Todo lo que desearía haberte dicho (Bakugou Katsuki y tú)

『Tus ojos 』

La mañana había comenzado como todas las mañanas anteriores. Te habías levantado a las cinco de la mañana, te habías metido a bañar, te habías vestido y te habías arreglado. Esa era tu usual rutina, pero justamente hoy —el día más importante de toda tu semana—, tu celular había decidido no cargarse durante toda la noche. 

— ¿Por qué me pasa esto a mi? ¿Acaso me odia el universo? Es eso, ¿verdad?

— ¿Podrías dejar de hablarle al techo? Te aseguro que no te va a responder. 

La voz gruesa de Bakugō te hizo saltar. Sin haberte dado cuenta, habías dejado la puerta de tu dormitorio abierta. 

— ¿Por qué te tardas tanto? Cuatro ojos y la cara redonda te están esperando —Bakugō te observó por unos instantes—. ¿Estás bien? No es que me importe, o algo así, pero te ves molesta. 

Sonreíste levemente— Todo está bien, es sólo que mi celular no se cargó en toda la noche y a Monoma no le gusta que no le conteste sus mensajes rápido. 

Él bufó, sacando de su mochila un cargador portátil. 

— No me gusta cómo te trata Monoma.

Levantaste la mirada, confundida. Abriste y cerraste la boca varias veces, intentando encontrar la respuesta más adecuada ante su comentario.

— No creo que entiendo lo que dices, Katsu —le sonreíste nerviosa mientras se cargaba tu celular con su batería portátil—. Monoma me trata como a una novia, simplemente es algo controlador.

Katsuki soltó una risa sarcástica— ¿Algo? ¡___! Solías pasar días sin tu celular cargado y ahora te preocupas por perder un sólo mensaje.

Reíste distraída mientras esperabas que cargara tu celular. Finalmente, soltaste un suspiro de alivio al ver que estaba cargando.  Levantaste la mirada, alegre, y abrazaste a Katsuki con mucha fuerza, sintiendo sus fuertes brazos rodear tu cintura y atraerte más hacia él.

— ¡Gracias, Katsu! ¡Eres el mejor!

Ambos se separaron lentamente y le sonreíste de nuevo, tomando su mano para sacarlo de tu habitación y dirigirse a la U.A mientras le contabas un nuevo rumor de los chicos de otro salón.

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¡Demonios!

Katsuki soltó un gruñido al recordar tu sonrisa gigantesca al haberlo abrasado.

¡Maldita sea!

El rubio buscó por todos lados su estuchera para poder escribir de una buena vez en su cuaderno.

— ¿Dónde está esa maldita pluma?

¡Con un maldito demonio!

Katsuki tiró toda su mochila al suelo, lleno de rabia y de dolor. Ahí, en el suelo, estaba su estuchera regada.

Las lágrimas caían de sus ojos silenciosamente, dejando un camino transparente en sus mejillas rojas.

¿Por qué no tuvo el valor de decirte que te amaba?

Katsuki tomó el cuaderno y lo depositó en el escritorio, escribiendo lentamente.

Él desearía haber podido decirte cuánto amaba tus ojos. Tus ojos eran completamente expresivos, le dejaban ver con claridad lo que pensabas. Él los amaba porque disfrutaba de ver cómo se iluminaban cada vez que te hacía reír. Tus ojos eran una de las mejores características de tu persona.

Sin darse cuenta, Katsūki comenzó a dibujar tus ojos. En cuanto se dio cuenta, dejó el bolígrafo al costado del cuaderno y se levantó.

Él tenía que aceptarlo.

Ahora estabas en una relación con Monoma y él nunca haría nada para separarlos. Simplemente porque eras feliz y eso le bastaba.