de nuevo, eso pensó.

Tomó la perilla y entro a la habitación, encontrándose con Buccellati mirando fuera de la ventana, ahora vistiendo su pulcro traje blanco y el cabello acomodado. Se veía como si nada por fuera...

Pero por dentro, Bruno era todo un caos.

Al escuchar la puerta abrirse, el menor rápidamente colocó sus manos sobre su rostro, limpiando las lágrimas que habían caído de sus mejillas.

Buccellati no quería estar ahí, no quería vestir ese traje de nuevo...

- Bruno... ¿Porqué te fuiste? - fue directo el albino, suavizando su voz un poco, cerrando la puerta detrás suyo, acercándose al pelinegro.

El menor se encogió ligeramente de hombros, juntando sus cejas, sin voltear a mirarlo.

"Porque soy débil... Ni siquiera puedo mirarte a los ojos..."

- Yo... - contestó el menor con la voz quebrada, sin embargo carraspeo su garganta - Tengo un deber, Abbacchio.

- ¿Un deber? - se burló un poco el mayor, si, estaba preocupado, pero estaba jodidamente cabriado con el menor - ¿Que acaso olvidas que no estás en condiciones de...?

- Es mi obligación como jefe...

- ¡Pero si tú mismo le cediste ese cargo a ese jodido rubio! - exclamó Abbacchio golpeando la mesa, ocasionando que el menor pegara un brinco asustado.

- No lo entiendes...

- Oh vamos, Bruno. El único que te entiende aquí soy yo... - dijo Leone, tomando el hombro de Buccellati para que esté lo volteara a ver, notando las cejas y los labios temblorosos del menor - Mírate... ¿Acaso soy el único que se da cuenta de lo roto que estás?

- Ya lárgate... - pidió Bruno con la voz temblorosa, tratando de apartar al mayor con su diestra.

Pero Abbacchio atrapó su mano, tomándola con un poco de fuerza.

- ¿Largarme? Claro, me largo... - dijo Leone, jalando de Bruno hacía la puerta - Pero tú vienes conmigo...

- ¡Basta, Abbacchio! - exclamó Buccellati, apretando la mano del albino con intenciones de que lo soltara - ¡Entiende que es mi obligación como jefe!

"Entiende que estoy obligado a renunciar a mi felicidad por un "bien" mayor..."

- ¡Y tú entiende que no estás bien, maldita sea! - exclamó Abbacchio cabreado volteandolo a ver de nuevo, tomándolo bruscamente de los hombros - ¡¿Que acaso no te das cuenta?! ¡Mierda, Bruno, estás...!

Y justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió, revelando a Fugo y a Giorno quienes buscaban a Bruno.

- Oh... ¿Interrumpimos algo, Buccellati? - preguntó cortésmente Pannacotta.

- No - se apresuró a contestar Bruno, antes de que Leone lo interrumpiera - Abbacchio solo estaba... Agradeciendome por darle el día libre.

Leone miró a Bruno enojado, confundido y triste - Bruno...

- Estaba por irse - dijo el ojiazul, deshaciéndose del agarre del albino para acercarse a la puerta donde estaban los rubios - ¿Ya llegaron los capos?

Giorno asintió, mientras Fugo miraba a Leone dentro de la habitación. El joven de traje verde conocía a ambos hombres, desde mucho antes de todo lo sucedido, el había sido la mano derecha de Buccellati, desde que era más joven. Lo conocía como la palma de su mano, y también al albino. Después de todo, el es quien convivió más tiempo con ellos bajo el mismo techo.

Fugo sabía que algo estaba mal... Pero no se atrevió a decir nada... No era algo que le incubia.

Y Leone simplemente se quedó de pie, observando como el amor de su vida se destruía así mismo frente a sus ojos, con un dolor fuerte en el pecho...

Mirándolo partir de la habitación, sin mirarlo de vuelta, desapareciendo detrás de la puerta...

¿Qué debía hacer?

¿Que debía hacer para que Buccellati no se desmoronara?


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A partir de aquí todo se va a ir a la fregada, de una vez aviso (?

Decidí cambiar la portada también porque a partir de aquí me voy a enfocar más en Bruno.

Y Porfavor, no me maten 😞

¡Gracias por leer! 🌿

- Cøckatiellë 🌻

{ Deep Blues } (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora