Intento nº1

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Encendí el aparato mientras El y mi madre estaban en el doctor. Como Dustin me indicó, coloqué unas extensiones alrededor de mi cabeza y puse un par de auriculares (peculiarmente pequeños) en mis oídos. Tomé aire antes de que comenzara a dar efecto, entonces ubique en mis ojos las lentillas.

Realidad virtual. Al final, ¿qué se supone que es la realidad virtual? ¿Creada por inteligencia artificial? ¿Qué es la inteligencia artificial? ¿A qué clase de campamento habrá ido Dustin?

Parpadeé dos veces al ver el vacío infinito que me rodeaba, lo único que se escuchaba era mi corazón latiendo a mil kilómetros por hora. Supe, por instinto, que debía concentrarme en lo que esperaba ver.

Había leído sobre esto con anterioridad, pero nunca pude haberme preparado para esta nueva realidad que se reveló ante mí. Era como abrir un libro que estaba vacío y, al mismo tiempo, repleto de infinitos relatos. 

Pensé en la física cuántica, de inmediato, tema del cual había hecho historietas con mis amigos. Mike, siendo la mente creadora, narraba y yo transformaba sus palabras en imágenes. Lucas era muy bueno encontrando un final lógico a las historias, así como Dustin buscaba el por qué de todo. 

Una vez ese recuerdo llegó a mi mente, concluí que tal vez el aparato solo induce al sujeto en un sueño, potenciando los sentidos de éste. Y, a diferencia del estado ya mencionado, se mantiene al sujeto consciente, así es capaz de crear partículas desde lo que es considerado "la nada". Sé que todo lo que digo suena como salido de una película de ciencia ficción, ¿pero no eran los submarinos una fantasía hace un par de siglos?

¿No era el demogorgon parte de un juego de mesa para mí, antes de esa noche?

Ahora, mi mente había creado una exacta réplica de la escuela, con pasillos coloridos y casi desiertos. Sin saber a dónde ir, caminé un rato por mi ruta diaria hacia el salón de matemática, observando la estructura, quedando estupefacto. Por la derecha, me topé con una chica de una forma tan súbita que ni pude reaccionar.

Su semblante me ayudó a predecir que no estaba enojada, por el contrario, me sonreía. Tenía el cabello amarrado en una coleta y los ojos muy oscuros. Recuerdo perfectamente su chaqueta, era de cuero con pequeñas gotas de brillantina, totalmente negra. Se veía muy linda, a decir verdad.

Era consciente de que nada, ni bueno ni malo, pasaría si le hablaba. Después de todo, su existencia no afectaría a mi vida. Ella era solo producto de mi mente.

—Perdón —le dije, despacio.

—Tranquilo, no fue nada —respondió ella, mientras tomaba algo de su mochila—. Y, oye, ¿tú no eras el que se mudó de Hawkins?

—Eh, sí —musité. 

Aún tengo preguntas sobre la chica. ¿Podría ella saber todo sobre mí? Después de todo, yo la creé, tiene un poco de mí en ella. ¿Cómo puedo fingir que eso es normal?

—¿Es verdad que el gobierno les pagó millones para que no dijeran nada sobre avistamientos de alienígenas? —continúo, con una ceja levantada.

—Si fuese verdad, ¿se lo diría a alguien que no conozco?

—No —replicó, con menos ánimo—. Buen punto. Mi nombre es Mónica, pero me suelen decir Nick.

¿"Me suelen decir"? ¿Quién te va a decir Nick si eres un maldito amigo imaginario? —pensé. Contuve mis pensamientos y le ofrecí mi mano.

—Ahora que sabes mi nombre, ¿me vas a decir? —preguntó, con una ilusión que no podría describir, si quiera.

—¿Qué eres, detective? —reproché, distraído.

sueños | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora