Introducción

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Nací en un pueblo de Indiana cuando los setenta iniciaban. Soy el segundo producto de un matrimonio infeliz y, como era predecible, fallido. Mi hermano, Jonathan, fue la primera persona que me cargó (luego de mi madre y los doctores, claro); hasta el día de hoy me sostiene cada vez que pierdo el equilibrio.

Mi madre es una mujer espectacular. Lonnie es mi padre, no creo tener algo más qué decir sobre él. 

Solía jugar baseball cuando era pequeño, y he sido un fan del dibujo desde temprana edad. Ha pasado tanto (y aún así, tan poco) tiempo que es difícil de creer. Justo en esos años, cuando aprendí a leer y mentir, conocí a mi mejor amigo.

Michael, en ese momento, era un niño pecoso y con pasatiempos singulares para su edad. Él escribía el tipo de historias que tenían castillos, caballeros y princesas. Cuando me encontró, sentí un orgullo impresionante: ¡me había escogido a mí para ser su amigo!

Crecimos juntos en un pueblo de Indiana. A mí mamá le gustaba que fuera a su casa, sobre todo al ver cómo iban a terminar las cosas con mi papá. Mike entendía lo que estaba pasando; después de todo, su padre tampoco era muy amigable. Me habría gustado que a Jonathan le hubiesen dado esa oportunidad que yo tuve de huir.

En una importante parte de mi vida se vio incluido Mike, pasando de ser mi compañero de juegos a mi confidente. En la escuela, conocimos a Dustin y Lucas, y no tuve ni una sola duda cuando Mike los invitó a participar en nuestros juegos. Él siempre da el primer paso cuando se trata de socializar. Gracias a esos tres, pasé los veranos más felices.

Entonces, Lonnie se fue con una pila de billetes, un auto cuya marca desconozco y un maletín gastado. Escuché como le dijo a mi madre que se despidiera de su parte (cosa que no hizo, como el ser humano razonable que es) y arrancó el motor. En la tarde de ese día, Jonathan me ayudó a armar una fortaleza en el bosque a la que llamamos "Castillo Byers". Estaba lloviendo cuando lo hicimos.

Ese año, mi madre trabajó como loca, así que iba a jugar a la casa de Mike seguido. Lucas, Dustin y él me ayudaron a ponerle una contraseña al Castillo Byers. Éramos felices de la forma más simple posible, la inocencia propia era la que suavizaba cada golpe, o la que lo intensificaba.

En nuestro mundo, éramos invencibles. Arrazábamos en la feria de ciencias y no teníamos que preocuparnos de parecer geniales. Fuera de nuestro círculo, la historia tiene una desviación menos amable. Hay que tomar en cuenta que se trata de un pueblo de Indiana a inicios de los ochenta; entrar en la categoría de lo que se considera normal no era cosa fácil.

Bueno, la normalidad comienza a parecer ridícula cuando un monstruo de otra dimensión hace que luches por tu vida con doce años. Y luego, se hace mucho más retorcida cuando comparas ese sentimiento con otro tan... no lo sé, ¿estúpido?

El año pasado, en la exacta mitad de los ochenta sentí algo tan familiar. Podía jurar que ya lo había experimentado anteriormente, por lo que pensé que había llegado la hora de terminarlo todo como había empezado. ¿O era esa sensación tan familiar proveniente de mi meñique chocando con la palma de Mike?

Estaba desesperado, en donde sea que me mantuvo el desollador, y era frágil, solo quería volver a casa. Cuando El le susurraba cosas a Mike, incluso cuando él la miraba, me sentía igual. Como si me hubieran arrebatado el derecho de respirar.

Dios, tengo suerte de poseer una prudencia mortal, porque si le dijera esto a alguien sonaría como un loco. De igual forma, sé que mi mente está pudriéndose.

Dustin me enseñó sus inventos por julio de ese verano, y mientras todos estaban ocupados besándose con sus novias, escuché sobre lo más loco que podría imaginar en mi vida. Me lo regaló, como si de un chocolate se tratara, indicándome en un papel su mantenimiento y lo que se requería para que funcionara. Lo mantuve debajo de mi cama, pero no pude evitar olvidarlo luego de todos los eventos que ocurrieron esa semana.

En un arrebato de ira peleé con Mike. Era una tarde del mes ya mencionado cuando él, entre gritos, puso sus sospechas sobre la mesa. Al dudar de todas las decisiones que había tomado hasta tal momento, huí al Castillo Byers. Lo más sensato era seguir adelante, y aún así, estaba atascado entre mi desgracia. 

Yo, sobre todas las personas, sabía lo efímeras que eran las cosas buenas. Sin embargo, algo dentro de mí se quebró mientras Mike me decía que lo mejor de mi infancia, no solo estaba destinado a terminar, sino que ya había acabado. Por eso destrocé todo aquello que caracterizaba a mi pasado. Y, así como llovió cuando el Castillo Byers nació, también llovió cuando fue destruido.

Antes de iniciar las clases, amigos de mi familia llegaron a la casa para ayudarnos con la mudanza (considerando a El una parte de la familia. Mis demonios internos hicieron las paces con ella hace mucho tiempo). Por esa razón, estaba Mike sacando un par de lentillas debajo de mi cama. Gracias al cielo no preguntó qué era.

Ha pasado once meses desde que me fui de Hawkins y estoy escribiendo este diario, porque, como he mencionado con anterioridad, estoy loco. Y voy a utilizar la invención de mi buen amigo, Dustin Henderson, para encontrarle una cura a mi enfermedad.

Espero, con ansias, tener éxito y poder contarlo en las páginas de este cuaderno. Si no progreso, tendré que otorgarle a Joyce Byers este diario. En el caso de que ya lo estés leyendo, mamá, no te preocupes. Quiero que sepas que, no importa el grado al que llegue mi rareza, nada de esto es tu culpa.

Si no eres mi madre, pero estás leyendo esto: no sigas. Y por ninguna razón le des este cuaderno a MICHAEL WHEELER.

-WILLIAM BYERS. 16/09/1986

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(N. de la A.) SÍ SÉ QUE DEBO ACTUALIZAR GUYS MY AGE:(, pero si no escribía esta historia mi cerebro iba a, literalmente, explotar.

Como ven, esta va a ser muy distinta a la fanfic ya mencionada, va a tener temas más profundos y un enfoque en lo que Will siente. Probablemente va a tener influencia en otros libros, como Frankenstein, por si en alguna parte les ven similitud.

Gracias por apoyar mis historias. Déjame saber si te gustó yyyy, sí, soy consciente de que esta cuestión no tiene portada seria y que la estoy publicando en la madrugada.

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