Seguía lloviendo y había pasado una hora de las cuatro de la tarde. Estaba sentada en mi cama mirando por la ventana que daba a la cancha de Lacrosse donde observaba como jugaban los chicos de último año de la universidad. Tenían un partido al día siguiente y no tenían otra mejor opción que practicar bajo la lluvia. No me podía quejar porque estaba en mi lugar favorito, mi cama, mientras Green Day sonaba de fondo. Me quedaban dos horas más en las que podía estar sola, ya que después iba a volver mi compañera de dormitorio. Su nombre es Cler, La había conocido cuando dábamos algunas materias que teníamos en común aunque solo hablábamos si nos encontrábamos. Había sido emocionante cuando nos enteramos que teníamos que compartir el cuarto juntas. Al principio tenía miedo que me hubiese tocado con alguien superficial o con quien no pueda llevarme bien, sin embargo sucedió todo lo contrario.
Ella estaba estudiando letras y filosofía, mientras yo me había ido para el lado de diseño gráfico y fotografía.
Cler tiene ojos verdes como los míos pero me gustan más los suyos, tiene pelo largo rojizo natural, en cambio mi pelo es marrón claro aunque naturalmente era rubia pero lo había oscurecido, su piel es pálida como la mía pero con pecas.
Las personas me reconocen por usar mi campera militar que siempre la llevo a todos lados conmigo, aunque haga calor siento que la puedo necesitar si refresca. La había conseguido en una feria vintaje y fue amor a primera vista. También casi nunca uso otro color que no sea negro pero hay excepciones por las remeras de bandas que son blancas. Borcegos negros o bordos, chupines negros o jeans rotos. De todo eso se trata la mayor parte de mi placard.
Esa tarde no tenía nada para hacer y pensaba en adelantar un trabajo práctico que tenía que entregar la semana siguiente de fotografía. La consigna era fotografiar objetos, lugares o personas que al verlas pudieras sentirte hipnotizada por su existencia.
No quería salir afuera porque estaba lloviendo y no quería mojar mi cámara, entonces me dirigí a la biblioteca que quedaba en el mismo edificio donde se encontraba mi dormitorio pero dos pisos más arriba. Antes de irme me puse mis chupines negros rotos, una camisa a cuadrille verde ,roja y azul, debajo me puse una remera de los Arctic Monkeys, me ate el pelo en un rodete pero no valió la pena ya que mi pelo era muy corto y se salía de la colita, me puse mis vans azules, agarre mi cámara y la puse dentro de mochila junto con el libro que estaba leyendo de Stephen King, mis llaves, mi cuaderno que es como mi diario, campera militar, auriculares y el cargador del teléfono. Le puse leche en un tazón a mi gatito Ron que tiene 5 meses, es blanco y negro y fue el mejor regalo de cumpleaños que me habían dado mis padres.
Una vez que estaba caminando por los pasillos me cruzaba con algunos compañeros que estaban en mis mismas clases. Era una mezcla, había muchos varones como mujeres en comparación con letras y filosofía que sabía por Cler que la gran parte de la clase era mujeres. Subí las escaleras maldiciendo en silencio por que no ponían un ascensor, eso pasaba cada día de mi vida en esa universidad en los suburbios de Manhattan.
Sabía que si no estaba la señora Watson que se encargaba de la administración de la biblioteca, con quien tenía una buena relación no iba a poder salirme con la mia. Ella me consideraba como la nieta que nunca había tenido. Me encariñe mucho con la Sra. Watson durante estos últimos 4 meses. Por suerte estaba ahí parada detrás del mostrador sellando un libro que una chica de pelo rosa le estaba dando. Cuando termino le dije en susurro si podía sacar algunas fotos, que mi cámara estaba en silencio y que lo necesitaba para un proyecto. Me guiño un ojo y yo sabía que eso significa absolutamente un definitivo sí.
La biblioteca es uno de mis segundos lugares favoritos en la Universidad, es grande, con estantes en las paredes que llegan hasta el techo, con otros estantes más bajos que ocupan los espacios en el medio del salón. En una esquina de la biblioteca hay sillas y mesas blancas redondas donde podes sentarte a leer y tener la imagen más hermosa de los árboles y el verde pasto que rodea la universidad gracias a las ventanas con marcos blancos y grandes que alumbran toda la biblioteca.
Esa biblioteca me hipnotizaba por toda su belleza, por todas las historias que estaban escritas en cada página de esos libros viejos y otros nuevos, por el silencio interrumpido por el suave sonido de las respiraciones de los alumnos que estaban allí. Aparte también amo como cambian los gestos de los rostro de cada persona cuando lee un libro, amo la mirada de concentración o de asombro que se dibuja detrás de cada página.
Quería fotografiar a las personas que estaban leyendo en una de las mesas que estaba más cerca a la ventana. Eran dos chicos y cuatro chicas que se sentaban medios alejados. Yo estaba sentada en el piso mientras apoyaba mi espalda contra un estante que tenía comics e intentaba buscar un Angulo de donde tomar la imagen. Toque sin querer zoom x4 y la pantalla de mi cámara estaba enfocada en un chico que estaba leyendo un libro de Sid Vicious según lo que podía ver en la tapa, pelo marrón oscuro, ojos verdes, piel pálida, su codo apoyado en la mesa mientras con su mano tocaba su pelo, una camisa a cuadrille como la que tenía puesta yo pero blanca, negra, azul y verde. Lo iba a fotografiar justo cuando levanto su mirada y miro directamente a lente de la cámara. La baje de delante de mis rostro así lo podía ver con mis propios ojos. No dejaba de mirarme y en ningún momento durante 5 minutos bajo su mirada. Me levanto las dos cejas. No sabía que intentaba decirme, solo sabía que en ese instante no podía concentrarme en otra cosa más que no hubiese sido su existencia. Le sonreí y el me devolvió la sonrisa y se concentró en el libro otra vez y yo en mi cámara.
No iba a sacarle una foto, no me animaba, no quería que pensara cualquier cosa de mi como si lo estaba acosando o algo similar y tampoco podía levantar la mirada hacia el otra vez.
Guarde mi cámara frustrada por mis pensamientos, me dirigí a la puerta para marcharme cuando de repente sentí que una mano tocaba mi hombro.
Me di vuelta y ahí estaba el. El chico con pelo marrón me estaba sonriendo y sus ojos verdes eran hypnotizantes.
“Heeey” – Me dijo pero sus labios se abrieron una vez más para pronunciar algo más.
“Michael, Michael Clifford”
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Hypnotised
FanfictionMe había dicho que repetía muchas veces la palabra “nunca”, escribió la última hoja de mi libro favorito un viernes a la madrugada, me dedico una canción que odiaba, me dejo afuera bajo la lluvia porque decía que eso hacían los chicos cuando les gus...