Tercera rosa: Mi carne en ti ...

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Poco a poco sus sentidos comenzaron a despertar, su tacto siendo el primero. Inconscientemente fue sintiendo lo que pasaba por su cuerpo.

Frío...

Humedad...

Eso era lo que sentía. No le agradaba. Así, abriendo sus ojos con pesadez y luchando contra su cuerpo entumecido se fue incorporando, soltando un quejido ante el dolor que causó esa acción. Parecía como si se hubiera sumergido en un lago congelado. No sólo era dolor. Para cuando logró sentarse en ese frío suelo un sonido se escuchó muy cerca de él. Un crujido.

Borroso. Todavía no veía claro. Llevó su mano a su sien presionando contra ese lugar por un buen rato mientras cerraba fuertemente sus ojos. A penas duró un segundo cuando nuevamente volvió a abrirlos; aun no era lo suficientemente claro. Todo estaba oscuro, pero no como para no ver el extraño cielo nocturno de púrpuras y azul.

Un pequeño temblor...

No sabía dónde estaba, todo el lugar era desconocido. Con lentitud giró su cabeza para mirar su alrededor y ahí lo vio. Una rajadura en la tierra, una cerca de él. Tenía que levantarse, alejarse de ahí.

Y se exaltó cuando vió algo salir de ese lugar.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando fue tomado por aquellas cosas extrañas. No pudo resistirse, su estado físico no se lo permitió. Manos, eso era lo más cercano que podía pensar. Grotescas y oscuras manos que lo tomaron. Trató de agarrarse de algo, cualquier cosa, pero no pudo evitarlo y fue arrastrado hacia el interior de esa grieta.

Solo leves marcas de dedos quedaron en el suelo, muestra de que alguien había luchado, de un ser que fue llevado en contra de su voluntad.

Lo último que dio a entender que alguien estuvo ahí fue un grito apagado y el casi inexistente sonido de la tierra moverse hasta cerrarse.

Todo regresó a como estaba antes, aunque no duró por mucho cuando se escuchó el retumbar de tacones contra el suelo.

Un nuevo ser había aparecido.

Unos hermosos y llamativos ojos dorados mantuvieron su vista en un lugar en específico; donde hace pocos momentos ese ente había sido arrastrado

-Maestro Lucifer- Dijo el demonio en un susurro. Una sonrisa de dientes afilados y puntiagudos se formó en sus labios carmesí -Su querida rosa ya ha llegado-

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No se puede cambiar el pasado, y  tratar de remediarlo a las prisa tampoco es conveniente.
Pero no tenía tiempo, Kaname le había acorralado al punto de no dejarle ninguna escapatoria.

Miró nuevamente las escrituras que tenía en mano. Jamás debió haberlo puesto al nombre de Kaname.

- Zero... ¿Por qué dijiste que era mejor él?-

En realidad la academia iba a quedar en manos de Zero, pero si algo le pasara a Zero, Kaname seria quién se hiciera cargo.

- Hará algo para provocar mi muerte-

Zero ya no estaba y él era el único a cargo, ya casi lo tenía.

- Me tiene vigilado...-

No era tonto, y lo sabía perfectamente. Miró de reojo a la ventana, el murciélago seguía allí colgado de cabello en la rama.

Tenía que buscar a alguien inmediatamente y cambiar por completo las cosas.

-No vas a salirte con la tuya, sanguijuela-

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Su cabeza daba vueltas, se había sentido ser abrazado por una inmensa oscuridad y ahora estaba en un lugar que no sabía dónde era exactamente.

Se sentía mareado y las náuseas eran insoportables, se volvían intolerables a cada segundo.

Había voces, lejanas y distorsionadas.

Y cuando trató de ver mejor lo que pasaba a su alrededor notó a penas una sombra oscura.

Unos ojos de color turquesa.

Lo único que logró grabar en su memoria.

La sombra tomó más forma a los segundos, era alguien alto.

Esa persona lo había tomado con cuidado y obligó a beber algo que ni siquiera pudo rechazar, su cuerpo no reaccionaba en absoluto. Sintió el sabor entre amargo y dulce de ese brebaje, aumentando así su mareao y volviéndose mucho más insoportable hasta que finalmente todo se oscureció.

- Dulces sueños, mi querida rosa negra- la voz ronca de ese ser se escuchó.

Ese hombre se mantuvo allí, acomodando el cuerpo de aquella alma que había arrebatado del plano terrenal.

- ¿Cómo han osado destruirte de tal modo?-

Sus pálidas manos acariciaron con suavidad las mejillas del peliplata.

Los cambios tardarían en manifestarse. Su organismo debía adaptarse a la atmósfera del Averno.

Aún faltaba para que su bello capullo se abriera y alzase bellamente sobre todos.

El infierno pronto tendría una reina...

- Solo espero que me acepte-

Suspiró pesadamente ante ese pensamiento.

-Si tienes suerte quizás hasta te de unos buenos puñetazos- una hermosa y seductora voz se escuchó en la habitación.

- Que oportuna eres, Lilith- el ente oscuro miró al recién llegado con total indiferencia.

Lilith sonrió de forma divertida.

-El niño se parece a uno de mis hijos...- dijo con total suavidad y se acercó al cuerpo durmiente de Zero.

Apartó unos cuantos flecos plateados de su rostro y miró con anhelo.

- ¿Puedes dejarmelo a mi cuidado?- se apartó y miró al más alto.

-Estas loca...- solo eso dijo. Se acercó a Zero y con un excesivo cuidado lo tomó entre sus brazos, cargandolo como princesa.

-Nunca habías mostrado tanto interés por nadie, Señor Lucifer- dijo con un tono de voz divertido - No puedes ocultarlo-

Ella soltó una melódica risita y miró con malicia y diversión a su maestro. -Incluso has puesto tu carne en él... Eso ya es extremo. Aunque espero cualquier cosa de ti, ¡Eres tan impredecible!-

El ser pareció divertido por el comentario de aquel demonio.

- No puedo negarlo...-

Lucifer formó una pequeña curva en sus labios, una casi inexistente sonrisa.

- Solo estate atenta a cualquier cosa que aconteciere...-

Dijo a modo de orden antes de perderse en la oscuridad.

CONTINUARÁ...

PrincesaDollgothic
21/12/2019

MI QUERIDA ROSA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora