“1997”
— ¿Otra vez? — repitió el albino, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal — ¿A qué te refieres?
Fugo dudó si debía contarle al mayor lo que sabía al respecto. Pero la mirada de Abbacchio rogaba por una respuesta, después de todo sabía que lo que Leone quería era ayudar a Bruno. Pannacotta hizo una seña con su mano para que el de ojos ámbar le siguiera, después de todo estaba a punto de contarle algo muy íntimo del pelinegro en cuestión. Leone asintió y siguió al menor, adentrándose a la habitación del rubio para tener un poco más de privacidad.
El más joven suspiró y tomó asiento en su cama — Cuando conocí a Bruno y me llevó con el, al instante supe que era una persona muy solitaria y reservada — comenzó a relatar el rubio — Vivía en aquel pequeño departamento cerca de la zona centro de Nápoles donde solíamos vivir. Aquel departamento era un lugar callado y solitario... Recuerdo que tenía algunas fotos de sus familiares que poco a poco fue guardando.
El albino alzó ligeramente una ceja, intrigado — No... Recuerdo haber visto alguna fotografía cuando llegué ahí... Pero recuerdo haber visto una donde aparecía el de pequeño sosteniendo un pescado — relató.
— El tenía más fotografías — aseguró Fugo — En especial con sus padres. Pero de un día para otro esas fotografías comenzaron a desaparecer.
— ¿Desaparecer? — le miró intrigado Leone, ¿Porque Buccellati haría algo así?
— Sucedió hace 4 años...
🍂 20 de Noviembre de 1997 🍂
Era un día libre para ambos, la situación de Passione estaba un poco más tranquila ya que se habían encargado de los últimos pandilleros que amenazaban con acceder a la zona de Buccellati. Fugo se encontraba leyendo un libro en el pequeño sofá del pelinegro tranquilamente, hasta que escuchó los pasos de Bruno, el cual se dirigía a la puerta del apartamento.
— ¿Vas a salir? — preguntó el rubio, a lo que el mayor asintió — ¿Necesitas compañía?
— No, estaré bien — respondió tranquilamente, tomando su copia de llaves — Regresaré antes del anochecer. Hay comida en el refrigerador y te dejé un paquete de galletas en la alacena — sonrió el ojiazul.
— Gracias — agradeció el rubio con sus mejillas ligeramente encendidas. No estaba acostumbrado a ese tipo de caprichos.
Una vez que el pelinegro salió por aquella puerta, fue cuestión de largas horas para que este volviera. Era casi media noche cuando regresó, mientras Pannacotta dormitaba en sofá y Buccellati se adentraba al departamento silenciosamente, cerrando la puerta detrás suyo.
Los ojos amatistas se abrieron al escuchar el sonido de la puerta cerrarse y miraron aquella silueta tan familiar.
— ¿Cómo te fue? — preguntó adormilado el rubio.
Sin embargo, no hubo respuesta del mayor. Esto le extrañó al menor, ya que siempre que el pelinegro llegaba se lo hacía saber. Pero esta ocasión fue diferente. Alzó un poco su mirada y en la penumbra observo al ojiazul adentrarse a la cocina, encender la luz y abrir un cajón de cual extrajo un frasco con pastillas. Podía notar como sus manos temblaban a pesar de la escasa luz e ingería el contenido rápidamente.
No era la primera vez que veía al mayor de esa forma, ya que en ocasiones le miraba llegar más tarde al departamento mientras se tambaleaba... Cómo si sus piernas y caderas estuvieran adoloridas para ingerir las mismas pastillas después de alguna junta con sus superiores.
Pero está vez caminaba perfectamente... ¿Qué estaba pasando?
Posteriormente, Pannacotta observó como Bruno tomaba el teléfono fijo de la cocina y marcaba un número con sus manos temblorosas. Maldiciendo entre dientes al equivocarse constantemente. Hasta que finalmente logró conectar la llamada.
Un tono... Dos tonos... Tres tonos, no hay respuesta. Y volvió a marcar de nuevo, pero fue el mismo resultado.
Sin embargo, Fugo logró escuchar como la voz de Buccellati se escuchaba... Diferente.
— M-Mamá... — habló en un hilo de voz quebrado, sollozante — Papá... El ya no... — hubo un silencio, acompañado de débiles sollozos mientras aún sostenía el teléfono en sus débiles manos — ¿Podrías... regresar mañana a Nápoles? — apretó el teléfono — Te... Te necesito mamá...
🍂 Actualidad 🍂
— Al otro día, Buccellati se fue temprano vistiendo un traje negro, llevando consigo un paraguas por el pronóstico de lluvia. No pude acompañarlo, tenía un encargo que hacerle a Polpo — relató Pannacotta, acariciando sus nudillos — Pero recuerdo escucharlo llorar en las noches posteriores, y varios cristales romperse... Después las fotografías comenzaron a desaparecer — comentó el menor — Cada vez ingería más y más medicamentos y en una ocasión yo... Lo encontré en el suelo... En pedazos.
Abbacchio no sabía cómo ingerir tanta información. Nunca se había enterado de aquello, no tenía ni la menor idea de lo que había sucedido antes de que ambos se conocieran. Sin embargo, al escuchar lo último que dijo el menor, este alzó la mirada, interrogante. ¿Pedazos? ¿A qué se refería con pedazos?
— Dividió su cuerpo usando a Sticky Fingers y lo encontré desparramado en el suelo... Recuerdo claramente que dijo... “Estoy cansado de todo esto” — relató Fugo — Después de eso, desapareció toda la noche y regresó en la madrugada empapado y temblando. Un miembro de Passione lo había escoltado al departamento y lo lanzó al suelo diciéndole que aún tenía una deuda con la organización y que por lo tanto no podía darse el lujo de suicidarse...
Leone abrió los ojos grandes al escuchar aquellas palabras, sintiendo un fuerte nudo en la garganta — Intento ahogarse.... — el menor asintió, Leone gruñó, apretando sus puños.
— El no sabe que yo lo vi... — Siguió Fugo — Pero recuerdo claramente ver golpes en su cuerpo y verlo vomitar cuando se fue aquella persona. Después le ayude, fingiendo no haber visto nada... El solo me dijo que se había encargado de unos matones... Pero yo sabía que no había sido así... — El de ojos amatistas levantó la mirada al escuchar la perilla de la puerta girarse — ¿A dónde vas?
— Voy a salvarlo antes de que sea tarde...
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Fuertes revelaciones, y solo estamos empezando...
¡Muchísimas gracias por leer!
- Cøckatiellë 🌻
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{ Deep Blues } (En Edición)
RomanceEl corazón del joven jefe de Passione, Bruno Buccellati, esta dolorido por aquellos recuerdos del pasado, donde el y su padre eran felices antes del fatídico accidente que cambió su vida para siempre. Leone Abbacchio, consigliere del jefe, hará todo...