youngblood (5sos)

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Volvíamos de una fiesta y eso era lo que menos importaba. Irene estaba demasiado entretenida con mi boca, besándome tan apasionadamente que lograba hacerme sentir viva, que no tenía ni la menor molestia en ocultar nuestra impaciencia. Entramos a mi edificio sin romper el contacto de nuestros labios unidos, emocionadas, ansiosas, no podíamos esperar un segundo más, ni siquiera nos importaba si alguien del edificio nos encontraba en tal escena desesperada por más contacto en medio de la madrugada. Llegamos a la puerta de mi departamento y mis manos se sentían inquietas, tomé las llaves y cuando encontré la indicada, la giré con rapidez sobre la cerradura. No tuve tiempo ni de procesar, Irene me empujó dentro y me aprisionó contra la pared mientras uno de sus brazos se apresurada en cerrar la puerta. Volvimos a besarnos, era salvaje pero lo suficientemente íntimo como para apreciarlo sin disgusto. Tropezamos con un par de muebles en el camino a mi habitación, ya tan conocida por ella, me empujó con firmeza pero sin ser tosca, y se apoyó sobre mí. Mis manos se desesperaban al igual que los latidos de mi corazón. Estaba cayendo increíblemente fuerte.

Tiraste de mi cuerpo para ser yo quien estuviera sobre ti ahora. Con una simple mirada que delataba tu intensidad, soltaste sin pena alguna lo siguiente:

—Ámame hasta el día que muera.

Caí irremediablemente ante aquélla frase, y el resto de la noche fue la perdición de mi vida vacía de emoción, explotó en una intensidad emocional que me terminó dejando más abajo de lo que ingenuamente creía.

(...)

Pasaron tres días desde ésa noche, tiempo perdido para ella, no lo sé. La he llamado pero me ignora y sé que lo hace porque solía venir seguido aquí, se acomodaba en mis brazos y me hacía creer que yo era una especie de persona especial para ella. Pero sé dónde está, sé que probablemente esté tratando de seguir mi juego.

¿Recuerdas las palabras que me dijiste: "ámame hasta el día que muera"?

Supongo que solo era otro de esos momentos, solo lo habrás sentido en ese instante, porque decaí ante la desilusión una vez más.

Me rindo por completo, porque me hiciste creer que eras mía.

Entonces es aquí donde aplico mi costumbre desde siempre, solo que ahora se siente increíblemente diferente. Tratando de olvidarte mientras bebo más de lo que pudiera aguantar, he perdido la cuenta, estoy otra vez sentada en el taburete de uno de los tantos bares a los que voy a desahogar mis penas y envolverlas en momentos borrosos, ilegibles, casi inconscientes.

Tan ebria que casi pierdo el hilo de tu voz al escucharla tan lejana por el efecto del alcohol.

—Seungwan —un llamado, uno simple, me bastó para que mi sistema interno abandonara el estado de ebriedad y se fijara en ella.

Al voltear y notarla, rápidamente reconocí a su acompañante. Supongo que sería su diversión de esta noche, su mirada no reflejaba nada ya que ni siquiera nos prestaba atención, el mismo chico estaba demasiado ocupado mirando al resto de chicas a su alrededor.

—Joohyun —sonando tan dura a pesar de mi estado alcohólico me sorprendía, pero disimulé lo suficiente. Sabía que no me diría nada, no haría nada... y tampoco arriesgaría nada.

Porque eso mismo éramos juntas, la misma nada.

Sí, solías llamarme "cariño", ahora me llamas por mi nombre.

Y verla yéndose al otro lado del bar solo me hacía querer regresar a mi taburete y pedir más Soju, entre más olvidara lo que estaba presenciando, mejor. Porque aunque el alcohol ayudaba a adormecer parte del dolor de manera temporal, sabía que cuando estuviera sobria, recordaría todo y la punzada volvería.

One shots ; Wenrene Donde viven las historias. Descúbrelo ahora