Sasuke & Mitsuki

916 98 36
                                    


Ambos Uchihas caminaban uno al lado del otro sin decir absolutamente nada, el silencio no era incómodo, muy por el contrario, parecía ser de familia la extraña habilidad de poder entender sin problemas todos los sentimientos y pensamientos del contrario sin necesidad de emitir palabra alguna.

El azabache sonreía de manera casi imperceptible, tener a su hija a su lado sin duda le reconfortaba, mientras pensaba en aquello, a lo lejos pudo ver una escena en la que un padre y su hija compartían gustosos un helado, algo en su interior le impulsó a querer imitarlos.

Sasuke: Sarada....

La llamó a lo que ésta volteó.

Sasuke: Porque no vas y compras un helado.

Dijo dejando a la chica algo desconcertada.

Sarada: ¿Helado? ¿Para que?

"Demonios..."

Pensó intranquilo, hacer ese tipo de cosas era nuevo para él.

Sasuke: Para nosotros...

Respondió pausadamente, la chica alzó la vista algo pensativa y fue entonces que lo vió, había sido por eso, su sonrisa se hizo notar.

Sasuke: Si no quieres-

Sarada: Está bien, espera aquí.

Sonrió atravesando la calle una vez que el azabache mayor le entregó dinero suficiente, éste se quedó a un costado de la calle viendo como su hija se adentraba en la heladería de enfrente.

Ahí se quedó, esperando, no había pasado ni siquiera un minuto y se sentía algo extraño.

"¿Porque tarda tanto?..."

Pensó removiendose algo incómodo del sitio, sin despegar la vista del lugar por el cual la azabache había entrado, un escalofrío le recorrió la espina dorsal al sentirse observado, miró a cada extremo de la calle pero no pudo identificar nada ni a nadie, esa extraña y molesta sensación no se iba de sí.

Situó su mano sobre la empuñadura de la katana que siempre llevaba consigo, sintiéndose de éste modo un poco más seguro y alerta, fue entonces que su vista se volvió completamente negra en un abrir y cerrar de ojos, un pequeño cuerpecito oscuro se había abalanzado sorpresivamente sobre su cabeza clavando su garras en su rostro, el Uchiha se removió violentamente para después terminar por perder el equilibrio y caer sobre la acera.

Ahí tirado siendo observado por todos los presentes que detuvieron su andar para presenciar como es que Sasuke Uchiha había sido tumbado por un travieso felino de pelaje azabache.

- ¡Sarada...!

Se escuchó desde la distancia, inmediatamente el peli azul celeste le quitó a la traviesa gatita de encima.

Sasuke: ¿Pero que-

Al alzar la vista se encontró con unos ojos ámbar que lo miraban con un toque de picardía y diversión, podía identificar inmediatamente esa mirada, se trataba del hijo, o más bien experimento del hombre que alguna vez en su adolescencia fue su maestro, Orochimaru.

Mitsuki: ¿Sasuke-san, se encuentra bien?

Preguntó ofreciéndole su mano para ayudarle a levantarse, la cual este rechazó al ponerse de pie por su cuenta.

Sasuke: Estoy bien...

Respondió fastidiado mirando al felino que lo miraba fijamente con esos ojos oscuros como la noche.

Mitsuki: Lamento su comportamiento, estábamos paseando y de pronto salió corriendo al verlo a usted, Sarada no es así.

"¿Que...?"

Sasuke: ¿Como se llama ese gato?

Preguntó desconcertado.

"Ese gato"

De solo oír aquello la pequeña Sarada agachó las orejas y le enseñó los dientes para luego cisearle, en un rápido movimiento le amenazó propinándole un zarpazo, enseñándole sus afiliadas garras.

Mitsuki: Sarada, cálmate...

Dijo acariciando su pelaje, el nombre de su hija, aún refiriéndose al gato, el simple hecho de que este saliera de los labios del peli azul celeste le producía un revoltijo en el estómago, simplemente no entendía la razón de haberle puesto ese nombre de tanto por haber en el mundo.

Mitsuki: Su nombre es Sarada, y es una gatita muy linda.

Sonrió alzando al felino que seguía refunfuñando.

Sasuke: Uhm....

- ¡Papá, lo siento, es que había mucha gente-

Se detuvo abruptamente al ver a su compañero de equipo junto a su padre que no lucía muy contento, para variar.

Mitsuki: Hola Sarada...

Sonrió a lo que la gatita se revolcó hasta soltarse de su agarre para luego lanzarse encima de la Uchiha que casi pierde el equilibrio, de no ser por los brazos extensibles del oji ámbar, que la sujetaron inmediatamente.

Sasuke: Hey, cuida dónde pones esas manos, o te las voy a cortar.

Amenazó, a lo que el peli celeste procedió a soltarla sin sentir la más mínima percepción del peligro o amedrentamiento ante el Uchiha, del cual parecía emanar un aura de chakra muy densa.

Mitsuki: Solo evité que se cayera, no se ponga tan paranoico.

Sonrió.

Sarada: Si papá, ya vámonos, adiós Mitsuki.

Se despidió atropelladamente mientras su mejillas adquirían un tinte carmín, y se alejaba lo más rápido y disimuladamente posible.

Sasuke: Adiós...

Respondió para luego proceder a alejarse, más aquello no era lo único que el primogénito de Orochimaru tenía que decirle al azabache Uchiha.

Mitsuki: Yo que usted, comenzaría a hacerme la idea, Sarada también es una gatita muy linda.

Rió por lo bajo, a lo que el furioso padre volteó como un poseso, pero al hacerlo el joven al que asesinaría sin duda alguna , ya no estaba, el muy maldito había escapado, haría que rogara por su vida, le enseñaría lo que es el verdadero miedo y la mejor forma de tragarse el dolor, porque nadie, de decir nadie, tocaría a su hermosa princesa, nadie.

Pero lo que el no sabía, era que ese alguien era Mitsuki, el hijo de la mismísima serpiente blanca, esa que la sigue y la consigue.

Mitsuki y su gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora