Capítulo VII (Parte 1)

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Emma

20 de septiembre de 2016

Frunzo el ceño al notar que Becca no se está donde normalmente nos encontramos en las mañanas, al lado del salón de ciencias. No he podido comunicarme con ella desde el sábado, no ha respondido mis llamadas ni mis textos y tampoco asistió el lunes a la escuela.

—No estoy muerta, quita esa mueca de tu cara—me giro para enfrentar a la maldita que decidió desaparecer de la faz de la tierra por dos días—, pareces constipada—dice esbozando la sonrisa que la caracteriza.

Suele ser muy raro verla enojada o triste, la mayor parte del tiempo tiene una sonrisa y mucha energía.

—Desapareciste por dos días—siento como mi nariz y ceño se arrugan automáticamente—, tú ni siquiera eres de faltar a clases, esa soy yo.

Ello suelta una pequeña risa y murmura algo parecido a una afirmación, por lo menos a mis oídos, mientras mira hacia un lado.

—No fue a propósito—dice sin dirigirme la mirada—, mamá ha estado empleando nuevas maneras para castigar a mis hermanos pequeños y desde el domingo en la madrugada, me tocó a mí ser víctima de ellas.

Abro mis ojos, alarmada ante lo que me confesó. Beatriz no es una mala madre, pero le gusta que la obedezcan. Es esporádico que Becca sea el objetivo de los castigos de su madre, sin embargo, al menos una vez cada tres meses lo es.

—No me mires así, sabes que no es algo abusivo, mamá nunca nos ha pegado—Becca ríe nuevamente. —Esta vez solo me quitó mis electrónicos e hizo que me ausentara a la escuela para que no tuviera cómo distraerme de su castigo.

—¿Y ese es el mismo castigo que le emplea a tus hermanos? —intento arquear una sola ceja, pero como siempre termino alzando ambas.

—Sí.

Nos miramos por unos segundos y estallamos en risas.

—Bee, adoro a tu madre, pero el castigo de hace tres meses fue mil veces mejor—intento detener mi risa y lanzo una mirada hacia Becca y se me hace imposible lograrlo.

Ella se está riendo con su boca completamente abierta y nariz arrugada, parece un culo haciendo eso.

Rio más fuerte.

—Lo mismo pensé.

—¿Estuviste ayer todo el día en tu casa?

—Sí—busca algo dentro de su mochila—, pero por suerte aún no ha encontrado el escondiste que hiciste debajo de mi mesa de noche para estos tesoros—añade mostrándome uno de los libros que le presté—; lo comencé y terminé ayer.

Cierto, un día escabullí cinco libros a su cuarto y los escondí para que tuviera con que entretenerse en esos días de castigos trimestrales. Más personas merecen amistades como yo, pero lamentablemente no puedo ser amiga de todos.

Suelto una risa ante lo comemierda que pareció mi pensamiento.

—Deja de halagarte mentalmente, estúpida—Becca tira levemente de mi cabello—, préstame atención en estos momentos, soy mucho más importante.

Y aquí vamos con su primer drama del día.

(9:56 A.M.)

Cierro mi casillero y soy recibida con dulce lanzado a mi rostro. Becca se ríe.

—¿Cómo se te ocurre malgastar semejante delicia? —cuestiono llevando una mano a mi pecho

Becca solo me sonríe y se encarga de recoger el dulce del suelo para luego colocárselo en la boca y mascar como si no hubiese tocado el piso.

Los amores fallidos de Emma: El primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora