Marie.

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Justin (narrando)

Nottingham para mí no tenia ningún atractivo en particular, mis padres habian decidido vivir aquí hasta que lograrán conciliar un negocio del cual no sabía de que se trataba y para lo que me importaba , esas cosas se las dejaba a ellos, yo sólo me encargaba de gastar su dinero de manera feliz.

Bajé de mi habitación , hoy era mi primer estupido día de clases, de seguro no habria nada nuevo aquí, las mismas chicas sin cerebro que vendrían a mí como abejas a la miel y como siempre las aceptaría sin dudar, ya me habían hecho bastante daño, todavía tenía ese resentimiento dentro de mí por haber sido tan estúpido y inocente pero ese chico se había acabado, ahora era un nuevo Justin.

Había hecho un acuerdo con mi padre de que haría un curso extracurricular en la escuela, para no quedarme solo en las tardes, sólo debía ser por un par de tardes no todas ya que ellos también querían pasar más tiempo conmigo, amaba a mis padres fueron mi apoyo cuando pasó lo que pasó.

- Buenos días cariño- me dijo mi madre dándome un sonoro beso en la mejilla.

- Buen día mamá - le dije saboreando los hotcakes de chocolate que me fascinaban-¿ Quién me llevará a la escuela?

Me lanzó unas llaves , las cuáles atrapé en el aire, al mirarlas sobre mis manos no me lo podía creer, eran las llaves de mustang negro de papá.

- Campeón hoy ya puedes llevarte el musgtan es tuyo , pero debes cuidarlo y sólo es para dar paseos, nada de paseos fuera de la cuidad
¿ estamos claros?

Brinqué de mi asiento y abrazé a mi papá, me tragué todos los hotcakes de un tirón y salí corriendo para montarme en mi nuevo coche, y aunque había pensado que era un sueño, una alucinación o algo, ahí estaba mi bello y hermoso coche nuevo, mi Mustang nergo, abrí el coche y admiré su interior rojo, este iba a ser mi mejor año, tendría chicas por montones y amigos que no podría contar.

Puse la llave en el contacto y el motor ronroneó como una gata que la acarician en el lomo, - ¡¡ohh por Dios esto es fantástico!!- puse el cambio y me encaminé hacia la escuela, lo hice con cuidado sabiendo que mis padres me echaban un ojo desde el portal.

Sabía donde quedaba la escuela ya que habíamos visitado Nottingham varias veces antes de mudarnos, recorrí varias esquinas y decidí que un poco de adrenalina no me haría mal así que aceleré un poco, divisé a lo lejos el estacionamiento de la escuela por lo que hice ronronear el coche y aceleré.

Sentía la brisa dando ráfagas sobre el cristal delantero y mi adrenalina iba en aumento, sólo faltaba tomar esa pequeña curva de la entrada y al fin estaría dentro, al llegar a esta intentando doblar para entrar en el estacionamiento la ví , pero ya era muy tarde, su cabello rubio castaño voló fuera de su bicicleta y su cuerpo se estampó contra el pavimento como un montón de rocas.

Bajé del coche anonadado sabiendo lo que había hecho, la adrenalina había sido sustituida por una sensación de culpabilidad y terror, la imagen que me recibió me partió el corazón, la chica sangraba por la nariz y la frente y se había desmayado, eso no era bueno, para nada bueno, alrededor se armó una gran multitud que fué dispersada por una señora que chilló y fue corriendo hasta donde estaba.

- ¿ Qué sucedió? oh por Dios Marie, ¿Marie? - le tomaba el pulso y le apretaba la mano pero ella no reaccionaba- por favor oh DIOS debemos llevarla al hospital!!

Reaccioné rápido la tome en brazos y la puse en la parte atrás del coche, la señora se subió con ella.

Bastante nervioso, no tanto porque sabía que mi papá iba a matarme sino porque no quería que ella muriera, había algo en ella que la hacía ver como un ángel caído del cielo, la sangre que brotaba abundante de su frente y nariz era lo que mas me preocupaba.

Ya para cuando llegamos al hospital la blusa de la señora estaba empapada en sangre y se notaba muy alterada.

Bajamos corriendo y entramos a emergencias, el olor a cloro y medicamentos llenó mis pulmones, al vernos los doctores la tomaron y la subieron a una camilla y se la llevaron, la ví desaparecer detrás de una puerta blanca, la señora lloró amargamente, me acerqué a ella y no sabía que decir, todo era mi culpa y no había nada que pudiera hacer, ahora la vuda de esa joven corría peligro por mi inmadures, me dejé caer al piso igual que la señora a mi lado.

- Es sorda.- me dijo.

La miré desconcertado- ¿ Qué?- ella al ver mi cara de desconcierto me dijo- Ella es sorda, no puede oír.

Esa simple confesión me partió en dos, si antes estaba preocupado ahora mi conciencia estaba destruída . Marie , Marie ¿ Qué te hice?.

Song from the soul. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora