Día 3

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Angst

Aún recodaba aquel día tan amargo. Todavía podía sentir sus brazos rodeándola protectoramente, mientras su aliento rozaba levemente su cuello.

Era algo extraño pero aún podía escuchar en su cabeza sus palabras. Su armoniosa voz, esa que siempre estaba llena de sueños y esperanzas.

Recordaba sus sonrisas, esas que le dedicaba solo a ella.

Recordaba sus discusiones sin sentido, para, a los cinco minutos, disculparse por aquel mal trago.

Aun sentía en su piel el suave tacto de su gran y fuerte mano rodeando la suya en un gesto de amor.

Lágrimas empezaron a caer de sus ojos, una a una. Cada vez más saliendo sin control alguno, y ella no hacía nada para detenerlas, simplemente las dejaba salir. Y, sentada en una banca de un parque, estaba Ochako mirando a la nada, recordando tantas cosas que vivió junto a él... Hasta aquel fatídico día.

Sabía que era mala idea dejarlo ir solo, pero él, terco como siempre, no la dejó ir con él a enfrentarse a aquella amenaza, quería que estuviera a salvo... no quería perder a la única que le dio cariño sincero desde un principio.

Así que, tras muchas súplicas, con un abrazo y un beso cargado de amor, se despidieron, aunque no sabían que esa sería la última vez que verían.

Y ahí estaba Izuku, peleando contra a aquel villano, todo estaba bajo control, al parecer, y fácilmente podría decirse que la batalla estaba ganada. Sin embargo al ir a proteger a un civil, no se dio cuenta rápidamente que este lo apuñaló por la espalda y ahí, el mundo de Ochako se derrumbó.

Llamaron rápidamente a una ambulancia, tenían esperanzas de que el héroe despertara. Esperanzas que murieron en vano.

-Lo sentimos señora Midoriya...-Decía aquel médico que lo atendió, dándole aquella respuesta que más temía.-No pudimos hacer nada más, el arma tenía un veneno bastante letal que actuaba casi al instante infectando sus órganos, hasta llegar rápidamente al corazón, y cuando lo descubríos ya no pudimos hacer nada... Discúlpenos...

Aquellas palabras cayeron como un balde de agua fría para aquella mujer, aquella que solo esperaba por su esposo y darle una noticia...

¡Maldita sea! Cuanto lo extrañaba, y apenas dos semanas de eso, si el no hubiera ido allá... Pero eso sería muy egoísta de su parte y entonces ¿Quién hubiera salvado él día? Lo único que le reconfortaba era que aquel villano estaba tras las rejas gracias a Ground Zero y a Red Riot, que le dieron la paliza de su vida, pero aun así...

Se sentía sola, con un enorme vacío instalado en su pecho, no quería perderlo tan rápido, quería disfrutar más de él, quería decirle que ella estaba...

Pero siempre es así, pero ¿Porque? ¿Por qué siempre se tienen que ir las buenas personas? Lamentablemente la vida era así y ya no podía hacer nada para cambiarlo.

Aún lloraba su muerte, como todas las noches abrazada a la almohada que él usaba oliendo su dulce aroma.

Cuanto lo amaba y cuanto lo amó en vida y hasta su muerte no dejaría de hacerlo, jamás.

Tenía que ser fuerte, salir adelante, pero el dolor era tan fuerte que sentía que la quemaba, y sólo así recordó algo. Movió su mano, la cual tenía sobre el asiento vacío a su lado y lo puso sobre su vientre.

"No te preocupes, saldremos adelante, por que así era tu padre, siempre determinado en todo y no por nada fue el héroe número uno"

Sólo había algo claro: Nunca lo dejaría de amar, y esperaría el día en el cual puedan estar de nuevo juntos.

Esta vez para siempre.


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Aquí mi tercer aporte para esta hermosa pareja...


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