CAPITULO I: LUNA ESCARLATA

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N.A: Este capítulo lo dividiré en dos partes, ya que es un poco largo. nun

            Era una caravana de unos ochenta gitanos, llevados por el viento de pueblo en pueblo. Por patria tienen al mundo y por padre el cielo. Seres errantes cuya única misión es contar sueños y miserias. En tan singular grupo, se encontraba una pequeña *chabí de, 13 años llamada Jayah quien a tan corta edad tuvo una vida dura debido al infortunio de haber nacido en dicho tiempo... cosas terribles se avecinaban para tan tierna y frágil niña, ya que su pequeño grupo fue alcanzado por sorpresa una noche por la guardia del señor feudal. Eran tan pocos los hombres y mujeres que sabían defenderse que, aun luchando como fieras, solo consiguieron retrasar lo inevitable, cayendo poco a poco y dejando la tierra mojada con sangre y lagrimas...Acabada la carnicería, un gran número de cadáveres de ambos bandos yacían en el suelo mientras que los supervivientes: mujeres, jóvenes y niños tuvieron que obedecer en todo lo que querían aquellos seres despreciables. Los niños y varones más jóvenes fueron amarrados para ser llevados a prisión donde esperarían a que fueran llevados ante un experto para castrarlos y ser puestos a trabajar, mientras que a las mujeres y niñas las separaron en 2 grupos donde pocas corrieron con suerte de ser llevadas a prisión y esperar a su juicio ya sea para ser quemadas por brujas herejes o puestas a trabajar, el otro grupo quedaba para la diversión de aquellos esbirros.

Se escuchaban gritos y lamentos de aquellas desdichadas almas, la pequeña Jayah ya desde hace unos instantes que había dejado de luchar y quejarse; resignada a que su vida acabaría allí, cuando de pronto uno de los esbirros llego a donde estaban ella y su atacante, interrumpiendo el preludio a tan grotesca escena, para decirle que debían volver.

¿?: Señor Barraud, debemos regresar. –Dice totalmente calmado, pues él había hecho lo mismo hace unos momentos con otra joven-

Barraud: en un momento voy, termino con esto y los alcanzo... ¿Hiciste el trabajo completo Fayolle?-dice aquel hombre apretando las muñecas con más fuerza a la pequeña debajo de él, quien solo lloraba en silencio.-

Fayolle: Si, Señor, me encargue de que cada uno al terminar no dejaran vida alguna.-contesta sin alguna pizca de remordimiento en su voz.-

Barraud: Bien, sal de aquí.-ordena con voz tajante y fría.-

Fayolle: Si, Señor. –se retira de allí.-

Barraud: Bien, nuevamente solos –decía con voz lasciva mientras olía y lamia el cabello de aquella pequeña gritándole al oído.- criatura repugnante que con pactos y brebajes cambian de apariencia para provocar la perdición de los hombres de Dios como yo, pronto terminare con tu miserable vida. -Empezó empujándola hacia el suelo mientras rasgaba su vestido, un vestido que aun transpiraba la esencia de la eterna infancia. Ante él, ese cuerpo púber y sin macula, desbordante de frescura y dulzura juvenil. Inicio la faena besando esos senos, que aun sin terminar de formar, eran firmes y bien torneados, luego fue hacia el cuello de la pequeña, de cuyos ojos solo lágrimas y dolor brotaban. Las manos que tocaban ese cuerpo frágil y delicado, eran las manos de una bestia, una bestia acostumbrada a causar dolor y llanto, manos que en toda su vida ¡jamás! fueron capaces de brindar la alegría de una caricia o el amor a través del tacto. Cerdo desalmado cuyo único deseo era satisfacer su deseo sádico con el ser más débil y sencillo, un niño. Después de lamer su negra cabellera, apretó fuertemente la nalga de la pequeña mientras que con su otra mano, separaba las delgadas piernas, acto seguido uso su boca con aroma a pestilencia para besarla, bajando bruscamente hasta los finos pies, succionando cada dedo como si por ellos aspira la vida de la pequeña, al terminar, decide subir nuevamente por sus piernas con su lengua dejando un camino de baba mientras, masajeaba ardientemente sus suaves nalgas morenas. Desbordante de deseo hundiendo su rostro entre medio de las piernas, su instinto animal solo le inspiro un único deseo, empezó a introducir su lengua en aquel lugar, donde incluso los poetas se niegan a mencionar. Su sensitiva lengua sentía las contracciones de un cuerpo que se negaba recibirlo, pero precisamente, eso era lo que incitaba a su insano placer, de manera que exploraba aun más con esa lengua babeante y fría, cual macho cabrío. Satisfecho su fetiche, tomo bruscamente el cuerpo de la joven volteándola de espalda hacia él, y sujetando fuertemente su brazo y su cabeza, penetro sin misericordia su delgado cuerpo, disfrutando mientras observaba el rostro de horror, tristeza y llanto de la desgraciada. Mientras más lloraba mas placer sentía, y más intensamente sacudía aquel cuerpo, con su voluminoso miembro, hasta que preso del placer y la locura, libero toda su miseria sobre el cáliz de esta niña. Niña aun en cuerpo, pero cuya alma estaba destrozada y envejecida, por aquella maldad que incluso Dios en su omnipotencia no es capaz de explicar. Exhausto ante la faena, se separo de su víctima, goteando aun sobre su cuerpo, la maldad que de su miembro transmitía. Un último beso profirió a la frente de la niña mientras le decía - repugnante criatura fue un buen rato el que pase contigo, imagino que cada lagrima que botaste era de placer. Ya disfrute de tu sabroso y sensual cuerpo. Pero tranquila, no soy egoísta, ahora dejare que los buitres también disfruten del.- separándose de ella y dándole la espalda para acomodarse sus ropas, confiado de que la pequeña estaba sin fuerzas esperando que él acabara con su vida...cosa de la que estaba equivocado, puesto que la pequeña Jayah vio una oportunidad, aquella espada reluciente a un costado cerca de ella.

Unas horas antes.

En una carpa custodiada se encontraba una familia; una madre cansada del trabajo del día y que ha dejado a su marido hacer la guardia de esa noche, la pequeña Jayah una niña pura y casta de tan solo 13 años de edad y un padre vigilando las afueras de la carpa. Las dos mujeres que descansaban abrazadas una a la otra, en medio de la noche tuvieron que separarse, ya que la mujer escuchaba sonidos de lucha en la parte de afuera despertando así a su hija, como madre venerable y bondadosa acercándose a su niña la tomo del rostro y dándole un beso en la frente le dijo: quédate aquí mi niña, no salgas afuera hasta que venga a buscarte.- La niña solo asintió, mientras su madre agarraba la daga que siempre guardaba entre sus ropas y salía de aquella carpa-.

Pasaban los minutos, solo se escuchaban gritos, metal rozando contra metal, alaridos y quejidos, los cuales cesaban cada vez más, Jayah sentía que su madre no volvería por ella, decidió salir y asomarse un poco para ver que ocurría. Con miedo y curiosidad asomo su rostro atraves de las telas que servían como puertas de aquellas carpas, quedo asombrada ante la imagen que veía, pues sangre, cadáveres y heridos que aun luchaban por mantenerse firmes eran las imágenes que cruzaban por la vista de aquella infante...lo más fuerte fue cuando vio los cadáveres de sus padres, su hermosa madre ya no era reconocible, su rostro había sido desfigurado debido al gran corte que atravesó su cara, y su padre, su padre yacía muerto en el suelo con una gran herida en su vientre.

Sin poder pensar con claridad para huir fue sorprendida por un hombre robusto, semi-calvo , ese hombre quizá tendría 30 años, pero su maldad y miseria le hacía ver unos 60, con un repulsivo bigote grueso y descuidado...quien la llevo fuertemente sujetada de las manos a una fila de puras jóvenes, quienes al llegar de primeras eran observadas, evaluadas y con bofetadas les decían a dónde dirigirse; al grupo de la izquierda o al de la derecha. Jayah veía que llamaban a las mayores entre los 50 y los 70 al de la izquierda mientras que a jóvenes y niñas de 5 hasta los 40 al de la derecha. Jayah sentía una presión en su pecho y un sabor amargo en la boca que le dice que no es algo bueno lo que sucederá con aquel grupo en donde era fijo que ella iba a caer.

Al ser su turno de primera en la fila, el hombre que la sorprendió no dejaba de mirarla, la observaba de pies a cabeza con una malvada mirada llena de emociones desconocidas para la pequeña, le preguntaron su edad y al tener miedo no respondió a la primera así que se gano una bofetada fuerte la cual hizo que su mejilla se hinchara y raspara por dentro permitiéndole saborear el oxido de su sangre, dejándola sorprendida, con mucho miedo y aturdida durante breves segundos. Mientras se despertaba de aquel trance siente como agarran sus cachetes con fuerza hiriéndola y obligándola a voltear su cara nuevamente para que viera fijamente el rostro de aquel hombre el cual dijo: a esta perra me la dejan a mí. –Con una sonrisa cínica en su rostro-.

Luego de haber separado cual rebaño a jóvenes y mujeres, el grupo de la izquierda fue llevado en carretas, mientras que el de la derecha se quedo con algunos de los esbirros más violentos y morbosos, acercándose cual feroces bestias acechando a sus presas, cada esbirro llevo a rastras dentro de las carpas a alguna chiquilla, otros sin vergüenza alguna, hicieron sus actos en medio del cual había sido su campo de batalla. Mientras un hombre robusto se acercaba a una joven la cual llevo por los cabellos a la carpa donde fue sorprendida. Ya dentro la tomo por los hombros y zarandeándola comenzó a burlarse de ella -pequeña estúpida, tus padres han muerto, estás sola, eres una criatura repugnante la cual Dios ha abandonado.- con su mano izquierda sujetaba con fuerza las suaves manos de la pequeña, mientras con la derecha le propinaba cachetadas, golpeándola una, dos, tres veces. Una y otra vez, la pequeña solo lloraba pidiendo piedad a lo cual solo recibía de respuesta más cachetadas. Ya sin fuerzas y sin querer seguir sintiendo dolor la pequeña dejo de resistirse, pensando en cómo terminaría su vida allí.

Aquel hombre viendo como aquella criatura se dejaba caer sobre si misma supo que el momento había llegado. Pero, fue interrumpido por el subordinado Fayolle quien le venía a avisar que ya era hora de regresar, este le respondió: en un momento voy, termino con esto y los alcanzo...Hiciste el trabajo completo Fayolle?- debido a la interrupción estaba molesto causando que este apretara con más fuerza las muñecas de la pequeña- el subordinado le responde que sí. - Bien, sal de aquí.-le ordeno con una voz que causaba miedo a la pequeña.

PIEL DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora