El accidente

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7am- primer día de clases

Mi celular vibró bajo mi almohada, esa era la única forma de darme cuenta de que ya era hora de levantarme, trataba de que mi vida fuese normal Apesar de mi deficiencia, hacia que las personas me exigieran igual que los demás.

El hecho de estar sorda no me hacía una inútil, crecí creyendo en eso y se lo había demostrado al mundo.

Miré mi habitación era pequeña, las paredes estaban pintadas de color amarillo con un ribete floral, un pequeño armario pintado de blanco adornaba mi izquierda y un pequeño beauty con espejo a la derecha de mi cama y como podrán suponer el baño lo compartía con mis hermanos, así que bañarse era una por así decirlo una travesía.

15 minutos después de que mi hermano Lucas saliera del baño al fin pude entrar, no me tome mucho tiempo ya que si quería desayunar debía apurarme.

Ya en mi habitación abrí mi armario y me puse lo primero que encontré, unos pantalones raídos en ciertas partes, una top de tiritos negro bajo un abrigo rojo con partes verdes y una camisa de cuadros debajo y me calzé mis botas preferidas, deje mi cabello libre y bajé a desayunar.

El desayuno fue como siempre, mi madre nos hizo hotcakes y nos dió un vaso de jugo de naraja. Al terminar me despedí y salí por la puerta hacia el pequeño cuartito cerca del jardín, allí guardabamos cosas como herramientas y eso, pero lo más importante era mi amada bicicleta Lolita.

Lolita había estado conmigo desde que tenía 12 años, iba en ella a la escuela ya que quedaba relativamente cerca así le ahorraba a mis padres el tener que desviarse para dejarme, me iba con mucho cuidado por la acera ya que la calle para mi condición era un poco peligrosa.

Al abrir el trastero ahí estaba Lolita, era de color aquamarina con las gomas amarillas un poco pálidas, la tome del timón y la pedalié para ver si funcionaba y sí, estaba perfecta, tomé mi mochila y la puse en el canasto de Lolita que estaba atrás.

Manejar lolita me traía buenos recuerdos de mi infancia, como la primera vez que me raspé las rodillas, cuando me caí mil veces intentando estabilizarla, esos días habían pasado y ya no era esa niña, eran recuerdos dónde todavía mi familia era feliz.

Pasé por la casa de los nuevos vecinos y me dí cuenta de que al parecer se habían acomodado bien, había visto a mis padres hablar varias veces con ellos durante el fin de semana.

Casi llegaba a la escuela, y me imaginé como sería este año, mi último año en la escuela, había decidido que entraría al grupo de música, tenía una aficción al canto y al violonchelo y aunque no sabía cómo sonaba mi voz, cuando lo hacía en mi habitación mi hermano Lucas me ponía los pulgares arriba, eso debería significar algo ¿no?

La primera vez que me atreví a cantar lo hizé tocando el violonchelo y toda mi familia había subido a mi habitación y me había observado desde el umbral con los ojos desorbitados y las bocas abiertas, al verlos me asusté y pensé que había echo algo malo, mis padres no dijeron nada y se fueron.

¿Se preguntarán como puedo hacer música? Pues siento las vibraciones que hacen las cuerdas al sonar, ahí me doy cuenta de si suena bien o no, era como si las cuerdas y yo hubiésemos nacido para tener una relación.

Ya entraba por el parqueo de la escuela debía atravesarlo pues la barra para poner las bicicletas estaba del otro lado, antes de cruzar miré hacia ambos lados y no venía ningún coche, así que cruzé, no sé de donde había salido ese coche negro, pues había mirado antes de cruzar, solo sé que el coche golpeó mi bicicleta y a mi me tiró al pavimento con fuerza, puntitos negros comenzaron a formarse delante de mis ojos y ese silencio que siempre me acompañaba se hizo más agudo y profundo, sentía sangre correr por mi nariz y mi frente y lo último que ví fue su rostro.

Song from the soul. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora