Capítulo Dos

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Steve se sintió desubicado por un momento, pero no tardó en darse cuenta de que estaba en Washington; el mismo lugar del que se había ido.

Esa primera vista le dejó un mal sabor de boca, pero intentó ignorarlo.

Se dio cuenta de que estaba a las afueras, en un lugar desolado. Se cambió de ropa antes de que alguien pudiera verlo y ocultó el Mjolnir.

Cuando Steve llegó a la ciudad, tuvo una sensación muy familiar: la ropa, los autos y los edificios eran como los que Steve había conocido en sus días. Se sintió como quien vuelve a casa después de mucho tiempo.

Aun así, no podía quitarse la sensación de que algo estaba mal.

Steve se apresuró por la calle hacia un puesto de periódicos.

− ¿Podría darme un periódico, por favor? −pidió, y el hombre tras el mostrador le tendió uno de los ejemplares que descansaban sobre la mesa.

Steve revisó la parte superior de la primera página.

Sintió como la sangre se le helaba.

− ¿Este periódico es de hoy? −le preguntó al vendedor.

−Por supuesto −respondió el hombre.

Steve miró el periódico.

Tenía que ser mentira.

Se impulsó sobre los demás periódicos.

− ¡Oiga! −exclamó el vendedor.

Steve tomó cada periódico entre ademanes precipitados y revisó la primera página, pero todos decían exactamente lo mismo.

¡Tenía que ser una maldita broma!

Steve no salió de su estado de estupor, sino hasta que vio al vendedor llamar a un policía, en ese momento se apresuró a alejarse del puesto.

Cuando llegó al lugar en el que había dejado sus cosas, aún tenía un pedazo de periódico en la mano.

Su puño se apretó alrededor de este con fuerza, mientras temblaba de impotencia.

¿Cómo podía seguir arruinando las cosas de tal manera?

Una y otra.

Y otra.

Y otra vez.

Steve no era una persona que se dejara llevar por sus sentimientos y se precipitara: había sido capitán durante bastante tiempo y estaba acostumbrado a dirigir personas. Sabía muy bien que si se dejaba llevar por decisiones basadas en no más que sentimientos y no las consideraba, nada terminaría bien, no solo para él, sino para los demás.

No debía ser impulsivo.

Aun así, eso no evitó que llamara al Mjolnir (que acudió rápidamente a su llamado), y lo tirara con todas sus fuerzas contra una vieja estructura que en algún punto debió ser una casa; el Mjolnir pasó muro tras muro antes de que lo que quedaba de la casa se desmoronara.

Su respiración era agitada y sentía la sangre caliente por la ira. Tuvo la tentación de volver a llamar el Mjolnir para destruir algo más, solo para poder descargar su frustración.

Sabía que su ira no arreglaría nada, ahora ya nada lo arreglaría.

No debió haberse precipitado, pero la idea de poder salvar a Bucky lo había sobrecogido de tal manera, que no pensó en nada más, no planeó bien las cosas, ni se aseguró de comprobar bien las coordenadas.

Ahora que miraba el reloj cuántico, se daba cuenta de que las coordenadas habían estado mal desde el principio.

A pesar de que estaba seguro de que las había escrito perfectamente.

I Will Find You (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora